Un televisor gigante se encontraba pegado a la pared junto a unos parlantes de sonido. Las paredes estaban pintadas de un verde mate oscuro. Tres juegos de sofás de tonos oscuros se encontraban en el centro de la sala. Unos grandes ventanales de vidrio polarizado se realzaban en la pared principal. El lugar era espeluznantemente hermoso. Muy oscuro para mi gusto pero eso hacía verlo interesante.
-Hola Jay- un chico de ojos azules y el pelo negro totalmente despeinado me saludó con una semi sonrisa. Era el hermano-clon de Iam, el chico del que Pam se había enamorado.
¿Cómo era su nombre? ¿Galeb? ¿Gabriel? Mierda soy un desastre con los nombres.
-Hola Gaaa... -alargué las palabras intentando recordar su nombre. Entrecerré los ojos intentando concentrarme -¡Gael! -dije triunfante mientras sonreía. Él asintió con una sonrisa traviesa y se alejó de mí para acercarse a Iam. Estaban en una charla bastante interesante al parecer. Me vi tentada a escucharlos.
-Hola Jazmine -Desde una esquina de la habitación me saludó el chico de cabello castaño y ojos verdes. De él si me acordaba, era Allem. Estaba acostado en un sillón con su celular en sus manos. Parecía bastante concentrado.
-Hola Allem. -dije tímidamente, pues no hablaba mucho con él. Era un chico bastante callado y misterioso sin contar que era extremadamente atractivo. Nunca había tenido ninguna charla con él así que no podría definir su personalidad con exactitud. Tenía un aura de misterio muy distinto a Gael que se veía más extrovertido.
Miré hacia las demás personas y me percaté de que Kaley estaba en uno de los sofás hablando con una chica de cabello negro y ojos azules. Esa chica era muy hermosa, en verdad. Pero ésta vez evite prejuzgarla como lo había hecho con Kaley. Al parecer la chica se percató de mi mirada pues se volteó hacia mí y me sonrió. No era una sonrisa sincera, estaba casi segura de que era una sonrisa bastante cínica.
-Soy Anna, un gusto. -Me observó de abajo para arriba haciendo una mueca extraña y luego siguió hablando con Kaley ignorándome por completo.
Ella no me simpatiza para nada.
Maldita...
¿No era que no ibas a prejuzgar?
Bueno, retracto mis palabras. No debo juzgar sin conocer a profundidad a las personas. Al fin y al cabo como decía mi madre "cada quién da lo que tiene". Me obligué a fingir una sonrisa amable y me aleje lentamente sin más drama.
Bien, la "Jay madura" en acción.
-¡Hola! Soy Scott -Una voz cantarina me sobresaltó. Di un pequeño brinco del susto y me giré para ver quien había hablado y me encontré con unos ojos mieles de ensueño, una sonrisa angelical y su cabello castaño revuelto lo hacían ver jodidamente sexy. Llevaba unos tatuajes en su mano y brazo derecho. Definitivamente llamaría la atención de cualquiera, su imagen se veía muy dulce y agradable. De esas personas que la ves por primera vez y sabes que puedes entablar una conversación cómoda sin mucho drama.
-Hola -dije tímidamente.
-¿Crees en el amor a primera vista o tengo que volver a pasar delante de ti? -Una voz sensual demasiado ensayada se hizo notar a mi lado. No pude evitar reír. -Darren a sus servicios señorita Colbeck. -hiso una extraña reverencia con sus manos, no pude aguantar la risa. Él llevaba su cabello castaño despeinado, una sonrisa pícara en sus labios y sus ojos eran de un color verde medio gris. Hacía un juego extraño con sus cejas que me daba mucha gracia. No pude atajar la carcajada.
Éstos chicos me agradaban. Eran muy raros en el buen sentido. Cada uno con una menera muy distinta de actuar. Por alguna razón me sentía cómoda, eran bastante amables y graciosos. De hecho eran los únicos que no me miraban con desdeño.
-¿Cómo sabes mi nombre? -inquirí extrañada mientras intentaba parar de reír.
-Kaley nos lo dijo. -Su sonrisa era genuina. Dejando a ver su perfecta dentadura.
-¿Son amigos de la familia? -pregunté interesada.
-Algo así, somos hermanos -se encogió de hombros como si fuera la cosa más normal del mundo. Me quedé boquiabierta. ¿Hermanos? ¿No era que Iam solo tenía tres hermanos?
-Él no me menciono sobre ustedes. -mencione un poco incómoda.
