DARK SOUL

By The_LittleBlonde

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"Si no estas dispuesta a amar sus demonios, simplemente no intentes sacarlo del infierno." -No tienes que est... More

DARK SOUL
CAPITULO 1
CAPITULO 2
CAPITULO 3
CAPITULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPITULO 7
CAPITULO 8
CAPITULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPITULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPITULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 22
CAPITULO 23
Capítulo 24
CAPITULO 25
CAPITULO 26
CAPITULO 27
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
Capítulo 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
CAPÍTULO 37
CAPÍTULO 38
CAPÍTULO 39
CAPÍTULO 40
CAPÍTULO 41
CAPÍTULO 42
CAPÍTULO 43
CAPÍTULO 44
CAPÍTULO 45
CAPÍTULO 46
CAPÍTULO 47
CAPÍTULO 48
CAPÍTULO 49
CAPÍTULO 50
CAPÍTULO 51 -FINAL-
EPÍLOGO
Secuela
SEGUNDO LIBRO- CONTRITUM

CAPITULOS 28

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By The_LittleBlonde

El viaje fue largo. ¿Unas ocho o nueve horas en carretera? Tal vez más, tal vez menos. No lo sé me dormí el noventa por ciento del viaje. Es que su auto era jodidamente cómodo. Fue medio estúpido venir en auto cuando él simplemente podía “Teletransportarse” y ya. Pero él insistió en que fuéramos en auto debido a que podrían rastrearnos si él utilizaba sus “habilidades especiales”. Yo había protestado y refunfuñado unas cuantas groserías pues deseaba que nos teletransportáramos nuevamente pero él simplemente ignoró mis plagueos y plegarias. Después del largo y desesperante viaje habíamos llegado a su casa. Corrección. “Su mansión”. Era una casa de dos pisos gigantesca. Su patio prácticamente ocupaba una cuadra entera. Tenía piscina, jacuzzi y todas esas mierdas que yo solo podía darme el lujo de ver en las películas o revistas de moda. Me quedé absolutamente boquiabierta. ¿Un chico jodidamente sexy de su edad con tremenda casa?  Era el sueño de toda chica.

-¿Años de esfuerzos te dieron ésta casota? –Pregunté mientras caminaba por los pasillos adornados con cerámicas finas que supuse que cada mínima pieza valdría millones de dólares por lo que tuve mucho cuidado en no tocar nada. Absolutamente NADA. Hasta me daba miedo pisar muy fuerte su piso y arruinarlo. Si, así de fina era su casa.

Eres como una indigente visitando el palacio real.

-No, se la quité a un narcotraficante. –Se encogió de hombros como si fuera la cosa más natural del mundo.

-¿Ganaste ésta casa indignamente? –Pregunté atónita.

-En  realidad el anterior dueño se la ganó indignamente –Sonrió divertido al presenciar mi gesto de desagrado. –Tenía varias deudas acumuladas conmigo y me regaló ésta casa a cambio de pagar sus deudas.

-O sea que… ¿No se la robaste? -pregunté entrecerrando los ojos.

-En teoría él me la dio.

-Interesante teoría –Acoté mientras por fin llegábamos a la sala principal. Era enorme. Los ventanales eran de un cristal tan fino y brilloso. Un candelabro gigantesco se alzaba en lo alto. –Lindo adorno –Dije mientras sonreía divertida ya que no me había imaginado ni en un millón de años que Iam tuviera una de esas arañas en su techo.

-Es un candelabro de diamante y oro blanco. –Sonrió divertido al ver mi boca abierta en una perfecta “O”.

-¿Enserio tienes tanto dinero? –Pregunté realmente asombrada.

-Sólo lo suficiente como para vivir mil años. –Me guiño un ojo y luego caminó hasta el sofá y se tiró en él. –Ven aquí. –Me hizo una  seña con su mano para que me acercara. Caminé hasta él y me senté a su lado.

-¿Qué quieres?  -Antes que yo siguiera hablando me tomó del rostro y me acercó a él plantándome un beso en los labios.

