—Primero tenemos que sacarte la camisa y ver si no tienes heridas —me sentó sobre una banca, en la parte más alejada de un parque, se sacó la chaqueta y la puso sobre mis hombros, no tuve la fuerza de hablar, para decirle que traía una chaqueta en la mochila, estaba bien usando la suya.
Me saqué la camisa como pude aguantando el dolor de mis piernas encogidas sobre la madera fría.
Usé la camisa para limpiar la sangre que quedaba. Pasé la parte aun limpia por mi nariz, y coloqué su chaqueta como pude para ocultar mi cuerpo de cualquiera que cruzase.
—Eres un completo desastre —masculló tomándome un brazo para ver la herida sobre este, podía estar siendo brusco con su voz, pero no con sus acciones.
—Tengo un botiquín en la mochila —parpadeó dos veces como si estuviera escuchando una estupidez, pero se abstuvo de hacer más comentarios.
— ¿Por qué estabas corriendo? Ya sabes que te sangra la nariz cuando te agitas, no es como si no fuera a esperarte si llegabas tarde.
— ¿Y si no llegara? —pregunté.
—Si no llegaras ¿Eres tonto? Iría por ti, incluso si es el último minuto del ultimo día estando en Busan, no me iría sin verte —me hizo levantar la cabeza y limpio mi nariz por completo antes de irse directo a mi brazo, quise sonreír, pero no tenía el temple para lograrlo.
— ¿No vas a preguntar qué pasó? —no estaba seguro de querer decirle, pero si él preguntaba escupiría las palabras con lágrimas de por medio.
—Sinceramente si hablamos sobre eso ahora, probablemente estaré molesto, y no solo con quien te hizo esto—apretó los labios y vendó mi brazo, luego prosiguió con mis manos, me deje manejar tanto como él quiso. Sabía que sus palabras estaban dirigidas a mí, hacía mucho que no lo veía molesto porque me dejaba lastimar, cualquiera pensaría que no se preocupaba las otras veces, pero el solo se aguantaba las preguntas para no lastimarme más.
—Por un momento, pensé que escuché palabras que ya había escuchado antes —dejé la frase en el aire, esperando una respuesta, sus movimientos se detuvieron, el aire sopló contra su cabello y me erizó la piel, me puse la chaqueta correctamente aprovechando el momento para alejar mis brazos de sus manos y ocultarlos bien.
— ¿Recordaste algo? —preguntó con cautela, su rostro estaba más triste que molesto, pero había una pizca de temor en su tono de voz.
—No — no estaba seguro de nada.
Cuando era niño tuvimos un accidente, fuimos al área de gimnasia que estaba estrictamente prohibida pero algunas veces nadie estaba ahí para vigilarla, no recuerdo lo que paso pero para cuando desperté, estuve en el hospital, JungKook no dejo de llorar y pedir perdón, intenté recordar pero no pude, intenté volver al lugar donde todo sucedió pero simplemente no pude recordar nada y el estar ahí me puso tan nervioso que sentí ganas de vomitar, después de ver que todo lo que había pasado, fuese lo que fuese, era malo, no intenté recordarlo y le dije a JungKook que no intentara decirme, que si lo que sucedió era peor que lo que nos pasaba normalmente, en definitiva yo no quería tener que recordarlo.
No es que creyese que era tiempo de recordar, no me interesaba hacerlo, pero a pesar de haber decidido ignorarlo; una parte de mi quería completar la historia, pensaba que, si lograba terminarla, tal vez algunas cosas más también terminarían, no sabía si esa parte me ponía nervioso porque era una parte de mí mismo que solo JungKook conocía, pero estaba poder dejarlo ir si lograba librarlo de ese mal recuerdo que carga desde que éramos niños.
—Si tú quisieras saber... —
—JungKook-ah, has cargado con eso durante años, si quieres contarme yo... —ambos nos interrumpimos el uno al otro, nos miramos a los ojos por minutos que parecieron una conversación silenciosa que ninguno logró traducir.
—No quiero, si tú quieres escucharlo, entonces tendrás que hacerlo hasta que termine y tendrás que prometer que todo estará bien.
