Despertar puede ser un suceso desilusionador.
Despertar no debería consistir en sentir el sudor asqueroso de tu cuerpo en una superficie plana, que el ambiente huela a alcohol clínico y una mirada asustada te salude al otro lado del corredor.
—Despertaste, JiMin ¿Estas mareado? —no fui consciente del mareo hasta que intenté moverme, mis músculos no obedecían, dolían, como si todas mis extremidades tuvieran que haber sido atadas y yo intentase hacer una pirueta.
—¿Qué estás haciendo aquí? —mascullé con dolor, intenté tragarme el contenido de mi estómago que parecía querer escapar y el dolor de cabeza que golpeaba desde el fondo como un martillo.
—JiMin tuve que sedarte—Sang me observó con cuidado, fue sospechoso lo lejos que se mantuvo de mi considerando la mirada preocupada que lograba distinguir aun con mis ojos llenos de agua y doloridos por la luz del pasillo.
—No deberías estar aquí—mi cama se hundió ante mi intento de levantarme tragándome de regreso, mis músculos aun sin reaccionar.
—Vine porque estaba preocupado, tu hermano te encontró en el piso del baño—el tono de su voz, lo detestaba.
Quería gritarle que dejara de preocuparse, pero ya no tenía fuerzas para ello ¿Si llegó hasta mi casa qué? ¿Si era el amante de la mujer que recién murió escaleras abajo qué? ¿Si JiHyun lo tenía que ver qué?
Ya no sentía nada.
Miedo, sofoco, no estaba ahí.
Pero el peligro aún estaba al borde de ello.
—Mi cuerpo se siente extraño—ni siquiera me estaba quejando solo acaba de descubrir que físicamente debía estar mal, pero no estaba doliendo, no lo suficiente para mencionarlo o para pensar en ello.
—Te sedé dos veces, intenté curarte pero despertaste y me atacaste para que te soltara, la segunda entraste en pánico y generalmente el apoyo físico funcionaria en otros pacientes, pero en ti... te volví a sedar para que tu cuerpo descansara.
Si solo hubiera reaccionado mal ¿Me habrías sedado para siempre?
Si decía esas palabras sonarían como si le estuviera pidiendo un favor.
JiHyun seguía en la puerta, a largas solo estaba evitando que más luz entrara.
Aun podía sentirlas, debían ser vendas, pero sus manos, el peso de ellas aún estaba grabado en mi piel.
Intenté tocarme pero Sang parecía estar dispuesto a saltar sobre mi si lo intentaba de nuevo.
—Quiero morir—dije, al fin quizás un poco de verdad.
La habitación se quedó en silencio por unos cuantos segundos antes de que JiHyun saltara sobre mí con maldiciones.
— ¿Quieres morir? Debiste hacerlo antes, me hiciste, tuve que salvarte y ahora te quieres morir—si el golpe que me dio me causó algún daño, no fui consciente de ello hasta que noté que aun acostado la nariz comenzaba a sangrarme y quizás fueron lágrimas, pero su rostro también estaba mojado.
—Nunca te pedí que lo hicieras—sus ojos se abrieron, incluso si Sang intentaba que soltara el cuello de mi camisa, también se detuvo, de nuevo solo el silencio se tragaba mis palabras.
— ¿Es por eso? Querías que ella te matara, querías morirte y querías usarlo como excusa ¡Eres un cobarde! —se aferró a mi ropa con fuerza, mi cuerpo se quejaba pero el dolor no llegaba hasta mí, solo el golpeteo constante como una migraña que comienza—Siempre fuiste un maldito cobarde.
—Sí, solo quiero morir.
— ¡Basta! Tu bájate—apartó a JiHyun de mí, quien esta vez dejó que lo hiciera—Ve afuera, hablare con él.
Sus ojos me enfocaron con dureza, lo mayor que lucía en ese momento quizás más viejo de lo que jamás lo vi, sus ojos estaban levemente hundidos, levemente rojos, por primera vez no estaba intentado esconder lo destrozado que estaba, se notaba en cada movimiento de su cuerpo, ese dolor, también lo sentí alguna vez.
—JiMin—cerró la puerta a sus espaldas, mi habitación era el desastre que casi podría representarme, sin recuerdos, sin futuro, un cascaron sin vida.
— ¿Sabe quien eres? —pregunté refiriéndome a JiHyun.
—Piensa que soy un conocido tuyo, nada más—asentí.
—De verdad quiero morir, todo este tiempo, de verdad lo he querido, la esperanza que creé no existe y pensé, si ella puede matarme eso estaría bien, entonces no sería mi culpa, entonces si alguien aun me quiere puede culpar a alguien más. No yo, no quiero ser odiado solo porque ya no quiero vivir—y no, esta vez no me quedaron lágrimas para llorar.
Quizás mi cuerpo también estaba cansado de hacerlo.
—Sé que es así como piensas ahora, pero...—lo estaba intentando.
—No quiero que me toques, nadie, todo se siente como si fuera ella, incluso yo mismo ¿Es la clase de vida que debería vivir? Ella no está, pero yo pienso que también quiero irme como ella.
—No. Ha sido suficiente, suficientes muertes hasta ahora, solo detente—sus gritos me hicieron guiar la mirada hasta él, pero era todo lo que podía percibir sobre sus hombros y en sus ojos fundidos entre miedo y culpa.
—Solo quiero parar, no es suficiente...
—Te llevare a una clínica, te trataran, tu aun eres joven, aun tienes mucho que...
—Lo que yo quiero no puedo tenerlo ¿No lo ves? Tú mismo lo dijiste, estoy enfermo, no sé quién soy, nada de esto, nada soy yo.