-Eso quería. –Inquirió con una sonrisa en los labios mientras se alejaba de mí. Colocó sus manos detrás de su nuca y se recostó por el sofá cerrando los ojos. Se veía extremadamente sexy. Cada musculo de su antebrazo quedaba perfectamente marcado debido a la posición en que se encontraba.

-¿Qué quieres comer? –Pregunté sin darme cuenta ya que estaba bastante metida en mis pensamientos pervertidos con Iam en aquella posición.

Mente sucia como siempre.

-¿Te puedo comer a ti? –Su voz sonó tan inocente que por un momento casi caigo. Pero al darme cuenta del verdadero sentido de sus palabras mis mejillas se tornaron de un color rojo.

-Idiota. –Refunfuñe mientras trataba que mis mejillas volvieran a su color natural –Como te iba diciendo.. ¿Quieres algo de comer?

-Ya que no vas a darme lo que te pedí, que tal unas… ¿Pastas? –Dijo pensativo mientras seguía con los ojos cerrados inmerso en sus pensamientos.

-Pastas me parece bien. –Espeté sonriente mientras me levantaba para caminar hacia la cocina. -¿En qué piensas? –Pregunté interesada mientras llegaba a la cocina y me colocaba el delantal.

-En nada. –Dijo saliendo de sus pensamientos mientras sacudía su cabello y lo volvía a peinar de aquella forma que lo dejaba jodidamente sexy. Camino hasta mí y se paró en el umbral de la cocina. –Te vez sexy de delantal. –Su mirada recorrió mi cuerpo de abajo para arriba. Sentí un calor recorrer mi cuerpo y luego depositarse en mis rojas mejillas.

-¿Hacerme sonrojar es tu nuevo hobbie? –Revoleé los ojos intentando calmar a mis hormonas alborotadas. Él solo sonrió y luego desapareció por el pasillo dejándome sola en la cocina.

Terminé de cocinar las pastas después de perderme unas siete veces en su cocina. Matt le había rogado a mamá unas cien veces que lo llevaran a ese nuevo juego de laberintos en tamaño real y él aseguraba que eso era lo más divertido que podría haber en el mundo entero. ¿Un laberinto es divertido? Todo eso eran viles mentiras y yo lo estaba confirmando en éste mismo instante. Su cocina era gigante y se me hacía imposible memorizar donde se encontraban los utensilios. Simplemente su casa era un laberinto sin salida.

Aunque perderte con él no estaría tan mal ¿eh?

-¡YA ESTA LA COMIDA! –Grité desde la cocina mientras me quitaba el delantal y caminaba hacia la mesa para colocar todo en orden. Esperé unos diez o quince minutos pero él no apareció así que decidí ir por él.

Al principio entré en el cuarto de huéspedes, luego en un baño que era más grande que la sala de mi casa, luego me perdí por un pasillo que parecía interminable, luego de la nada volví a aparecer en la cocina, subí las escaleras y comencé a abrir las miles de puertas una por una hasta que por fin encontré la habitación de Iam.

Un aroma fuerte a perfume de hombre inundo mis pulmones al abrir su puerta. Era como una invitación erótica a lo desconocido. Sonreí al verlo tirado en su cama inmerso en un profundo sueño. Se veía tan lindo e indefenso así dormido. No dude dos veces. Saqué mi celular lo más rápido posible y le saqué una fotografía. Éste momento era épico. Giré en mis talones lentamente tratando de no hacer ningún ruido que podría despertarlo.

-Borra esa fotografía ahora mismo. –La voz gruñona de Iam me sobresaltó haciéndome tropezar contra la puerta y una mesita de luz que contenía una pequeña pieza de cerámica en forma de delfín. La pieza voló en el aire dando piruetas y luego cayó al suelo haciéndose miles de pedacitos.

- Dos mil dólares hechos pedacitos. –Susurró Iam mientras yo trataba de no llorar o salir corriendo como una niña pequeña que había roto el vaso favorito de su mamá.

-¿Lo siento? –Sonreí inocentemente mientras colocaba una de mis caras más adorables.