—Tú dijiste que ese día no me pasó nada malo, nada fuera de lo normal—yo sabía que era mentira, siempre lo supe, pero ¿Qué podía ser peor?
—No exactamente, ¿Podríamos hablarlo luego? Primero quiero llevarte a un lugar más seguro que este—por supuesto que la banca del parque no era la mejor opción.
—Entonces vamos a la feria, quiero ver la playa—lo miré con tanta decisión como pude, me faltaban fuerzas, pero mis ganas seguían siendo fuertes.
—Estas herido.
—Aun no es tarde para ir.
—Dime que fue lo que pasó en el camino, cuando lleguemos fingiré que lo olvidé—me estaba exigiendo algo a cambio.
—Dime lo que paso en la primaria esta noche, cuando nos despidamos fingiré no saberlo—le sonreí, pero me dolieron las comisuras y terminó como una mueca extraña en mi rostro.
Hicimos un trato, fuimos en autobús hasta la estación y tomamos un tren, vagamente expliqué el porqué de todo, no le dije que escapé por la ventana y fui descubierto, o las últimas palabras que escuché de mi madre antes de salir corriendo, en el vagón del tren mis palabras fueron tragadas por el silencio mientras los vagones estaban cada vez más iluminados por la luz del sol que se colaba por las ventanillas.
Él se mantuvo serio durante un rato, luego comenzó a jugar con mi cabello sin importarle que las otras personas que abordaban el tren nos miraran, me tomó de la mano al bajar y me llamo damisela tan juguetonamente como siempre, corrió por la playa cual niño y me compró un sombrero obligándome usarlo incluso cuando el sol estaba casi oculto, las luces brillantes me iluminaron los ojos al atardecer; la feria estaba llena de niños y parejas, familias que buscaban entretenimiento y amores escondidos en las esquinas robándose besos, uno tras otro caminamos entre la multitud, me sentía mareado y feliz, como si de pronto hubiera olvidado todo y estuviera seguro y sin frio.
— ¿JiMin?
— ¿Eh? —contesté parpadeando.
—La fila avanza, estamos por subir—miré hacia adelante mientras JungKook me empujaba con suavidad desde mi espalda, una pareja estaba subiendo a la rueda, su silla comenzó a ascender y se tomaron de las manos.
—Seguimos nosotros—susurré, JungKook me contestó con una sonrisa torcida.
Estaba seguro de lo que estaba pasando, quería darle un abrazo para hacerlo sentir mejor pero un plato roto no repara a otro, solo confunden las piezas y es más difícil de intentarlo.
Mientras la tarde pasaba, más nervioso lucia.
—JiMin ¿de verdad quieres saber? —me preguntó nervioso, tomó mi mano mientras todo se volvía más pequeño a nuestro alrededor, la silla estaba colgando en la rueda, podía ver mis pies y bajo ellos las personas que antes nos rodeaban comenzaban a verse más pequeñas.
—Creo que, si no lo sé, tu nunca dejaras de pensar en eso—le di un apretón y me acerqué más a él con algo de miedo, no es como que las alturas sean lo mío.
Cuando la rueda llegó a lo más alto, me abrazo para que no tuviera miedo, pero ambos gritábamos de terror y risa a la vez.
Nos sacó algunas fotos en las que intenté esconder cualquier herida de la cámara.
Subimos a la rueda con la intención de ver la caída del sol desde arriba, ambos estábamos perdidos pero nuestras manos se encontraron sin necesidad de buscar con la mirada, nos enredamos tanto entre nosotros durante todos estos años que cada nudo costaría una eternidad juntos para desatarlos por completo, nunca he creído tener un primer amor, pero si tuviera que dar un nombre, sería él.
—Si pudieras pedir un deseo ¿Qué pedirías? —Hizo una pausa, su cabello era un desastre después de subir—Yo pediría una casa, un trabajo, un perro y quizás dos gatos.
— ¿Por qué pedirías algo como eso? —pregunté con una sonrisa divertida, no podía verle a los ojos porque el atardecer no me permitía apartar la mirada.
