DARK SOUL

By The_LittleBlonde

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"Si no estas dispuesta a amar sus demonios, simplemente no intentes sacarlo del infierno." -No tienes que est... More

DARK SOUL
CAPITULO 1
CAPITULO 2
CAPITULO 3
CAPITULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPITULO 7
CAPITULO 8
CAPITULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPITULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPITULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 22
CAPITULO 23
Capítulo 24
CAPITULO 25
CAPITULO 26
CAPITULO 27
CAPITULOS 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
Capítulo 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
CAPÍTULO 37
CAPÍTULO 38
CAPÍTULO 39
CAPÍTULO 40
CAPÍTULO 41
CAPÍTULO 42
CAPÍTULO 43
CAPÍTULO 44
CAPÍTULO 45
CAPÍTULO 46
CAPÍTULO 47
CAPÍTULO 48
CAPÍTULO 49
CAPÍTULO 50
CAPÍTULO 51 -FINAL-
EPÍLOGO
Secuela
SEGUNDO LIBRO- CONTRITUM

CAPÍTULO 13

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By The_LittleBlonde

Sentía cada parte de mi cuerpo completamente adolorido, como si me hubieran maltratado y luego habrían cortado cada parte de mi cuerpo para después volver a coserme con un hilo de muy mala calidad.

Sí, así de mal me sentía. Mi cabeza iba a estallar en cualquier momento. Mi cuerpo se sentía absolutamente sin energía. Abrí mis ojos con muchísima dificultad. Todo daba vueltas y se veía borroso. Forcejeé mis ojos intentando ver nítidamente mi alrededor, pero todo daba giros y me resultaba casi imposible.

Pestañeé varias veces y visualicé una camilla enfrente a la mía en donde una chica completamente idéntica a mí se encontraba con los ojos cerrados. Era absolutamente igual a mí a diferencia de su melena, ella la tenía de un color café oscuro mientras yo la tenía más clara. Intente levantarme de golpe pero un fuerte tirón en mis muñecas me detuvo. Mire mis muñecas y vi que estaban esposada cada una por el tubo de hierro de la cama.

Me estremecí al ver que un suero de sangre estaba conectado a mi cuerpo y al de aquella chica. Era mi sangre. Yo le estaba dando mi sangre a aquella chica.

¿Qué clase de experimento macabro era esto?

Estaba espantada, sí. Pero la rabia consumió al miedo. Me enfurecí. Sea la persona que sea no tenía el derecho de hacerme esto. No tenía mi consentimiento. No iba a ser la rata de laboratorio de nadie.

Forcejeé las esposas de hierro intentando liberarme pero resultaba imposible. Me retorcí como una lombriz que se estaba chamuscando en el sol, intente liberarme de todas las maneras posibles, pero simplemente resultaba imposible. De repente sentí un fuerte pinchazo en mi brazo. La vista se me nublo y todo se volvió negro hasta que perdí el conocimiento.

-¿Jay? Despierta osa dormilona -una voz familiar me llamaba, pero me resultaba casi imposible abrir mis ojos. -MALDITA SEA JAY DESPIERTA ¿ACASO ESTAS ENFERMA? -El grito me desconcertó haciéndome despertar de golpe, pero al ver la cara de mi padre enfrente de mí, me tranquilice. Un alivio recorrió mi cuerpo.

Fue sólo una pesadilla.

-Hola... -mi voz fue apenas un susurro. No tenía fuerzas para hablar, me sentía muy débil. Mi padre me miro entrecerrando los ojos.

-¿Te sientes bien? -su voz denotaba preocupación.

-Si... solo tengo mucho sueño -Mentí, obviamente.

-Está bien, puedes seguir durmiendo si quieres solo vine a despertarte porque Iam vino a verte, pero puedo decirle que venga más tarde si quieres. -Mi padre se levantó del borde de mi cama y se dirigió a la puerta.

¿Iam vino a verme?

De pronto sentí una energía recorrer mi cuerpo y rápidamente respondí.

-Ya bajo, me cambiare y bajo. -Mi padre asintió y luego cerró la puerta marchándose.

Me froté los ojos un poco confundida. ¿Porqué tuve esa horrible pesadilla? Daba igual. Me encogí de hombros mientras me decía a mí misma que tenía que dejar de ver tantas películas de terror que me hacían alucinar y tener pesadillas como una enferma mental.

Me levanté y me pare enfrente al espejo mientras me quitaba la camiseta grande que llevaba puesta. Me quedé petrificada al ver mi reflejo. Mi cuerpo estaba lleno de moretones. Tenía manchas moradas y negras por todos lados como si hubieran jugado con mi cuerpo. Me estremecí mientras mis manos empezaron a temblar descontroladamente.

Rápidamente dirigí mi mirada a mi brazo y vi un pinchazo como los que dejan las agujas, y alrededor del pinchazo se veía un gran moretón de color negro.

Con mis manos temblorosas tomé unos jeans y una blusa de color negra de mi armario y me vestí. Me peiné lo más rápido que pude mientras me lavaba los dientes. Bajé las escaleras con prisa como si el mundo se estuviera acabando y ahí estaba él. Con sus ojos azules observándome con aquella mirada tan oscura. Lo miré seria mientras me acercaba a él.

-Tenemos que hablar. -Espeté seca.

-Pienso lo mismo. -Su mirada era seria, y no había ni una pizca de diversión en su rostro.