-Te perdono solo si me das un beso. –Sonrió pícaramente. Automáticamente fruncí el ceño al escuchar su propuesta.

-Muérete. –Espeté mientras me giraba para salir de la habitación. Antes que yo pudiera seguir mi trayecto todo a mí alrededor se paralizó incluido mi cuerpo. Sentía como si se parara el tiempo. Como si nada se pudiera mover pero mis ojos seguían observándolo todo. Iam caminó hacia mí con una sonrisa traviesa en sus labios  y me planto un pequeño beso en la mejilla. Pude ver un brillo extraño en sus ojos, luego todo volvió a moverse a mí alrededor y por fin volví a tener control de mi cuerpo. Era increíble.

-¿Cómo hiciste eso? –Dije perpleja debido a la situación.

-¿Hacer qué? –Tenía una mirada inocente y traviesa a la vez.

-Parar el tiempo, paralizar todo, que se yo. ¿Cómo lo haces? –Fruncí el ceño al pensar en que él podría hacer eso cuando quisiera. Incluso cuando me estuviera tomando una ducha, o me estuviera vistiendo. Sacudí mi cabeza intentando sacar esos vergonzosos pensamientos de mi mente.

-No lo sé. Lo único que sé es que solo funciona con los humanos. Jamás podría paralizar a un ángel.

-Ni se te ocurra espiarme con tus poderes raros. -coloqué un dedo acusador sobre su pecho y lo fulminé con la mirada.

-En primer lugar no son “Poderes” y segundo… no había pensado en hacer eso hasta que lo mencionaste. -Tenía una de esas sonrisas de autosuficiencia que tanto odiaba y amaba a la vez.

-Dije “que ni se te ocurra” ¿Entiendes eso o quieres que te haga entender a la fuerza?-Gruñi mientras lo amenazaba con la mirada.

-Eres tan gruñona, no sé cómo me pudo gustar una chica tan cascarrabias.-Chasqueó la lengua mientras se pasaba una mano por su cabello dejándolo más despeinado que de costumbre.

-Sabes que la puerta está abierta, eres libre de irte. Nadie te obliga que me aguantes.-refunfuñe mientras me cruzaba de brazos.

-Es mi casa, ¿Por qué me iría? -Una sonrisa traviesa se formó en sus labios.

-Muérete.

-Cambiando de tema, tengo algo que decirte. -Su mirada se volvió totalmente seria. Una pizca de preocupación recorrió mi cuerpo.

-¿A qué te referis con “Algo que decirte”?-Pregunté un poco incómoda con la situación.

-No fui sincero contigo desde el principio.-Su mirada era suave, como si trataba de trabsmitirme paz. Cosa que era totalmente imposible con los miles de nervios que se arremolinaban en mi estómago.

-¿Qué? -Fue apenas un susurro.

-No soy un caído. -Sus ojos estaban calmados y denotaban tranquilidad, definitivamente no estaba mintiendome.

-Pero.. tu dijiste.. -susurré mientras trataba de entender las cosas que estaban ocurriendo.

-Sí lo sé, yo lo dije. Pero no soy un caído. -Su voz era suave como una brisa, me hablaba con tanta tranquilidad que simplemente me era imposible enojarme con èl.

-Entonces… -Tragué saliva intentando acumular corage para lo que iba a preguntar- ¿Qué eres?

-Un ángel. - Y de repente mi corazón paró de latir. Sentí un fuerte mareo. Era difícil de creer lo que me estaba diciendo, era ilógico. ¿Cómo un angel puede estar viviendo con los humanos? Nada tenía sentido.

-¿Pero qué mierda? -Dije finalmente cuando por fin las palabras lograron salir de mi boca.

-Me desterraron del edén y luego los arcángeles intentaron despojarme de mis alas pero no pudieron porque yo no había cometido ningún pecado. Enamorarme de una humana fue mi pecado indicaron los querubines, pero la sorpresa fue de que Lunn no era humana, ella era un ángel caído aunque ella no lo sabía al principio.-Paró de hablar por unos segundos que fueron como siglos para mí- Enamorarse de un caído no es pecado para un ángel.