—Te pondría en esa casa—rio por lo bajo, incluso si su mirada bajaba lograba ver las comisuras de sus labios extenderse—Cuando éramos niños quería hacerte mi esposa porque mamá decía que eran cosas que solo los esposos podían hacer; casarse, tener mascotas, vivir juntos.
—Estoy bien con lo que tengo—apreté nuestras manos unidas con fuerza.
Entramos a la casa llena de espejos, y uno parado junto al otro nos vimos reflejados, su rostro claro y vibrante de vida, el mío pálido y lastimado en tantas zonas, aun podía sonreír si se trataba de él, no había razón para llorar.
—Deberíamos irnos, se hace tarde—cada palabra dicha era una despedida inminente.
Tomamos el último tren de regreso, dejamos la playa atrás, y quería haber dejado ahí enterrada una parte de mí para que pudiera crecer a base de los recuerdos que construí.
—Cuando éramos niños teníamos prohibido ir al gimnasio, era para los niños más grandes—comenzó, mi cabeza sobre su hombro y mis brazos enredados en los suyos con una posición cómoda y ensimismada en la parte más alejada del vagón.
—Ese día salieron a jugar temprano, te vi por el bordillo de la puerta, pero yo no podía salir primero, yo fui más tarde para buscarte y cuando no te encontré di la vuelta a todo el plantel, hasta que escuché a alguien llorar desde fuera, entré porque de algún modo sabía que eras tú, estabas lleno de golpes como siempre y tu ropa estaba sucia. No sé cómo ni cuándo llegaron ustedes, no sé porque te llevaron y te golpearon. Solo sé que estabas tan mal que pensé que podías morir, les pedí que dejaran de hacerlo y se rieron de mí, no me importaba pelear, pero uno de ellos, el más pequeño que siempre insistía en jugar conmigo dijo que dejarían de hacerlo si yo hacía algo por ellos.
—Ellos querían que te golpeara, si lo hacía solo esa vez, ellos prometieron no volver a hacerlo, yo no quería, y tú estabas llorando, me dijiste... JiMin tú me dijiste que lo hiciera, a pesar de estar llorando tú me dijiste que estaba bien, que si ellos lo prometían estaba bien.
Apretó ambas manos sobre los costados, ambas estaban frías o era la sensación que tenía porque a pesar de oprimirlas con tanta fuerza estaban pálidas, no me alejé ni un centímetro, pero tampoco hice nada para apoyarlo y decirle que estaba bien, nada de eso volvía a mi mente, ni me refrescaba la memoria, podía recordar palabras pero no estaba seguro de si fueron dichas ese día o fue algo que escuché en alguna de las otras golpizas que me dieron.
— ¿No fue suficiente o sí? —miré al piso, las líneas largas que recorrían el metal frío, hasta llegar a la salida del vagón, tenía el presentimiento de que las cosas no acababan ahí.
—No, ese niño dijo que era mi culpa, que todo eso había sido solo mi culpa, pero no me lastimó, intentó golpearte de nuevo y lo detuve, así que los demás interfirieron para ayudarlo y cuando caí mi cabeza se golpeó demasiado fuerte y comenzó a sangrar, tu intentaste ayudarme, pero apenas podías contigo mismo. Cuando estaba peleando con uno de ellos, él se adelantó y te tomó del cuello... —se detuvo.
—Las marcas en mi cuello—dije como si nada, sin embargo, tenía la sensación de que si cerraba mis ojos podría sentir unas manos oprimiéndome con fuerza y eso hizo que se paralizara todo mi cuerpo.
—Los otros salieron corriendo cuando uno de ellos lo detuvo, intentaron despertarte, pero no pudieron, pensaron que tu... —cerró los ojos con fuerza.
—Que estaba muerto.
—JiMin, ese niño no estaba asustado, nunca vi algo tan aterrador, el seguía ahí viéndote como si tu tuvieras la culpa si morías—es como si aún tuviera miedo de pensar en él, todo este tiempo pensé que el único traumado era yo, mi subconsciente decidió que era mejor olvidarlo y el de JungKook lo hizo recordarlo aterradoramente para torturarlo.