-Sí, no le simpatizamos mucho. Iam tiene un humor de perros, no es de la clase que hace bromas. Pero él no es nuestro hermano, él no nos considera parte de su familia-inquirió Scott mientras se sentaba en el sofá que se encontraba detrás nuestro. Me hiso una seña para que me sentara a su lado y yo obedecí. Darren no pensó dos veces y se sentó a mi lado mientras colocaba uno de sus brazos sobre mi hombro como si me conociera de toda la vida.
-Supongo que Iam ya clavó sus garras en ti, así que eres una chica prohibida para mí. -Darren soltó un largo suspiro y yo reí ante su expresión de desilusión -Es una lástima preciosa.
-En realidad... no somos nada. -dudé un momento en si seguir o no hablando con ellos. Pero por alguna extraña razón sentía confianza con este par de imbéciles. Supongo que me sentía cómoda porque yo también era así de payasa -Fue un beso, nada más. -Inquirí mientras balanceaba mi mano como si le restase importancia.
Scott me miró pensativo mientras Darren jugaba con mi cabello, hacía la forma de un corazón con mis mechones, parecía un niño que se había ganado un nuevo juguete. Solo lo ignoré porque estaba acostumbrada a las personas con personalidades extravagantes y aleatorias.
-Un beso es sólo un beso. -inquirió Scott mientras ponía una mano en su mentón y seguía pensando, luego prosiguió. -Solo posee el valor que tú quieras darle. Puede significar nada, o puede representar todo para ti.
Me quedé boquiabierta ante sus palabras. En cierto sentido él tenía razón, en realidad tenía razón en un cien por ciento. Mire a Darren que se rascaba la cabeza intentando entender lo que Scott había dicho. No puedo evitar sonreír.
-Tienes razón, pero no representa nada si el sentimiento no es correspondido. -Mis palabras tenían un toque de amargura. Cuando quise cambiar mi tono de voz ya era tarde, ya lo había dicho, ya me había descubierto.
-Te daré un consejo, nunca te enamores de un caído. -La sonrisa de Scott era sincera. Yo solo me quedé callada y asentí. No pude evitar sentir como la desilusión se apoderaba de mí. En cierto sentido yo ya sabía eso, simplemente no quería reconocerlo.
-A no ser que sea de mí. De mí si te puedes enamorar nena. -Darren me guiño un ojo y yo solté una carcajada. Scott revoleó sus ojos y luego sonrió. Mi expresión de WTF era épica.
-Nosotros no tenemos sentimientos Jay. Para nosotros todo es un juego, fingir ser humano para así camuflarnos en la sociedad. Si vas a jugar, diviértete y evita salir herida. -Las palabras de Scott retumbaron en mi cabeza una y mil veces. Por alguna extraña razón me dolían. Tal vez era mi ego, o mi dignidad como mujer. Pero yo no quería ser solo un juego. No estaba acostumbrada a ese tipo de relacionamiento.
Definitivamente no.
-No me odies Jay, no soy del tipo consejero. Simplemente me has caído bien y no quiero que te ilusiones con algo que no tendrá futuro. -Scott me sonrió y luego desapareció por el pasillo. Me quedé callada con mi corazón frágil sin saber que sentir en ese momento. No es como si estuviera enamorada de Iam, es solo que él me gustaba. Y no quería ser un juego para él.
-No le hagas caso, siempre es muy melodramático. -Darren chasqueó la lengua restándole importancia y se acostó en el sofá colocando su cabeza en mis piernas. No pude evitar sonreír -En todo caso, si Iam te rompe el corazón aquí estoy yo cien por ciento disponible para ti. -Me guiño un ojo y solté una carcajada. Su intento de "hombre seductor" era un fracaso, en realidad se veía tierno y gracioso.
Era imposible no reír al hablar con Darren.
-¿Puedes alejarte de ella por favor? La estás incomodando -la voz oscura de Iam nos sobresaltó. Se encontraba parado enfrente nuestro con los brazos cruzados y el ceño fruncido. Se veía jodidamente sexy con esa expresión en su rostro. Darren refunfuño unas cuantas palabrotas mientras se levantaba del sofá. Antes de marcharse me guiño un ojo y me hiso una seña con sus mano izquierda de "llámame". Sonreí y le hice una seña de OK con las manos. Él rio con autosuficiencia y se alejó de nosotros.
-¿Qué quieres? -pregunte fastidiada. Por alguna extraña razón me encontraba enfadada con él, tal vez fueron por las cosas que Scott me había dicho sobre él o tal vez solo quería enojarme y ya.