—Puedes curarte ¿No querías una vida diferente? ¿La universidad? ¿Ese chico que estaba contigo? — YoonGi hyung, él estaría decepcionado si escuchara que quiero morir, él estaría triste también porque dije que no haría eso.
—No siento nada.
—Lo harás—intentó tomar mi mano, pero lo alejé antes de que lograra tocarme, dio un paso atrás volviendo sus manos hacia los bolsillos de su pantalón para que pudiera verlo, la desesperación, su intento por salvarme, conmovedor.
Aun no podía sentir nada.
—Inténtalo, solo unos meses, si no sientes que puedes hacerlo te ayudare a ir lejos, donde nadie tenga que enterarse si estás muerto o no, si no mejoras yo...
— ¿Me ayudaras a morir? —pregunté con ironía, no suponía una realidad.
—Lo hare, me pediste ayuda una vez entonces te ayudare a ir donde puedan ayudarte y si no lo logran...—era admirable su forma de desafiarme sin ninguna prueba de que pudiera funcionar.
—Entonces tendrás que dejarme morir en mis términos ¿Estás seguro de eso doctor? ¿Apostarías mi vida a que tengo arreglo?
Una repentina agudeza se apodero de sus ojos, lo vi tragar y quizás las manos que estaba escondiendo se apretaban en puños.
—Sí, si eso es lo que quieres. Si después de todos los intentos aun no sientes que puedas vivir, te llevare a algún lugar alejado para morir—sus palabras estaban llenas de reto, pero él no entendía cuando tiempo llevaba muriéndome por dentro.
—Recuerda tus palabras, este es un desastre que no puedes reparar—cerré los ojos porque me sentía pesado, lleno de agua, más no me estaba ahogando porque en algún punto cuando estás al fondo dejas de sentir y piensas que es mejor dejar que la corriente te tragué, porque tu cuerpo ya se cansó y te traicionó en busca de aire cuando todo a su alrededor era agua.
—Tus abuelos se harán cargo de tu madre, vendrán en unas horas a recoger a tu hermano y quizás...—su sugerencia en otro momento me habría hecho reírme, ahora era solo un recordatorio de algo lejano, de un desprecio que dejo de ser importante.
—Es mejor irnos antes, no sé si lo haces por culpa o porque piensas que puedes salvar a todos, pero esto solo hará todo más difícil—comenté, apretó la mandíbula, su desprecio hacia mis palabras no eran lo mismo que desprecio hacia mi persona, un acto de genuino interés, del cual me habría burlado si solo sintiera algo.
Sus ojos se encontraron con los míos, me sostuvo la mirada como si estuviera buscando algo, lo que sea que fue no lo encontró, suspiró y sus hombros cayeron de nuevo.
—Siempre quise que fueras mi hijo, incluso ahora—esta vez un retajo de sonrisa se cruzó por su rostro, algo triste, desolado, decepcionado de ambos por nunca haber logrado algo como eso.
Me molestaba, lo sincero que sonaba su cariño.
—Guardare las cosas en el auto, tu hermano se quedara con sus abuelos, lo habló mientras estuviste dormido, las cenizas serán entregadas en la tarde—debí estar dormido mucho tiempo si todo eso ya fue hablado, estaba casi aliviado de que nadie preguntase por mí.
—Lo ves, morir es así de fácil—y si mis palabras le molestaron no lo dejó saber, en cambio dejo la puerta abierta antes de salir.
Cuando pude levantarme Sang me ayudó a llegar al auto, JiHyun no me dirigió la palabra, en ese momento su mirada era una acusación filosa, resentimiento y odio cruzándose conmigo antes de abandonarlo en esa casa que pronto seria solo un recuerdo para ambos.
—Los abuelos te quieren, estarás bien con ellos, si quieres ser militar o lo que sea, deberías solo hacerlo—esperaba que me hubiera escuchado decir esas palabras, no contestó me estrelló en la palma de la mano mi celular.
—Si te quieres morir hazlo, pero han estado llamando desde que casi te ahogas en la ducha.
En el reflejo del espejo junto a la ventana pude ver las vendas en ambos lados de mi cuello, no intenté ver mi rostro, me asustaba la idea.
Me acomodé en el auto sin revisar el móvil siquiera.
—Nos iremos ya ¿No olvidas nada? —preguntó Sang a mi lado.
—No hay nada que fuera mío en primer lugar.
—Siguen llamando ¿No quieres atender? —me preguntó, sabia quien llamaba, me daba miedo el dolor que podría causarme el escuchar su voz, si aún lo anhelaba, si aún no podía dejarlo ir, rompería a llorar en ese momento.
—No—desbloqueé la pantalla solo para apagarlo, un chat abierto relucía en la pantalla, estaba seguro de no haberlo dejado así, JiHyun debió leerlos cuando estuve dormido.
Palabras que a este punto solo el diría.
Te amo.
Dos palabras,
Dos palabras.
Esperare.
Una palabra.
El dolor, el miedo, todo lo que no quería sentir se estaban acumulado en mi garganta.
Intenté contenerlo todo, intenté no aferrarme a ello.
No quería, no más.
No sería suficiente, su amor no era suficiente para estar vivo.
— ¿JiMin? ¿Estás bien? ¿Quieres que me detenga? —ahogué mi voz en la manga de mi abrigo hasta que pude mascullar las palabras aun aferrando el celular a mi mano hasta que mis nudillos se tornaron blancos.
—No, sigue.
FIN
Si hay preguntas al respecto, aclarare ahora lo que siento necesario, si tienen mas preguntas contestare en los comentarios.
No, no es el final de la historia. Existe una tercera parte pero no estoy segura de cuando la publicare o si lo hare siquiera.
Por ahora, esto es todo.
Espero nos volvamos a encontrar, ha sido y siempre sera un placer seguir escribiendo.
Con amor,
Kofi.