-Entonces eres un ángel…? -Fue más una pregunta que una afirmación. Era demasiado difícil de asimilarlo.

-En teoría sí soy un ángel, pero no soy bienvenido en el edén ya que me enamoré de un ángel caído. Así que, soy un ángel viviendo entre humanos, no puedo ir al infierno ni al cielo, estoy atrapado aquí.

-O sea que estabas enamorado de Lunn.. -Esa idea me daba vueltas en la cabeza una y mil veces dándome tremendas ganas de vomitar.

-Estaba, esa es la palabra correcta. -Dijo encogiéndose de hombros como si no fuera importante.

-¿Y ahora ya no sientes nada por ella? -Sí, era una pregunta bastante estúpida teniendo en cuenta las miles preguntas que pude haberle hecho sobre su vida pasada pero la realidad era que me daba náuseas pensar en que él podría seguir enamorado de Lunn.

-No. Pero hay un problema más grave. -Se rascó la cabeza como si dudara en decir lo que tenía por comunicarme.

-¿Cuál? -Pregunté con el corazón en la boca.

-Los arcángeles y querubines han vuelto, quieren terminar lo que empezaron. -Su voz era tranquila pero pude ver en sus ojos cierto hielo formarse. Sus ojos nunca mentían. Ésto es grave.

-¿Quieren arrebatarte tus alas? Pero dijiste que no podían… -Antes que terminara de hablar él me interrumpió.

-Estoy empezando a tener sentimientos por una humana. ¿Acaso eso puede llamarse pecado? Creo que no, pero ellos tienen una teoría distinta. -Una sonrisa débil se formó en sus labios como si quiciera tranquilizarme pero ya era tarde para eso. Estaba demasiado alterada.

-Iam… -Dije en una voz bastante grave.

-No te preocupes, no te conté sobre esto para preocuparte. Sólo quería que estés al tanto de lo que está ocurriendo a nuestro alrededor. -Dijo él con un tono de voz neutro.

-¿Van a hacerte daño por mi culpa y quieres que esté tranquila? -Ya empezaba a alterarme y si no encontraba una solución lo antes posible terminaría histérica.

-Yo elegí acercarme a ti en contra de las consecuencias. Es mi problema. -Susurró mientras me acariciaba mi mejilla con una de sus manos.

-Estás loco. - Y en realidad sí  lo estaba, ¿Arriesgarse de esa forma por simples sentimientos de adolescentes? Él ni siquiera sabe si lo nuestro tendrá un futuro o no. No debía arriesgarse tanto por algo que no era seguro.

-De todos modos si me despojan las alas mis habilidades permanecerán, volar no era mi hobbie favorito de todos modos. -Sonrió con tranquilidad como si lo que estaba ocurriendo fuera la cosa más normal del mundo.

-Entonces… ¿Ellos están buscándote? ¿Es por eso que vinimos en auto y no simplemente aparecimos aquí de la nada? -Muchas preguntas se formaron en mi mente y necesitaba las respuestas.

-Sí…-Antes de que él dijera algo más lo interrumpí y dije lo que quería haber dicho desde el principio.

-Tengo miedo de que te pase algo. -Él frunció el ceño y me miró como si yo estuviera mal de la cabeza.

-¿Cómo puedes preocuparte tanto por mí y no por ti?-Seguía con el ceño fruncido pero yo sabía que no estaba enojado.

-Si intentan acercarse a mí simplemente les patearé el trasero.-Levanté mi mentón con arrogancia- Soy cinturón negro, que se animen a acercarse a mi esos idiotas y verán.-Frunció el ceño aún más y colocó un dedo sobre mi boca haciendome callar

-Hay que corregir ese lenguaje señorita.-Lo fulminé con la mirada al escuchar sus palabras y empuje su dedo que me impedía hablar.

-Corregir y una mierda.-Espeté mientras le sacaba el dedo del medio. Él resoplo y luego estalló en una carcajada.

-Creo que no hay solución contigo.


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