¿No ibas a manejar tus emociones como una persona madura... ?
Suspiré fastidiada. Era muy difícil lidiar con mis emociones, ni siquiera sabía como sentirme. Era una ensalada de frutas de emociones. Ya empezaba a sentirme frustrada.
-¿Te dejo unos minutos sola y coqueteas con Darren? -Hizo una expresión de desagrado cuando pronunció el nombre de Darren. Su voz era grave, del tono de voz que espantaría a cualquiera, pero conmigo eso ya no funcionaba. De hecho se veía tierno con esa expresión.
-¿Coquetear? No necesito hacer eso, yo solo sonrío. -Dije mientras jugaba con uno de mis mechones rubios entre mis dedos. Lo miré desafiante y él levanto una de sus oscuras cejas dándole un aire malditamente sexy.
Mierda, no me puedo enojar con él. Es demasiado lindo como para enojarme.
-O sea que todas las veces que me sonreíste estabas coqueteando conmigo. -No era una pregunta, era una afirmación. Lo mire indignada mientras trataba de pensar en una respuesta coherente, pero me era imposible. Me perdí en sus ojos y me quedé en blanco. Literal, me colgué.
-¿Jay? -junto sus cejas y me observó detenidamente.
Sacudí mi cabeza tratando de salir del trance en el cual me había metido. Carraspeé dos veces antes de hablar tratando de recuperar la compostura.
Cambia de tema, eso siempre funciona.
-Todavía no me respondiste qué hago aquí y como llegué aquí. -lo fulminé con la mirada dándole a entender que necesitaba explicaciones.
Caminó hacia mí y se sentó a mi lado donde minutos antes había estado Darren. Se acomodó en el sofá y luego me miró con aquellos penetrantes ojos grises.
-Estábamos en la playa y cuando te hable en tu mente te desmayaste. Supongo que te bajo la presión o algo así. Te alcé al coche y te traje aquí, te acosté en la cama y te quedaste dormida. Luego todos me preguntaron quien eras y les expliqué lo ocurrido. Y eso es todo. Llamé a tu padre y le comenté que estabas conmigo y que no llegarías a la casa ésta noche. -Se encogió de hombros como si fuera la cosa más natural del mundo.
-¡¿LE DIJISTE A MI PADRE QUE PASE LA NOCHE CONTIGO?! -Estaba indignada, furiosa y desconcertada.
-¿Querías que le mienta? -junto sus cejas como si no entendiera la situación. Coloqué una mano en mi frente y solté un gran suspiro.
Idiota.
-Da igual, de todos modos ya lo dijiste. Inventaré algo después. -Me levanté del sofá y me acomode mi ropa. - Tengo que irme.
-¿No quieres desayunar primero? -Negué con mi cabeza y él frunció el ceño. Era la primera vez en toda mi vida que rechazaba comida y me dolía en el fondo del corazón, pero estaba con prisa. Tenía algo urgente que investigar.
-Iré en autobús, no te molestes. -Me acerqué a él y le di un beso en su mejilla. Él se tensó ante mi toque. Sentí una electricidad recorrer mi cuerpo. Lo había hecho por costumbre, siempre que me despedía de alguien le daba un beso en la mejilla, pero al parecer él no estaba acostubrado a ese tipo de despedida.
¿Cómo mierda Scott me podría decir que no me ilusione con él si cada vez que me acercaba miles de emociones se acumulaban en mi interior?
-Eres un enigma. -Su voz misteriosa despertó mi curiosidad.
-¿Un enigma? -Pregunté levantando una ceja con interés. Él asintió y luego dio un paso hacia mí.
-Un enigma el cual yo mismo me encargaré de descifrar. -Sus ojos me estaban comiendo viva, baje la mirada al no poder mantener el contacto visual. No entendía muy bien la situación. Parecía como si él me conociera pero al mismo tiempo pareciera que yo era una extraña la cual él trataba de conocer. Al parecer se sentía de la misma manera en la que yo me sentía. Una mezcla de confort y tensión al mismo tiempo.
-Nos vemos luego. -Inquirí mientras me alejaba de él. Tenía que cortar distancia con él, era demasiado peligroso para mi estar cerca suyo. Era una tentación la cual debía de suprimir.
Él no respondió, simplemente se quedó allí con su mirada misteriosa que estudiaba cada uno de mis movimientos.
Me dirigí hacia la puerta principal que supuse que era la puerta que daba al exterior y me marché.