No sabía a donde llevarla, así que la lleve a mi habitación. No sé qué me impulso hacerlo, solo lo hice. Le ordene a Niall que fuera ayudar a los heridos y me lleve a Ana a mi habitación. El protesto, pero lo convencí de que sería de más ayuda abajo. Que podía encargarme de recostar a una chica. Abrí la puerta de mi habitación con cuidado de que Ana no se me cayera, luego, como pude, cerré la puerta.
Mi cuarto no es la gran cosa. No era muy grande, pero era lo suficiente para una persona. No tenía posters de chicas con poca ropa o de bandas de rock. Mis paredes eran blancas, desnudas de alguna decoración. No sabía cuánto tiempo estaría aquí, no quería dejar algo que limpiar. Recosté con cuidado a Ana en mi cama y, la arrope. Mirar a Ana en mi cama hizo todo tipo de cosas dentro de mí. No podía explicarlo, pero esta chica era diferente. Fuerte. Quería pegarme un tiro. Todo este año mientras yo me auto compadecía por boberías ella estaba sufriendo por la OMAPE. Quien sabe que cosas les hacen a las personas allí dentro.
Ahora que estaba dormida, parecía más angelical. Mas pacifica, y no tan agresiva. Ella asustaba. Era esa clase de chica que a tu madre no le agradaría. Su pelo era negro y le llegaba por los hombros y era muy voluminoso. Sus cejas eran gruesas, y sus labios también. Sus labios estaban entreabiertos. Tenía la forma del corazón marcado. Estaba muy blanca, también. Pero de eso podía culpar al encierro en la OMAPE. Me quería patear cada vez que pensaba a ella en ese lugar por mi culpa. Pero ella está aquí, pudo escapar. Dios me dio otra oportunidad para enmendar mis errores. Y joder si no la tomaría. No podía sacar a mi hermana de la OMAPE, pero podía ayudar a Ana a pasar su trauma. Sé que no es fácil estar en un lugar tan horrible tanto tiempo y salir normal de él. A mí me jodio la cabeza, y no estuve tanto tiempo.
Sacudí mi cabeza y salí lo más silencioso que pude del cuarto. Baje las escaleras y fui directo al sótano. Ahora tendría que hacer frente a los heridos y a los muertos. El sótano era un mar de cuerpos. Pude ver que había sacado varios ya, pero todavía quedaban, muchos. Mientras caminaba tratando de no pisar cuerpos, reconocí a varias personas. Mande unas plegarias silenciosas por sus almas. Encontré a José en la entrada secreta. Él estaba ordenándole hacer algo a Nahomi. Ella era gruñona, tuvimos una aventura hace un tiempo. Ella todavía no supera que la deje. Pero ya no siento la llama de la atracción por ella.
—Hey ¿Cuántos perdimos? —le pregunte José. El termino de decirle algo a Nahomi y la despacho. Nahomi me fulmino con la mirada y me empujo al pasar. Negué con la cabeza. ¿Esta chica no lo superara nunca?
—Perdimos a 20 —dijo José— si te pones a pensar, no es un gran número ya que ellos eran 50, y todos murieron. Pero son 20 psiques menos en el mundo. Un punto más a la OMAPE —suspiro. José tenía razón. La OMAPE cada día se fortalece, su número crece. Mientras que nosotros cada día nos desvanecemos o somos capturados y perdemos total control de nosotros mismos.
—Lo sé —concorde.
José me miró fijamente por un momento. — ¿Y la chica? ¿La vidente? ¿Está viva? —Pregunto con preocupación— eso sí sería una desgracia. Una vidente menos en el mundo.
—Ella sigue viva —tranquilicé— es buena luchadora —dije. Y era cierto. Ya no le debía una, sino dos. Salvo a mi hermano, y eso me lo tomo personal. Debería comenzar a pagarle, se empezaban a acumular.
José sonrió. Radiante. —Eso es una buena noticia ¿Dónde está?
—En mi habitación, estaba muy cansada —explique. José me miro un minuto, dos, ya era demasiado tiempo para ser informal.
—Liam, te diré esto como amigo y como jefe —comenzó. Esto no podía ser nada bueno— no lo arruines —dijo con calma, luego se giró y siguió ladrando órdenes. Apreté la mandíbula. Por supuesto que José diría algo así. Nunca lo olvidara, nunca nadie lo olvidara. Liam el caga todo lo toca, eso pensaban, lo sabía. Estaba furioso, pero más conmigo mismo. Me volví y golpee la pared, fuerte, dejando un hueco donde antes estaba una pared lisa. Varios ojos me miraron escépticos, luego volvieron a sus tareas. Había cometido errores, había elegido confiar en la persona equivocada. Había tomado malas decisiones, y eso me perseguirá por siempre.
— ¿Ayuda con eso? —pregunto alguien. Me volví a la voz. Niall. Se veía un poco pálido, pero era normal cuando curaba a muchas personas. Mire mi mano, tenía un poco de sangre en los nudillos. Pero estaría bien.