—Al final lo que él dijo se cumplió, no pudieron hacerte nada de nuevo porque varios de ellos tuvieron que dejar la escuela, tu madre no presentó cargos, pero mamá lo hizo, todos tuvieron que irse por la fuerza. Sin embargo, antes de eso nos encontramos con ese niño de nuevo, y tú te desmayaste al verlo. No recordaste nada pero yo me sentía culpable, cuidé de ti con más cuidado cuanto pude pero al cambiarme de escuela no hubo nada que pudiera hacer, pensé que en cualquier momento me dirían que alguien te había hecho algo parecido a lo que vi ese día y cada día tenía miedo de que estuvieras viviéndolo de nuevo y pudieras morir—acercó sus manos a las mías con miedo de que lo rechazara, las junté para hacerle saber que nada estaba mal, no tenía recuerdos pero sabía que el miedo estaba escondido por ahí, no me interesaba lo que hubiera pasado, como niño seguramente estaba muy asustado, justo en ese momento incluso podía sentir ese pesar detrás de mi espalda diciéndome que al estar solo daría vuelvas en mi cabeza pensando en ello.
—Con el tiempo te has vuelto fuerte, es por eso que me hace tan feliz, no importa si eres cerrado o te cuesta decir las cosas JiMin-ssi, para mi tu eres la persona más fuerte que conozco, cuando me dijiste que tenías a NamJoon hyung como amigo, pensé que tal vez era tiempo de soltarte un poco pero al mismo tiempo estaba celoso de ver que eras independiente y habías hecho amigos, cuando lo alejaste no te mentiré al decir que quería que arreglaran sus problemas pero también quería que estuvieras de nuevo solo conmigo y me dieras tu atención solo a mí, ahora tienes incluso más personas alrededor y puede que no seas con ellos tan sincero como lo eres conmigo pero el solo hecho de los acercaras a ti, ya es mucho decir, a veces me parece que cuando tengas con ellos una relación cercana te olvidarás de mí, al principio yo quería cuidarte más que antes porque además de quererte me sentía culpable, pero después simplemente quise tenerte solo para mí, aunque no funcionaríamos como una pareja, no hay manera de que alguien te quiera como yo, eres como una joya escondida a la perfección, tú mismo me ayudabas a tenerte solo para mí, no sé en qué momento comenzaste a cambiar, ahora parece que más personas voltean y ven eso que pensé que solo yo podía ver en ti.
—Nunca habrá nadie como tú, no importa lo que pasará, si tuviera que confiarle mi vida a alguien, solo podrías ser tú.
—Incluso sabiendo que yo también te hice daño...
—No me hiciste daño, yo te lo pedí ¿No es así?, intentábamos que pararan, hiciste todo lo que pudiste e incluso te obligué a lastimarme para lograrlo.
—JiMin, me fui tantas veces antes, y cuando volví tú siempre estuviste ahí como si jamás me hubiese ido, temo que si me voy esta vez al volver estarás rodeado de personas y no responderás a mí. Estoy seguro de mis sentimientos, pero no puedo dejarte ir tan fácilmente.
—Eres en mayoría todo lo que tengo, ¿No prometiste hacerme tu esposa? He esperado mucho como para detenerme ahora—me dio un apretón, y ambos guardamos silencio, lloramos nuestras cicatrices más viejas y nos dijimos nuestras últimas palabras de amor.
—Un día te convenceré, te comprare un castillo y podrás ser la reina—me besó sobre el cabello del flequillo, y no solté su mano por el resto de la noche.
No sabía que pasaría al bajar del andén, la única cosa segura era correr a llorar tanto como sabía que él haría lo mismo, y lo segundo era una despedida que se alargó tanto como la manera, el ruido y la alegría lo permitió.
Parece pequeño pero son mas de 2000 palabras.
Espero les guste.
Las que ya saben por el grupo de whats, tengo un regalito para este mes antes de comenzar diciembre, lo verán pronto.
Con amor, Coffee.