Él no dijo absolutamente más nada, simplemente se dirigió hacia la puerta y salió de la casa. Instintivamente lo seguí mientras lo veía subirse a un auto negro. Lo miré un poco confundida y él me hizo una seña para que vaya junto a él, me abrió la puerta del copiloto y entré. No entendía a que iba todo esto. Supongo que él supo interpretar mi confusión plasmada en mi rostro pues me aclaro la situación.

-No podemos hablar aquí. -Y con eso lo comprendí todo. Esto no era una broma, lo que él tenía para decirme era algo completamente serio. Escuche el ruido suave del motor del auto encenderse y aceleró alejándonos de mi casa.

La carretera estaba casi vacía por lo que no importaba que él fuera a tan alta velocidad. Su auto era un lujo que yo nunca podría tener. Los asientos estaban forrados en cuero negro con detalles grises. Su auto era divino y de lo más moderno. ¡Hasta tenía una nevera de dos puerta y una computadora ahí dentro! Yo podría invernar como un oso ahí adentro con mucho gusto. Él pareció sentir mi mirada pues se giró hacia mí.

-¿Tienes hambre? -preguntó con una voz neutra sin denotar ninguna emoción.

-No tanto. -Respondí mientras me retorcía por dentro pues el hambre me estaba consumiendo lentamente. Pero no iba admitir enfrente de él que yo tenía hambre.

Él tomó el volante con una mano mientras que con su otra mano abrió una de las puertas de la pequeña nevera negra que se encontraba en el auto. Por lo que visualicé, ese lado de la nevera estaba en modo "tibio" , era algo así como un horno y no una nevera, me sorprendí al darme cuenta que esas cosas existían en los autos. Sacó tres frascos de plásticos que tenían una forma rectangular y me los dio. No dijo absolutamente nada, simplemente siguió manejando con su mirada fija en la carretera.

Tomé el primer frasco y le saqué la tapa. Había cuatro tostadas calentitas que se veían deliciosas y recién hechas, al lado de las tostadas había mermelada de frutilla y crema de leche. Fruncí el ceño al darme cuenta que ese era uno de mis desayunos favoritos. ¿Cómo él sabía lo que me gustaba? Con el ceño fruncido abrí el otro frasco y me quedé petrificada. Había unas rojas frutillas frescas y al lado chocolate derretido y chantillí. Esto se estaba poniendo muy raro, sólo faltaba el chocolate caliente y los panqueques. Revoleé los ojos al pensar en eso. Saqué la tapa del tercer frasco y por alguna razón ya no me sorprendí al ver los panqueques con miel y un vaso de chocolate caliente a su lado.

-¿Cómo sabes mis gustos? -pregunté verdaderamente sorprendida. Él simplemente se encogió de hombros mientras no sacaba la mirada de la carretera.

-Intuición, ¿tal vez? -lo dijo indiferente. Yo fruncí el ceño un poco fastidiada ante su respuesta mientras me llevaba una tostada con mermelada y crema a la boca. Estaba tan deliciosa que me dieron ganas de darle las gracias, pero por otro lado simplemente no quería decirle "gracias" como una estúpida que no entendía que mierda ocurría a su alrededor así que me quede callada todo el trayecto mientras desayunaba.

¿Intuición? Intuición y una mierda. Algo raro pasa acá y lo voy a descubrir.

Llegamos a un lago después de unos veinte minutos de viaje, el cual yo había aprovechado para devorarme todo el desayuno que él me había preparado.

Cuando el auto se detuvo yo me bajé rápidamente mientras miraba a mi alrededor y me quedé fascinada. El pasto era de un verde limón mientras pequeñas flores amarillas decoraban su superficie. Los arboles eran frondosos y de un verde oscuro en donde se podía visualizar muchos nidos de pajaros. En el medio de aquel bellísimo lugar un enorme lago decoraba el paisaje con sus cristalinas aguas que caían de una cascada formada por enormes piedras grises. Era el lago que mi padre me había dicho que visitara. Apenas me percaté de que Iam se encontraba a mi lado.

-¿Te gusta? -su voz no demostraba felicidad ni tampoco desagrado, simplemente era neutra.

-Es hermoso. -una sonrisa se formó en mis labios mientras miraba toda aquella obra de arte natural.

-Ven -él me tomó de la mano para guiarme por aquel lugar. Una energía recorrió todo mi cuerpo cuando su piel tocó la mía.

Él simplemente me dirigió hacia unas rocas que se encontraban en la parte superior, cerca de la cascada y se sentó mientras me ayudaba a mí a acomodarme en una de las rocas.

-¿Sueles frecuentar mucho este lugar? -pregunté fascinada. Él se encogió de hombros como si le daba igual. Fruncí el ceño un fastidiada por su reacción.

Ya estoy empezando a odiar tu indiferencia maldito bastardo.

-No tanto, solo vengo cuando quiero pensar en cosas difíciles. Éste lugar me da cierta paz. -tenía su mirada fija en el agua.

-¿Y ahora tienes que pensar en algo difícil? -él me miro en el momento en que dije eso.

-Tengo que decirte algo que tuve que haberte dicho el primer día que te conocí. -Sus palabras eran duras y eso me estremeció por completo. ¿Era tan horrible lo que tenía por decirme o simplemente adoraba asustarme?

-¿Qué tienes que decirme? -mi voz estaba quebrada como si ya supiera que algo horrible iba a ocurrir. Él me miro intensamente con aquellos ojos de hielo que me hacían temblar. Su mirada era la más tenebrosa que había visto en toda mi vida.


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