Negué con la cabeza. —No, gracias. ¿Cómo estás? —pregunte. Él se ponía exhausto, a veces tanto, que tenía que llevarlo a rastras a su habitación. Le eh reprochado que no se presione, él no me hace caso. Niall siempre tiene que ayudar a las personas, es como su lema. Es un poco exasperante.
— ¿Yo? Perfectamente. Quizás sueñe con manos voladoras, pero estaré bien —dijo y sonrió como si fuera un chiste privado, de él y alguien más. De él y Ana— pero tú no te ves tan bien ¿Qué te dijo José?
—Lo típico —respondí entre dientes.
— ¿Y eso es?
—Que no la cague.
Psiques
Todos se habían ido a dormir ya, pero yo no. Quizás fuera porque mi cama fue invadida por una psique gruñona, por miedo a mis pesadillas o porque todavía me daba vueltas en la cabeza lo que José me dijo. Mi pasado es turbio, oscuro, y era un problema. Era un problema por múltiples razones. Un problema para todos los que me rodean, porque lo saben y tratan de actuar como que no les afecta. Un problema porque en cualquier momento puede volver, y envolverme. Un problema porque me atormenta día y noche. Un problema porque es lo que soy, y aunque trate de cambiarlo no podre. Todos verán esa faceta de mí, y no al nuevo Liam.
Me levante del sofá y fui directo a la cocina. Me serví agua y me la tome de un trago.Estaba cansando de tratar. Tratar de no cargarla, tratar de hacer las cosas bien. Pero no era suficiente tratar. José quería que lo hiciera bien, quería volverme un chico perfecto y, maldita sea, no lo soy. Me deje caer en el mueble de la sala, cansado. Me dolía todo el cuerpo.
El timbre sonó. Mire a puerta, alerta. Nadie tocaba el timbre. Bueno, una vez, pero resultaron ser los testigos de jehová. Tuvimos que pasar una hora y media escuchándolos, casi me dormí. Pero ahora no, no en la noche, no después de una emboscada. Fui hasta el armario y saque un cuchillo del tamaño de mi brazo.
Tenía una runa Mors. Mataba cualquier cosa. El timbre volvió a sonar, fui cautelosamente a la puerta. Vi por el picaporte. Un chico no mucho más joven que yo estaba del otro lado, parado casualmente y sin ninguna arma a la vista. Pero no me iba a fiar. Abrí finalmente la puerta.
— ¿Quién eres y que haces aquí? —pregunte. El chico me miro por un momento y sonrió de lado. El cuchillo permanecía oculto por la pared.
—Busco a Ana —respondió. Levante una ceja. ¿De dónde el conocerá a Ana? ¿Hablara de la misma Ana?
—Aquí no vive ninguna Ana —conteste mientras cerraba la puerta, pero no pude cerrarla ya que el tipo me lo impidió.
—Oye, sé que Ana esta aquí asique, o la llamas, o entro y la busco yo —dijo mientras sostenía la puerta con su pie. Entrecerré los ojos y apreté la mandíbula, molesto.
— ¿Quién eres? —pregunte entre dientes.
El sonrió, pero dejo ir la puerta. —Soy Leo, y ella sabe quién soy —dijo arrogante. Aunque Ana sepa quién es, no dejare entrar a un extraño. No sé quién es, y con lo que paso hoy, puede ser otra emboscada.
—Aquí no vive ninguna Ana —gruñí y le cerré la puerta en la cara. Resople y me lance al sofá. Estaba cansado, pero el sueño no llegaba. El techo no es tan interesante. Necesitaba alcohol. Me levante y fui me serví un vodka. Escuche pasos fuertes por el pasillo de arriba y luego bajando las escaleras. Me volví, y vi a Ana bajando, no, corriendo por las escaleras a la puerta. ¿Qué demonios?
— ¡Para! —grito Ana. Me dirigí a la puerta, como su protector. Comenzaría a pagarle todas desde ya. El tipo, Leo, estaba del otro lado con una estúpida sonrisa de idiota en la cara. ¿Cuál es el problema de este chico?
— ¿Pretendías dejarme aquí afuera? —pregunto él.
—Eres un completo idiota —gruño Ana. Se notaba que se acababa de despertar, por las líneas que tenía en su cara.
Leo me miro con una ceja levantada. — ¿No que no vivía ninguna Ana aquí? —pregunto burlón. Apreté la mandíbula. Imbécil.
— ¿Qué quieres Leo? —pregunto Ana irritada.
—Un trato —dijo casualmente. Ana me miro sobre su hombro y lo volvió a mirar a él.
—Si no recuerdo mal, la última vez que te vi te dije que no te quería volver a ver —dijo.
Leo sonrió, radiante. —A menos que tuviera información —dijo. Ana se tensó, y abrió la puerta.
—Pasa —dijo. Y así, sin más, dejo entrar a un extraño. Los seguí, no me confiaba de este tipo.
Holaaaa, espero que les guste este nuevo capitulo*O*
Este es el ultimo capitulo del año 2013<3
FELIZ AÑO NUEVO.
Por adelantado, ah.
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Gracias por leer hermosa/os xoxo