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El perfume floral que me inunda las fosas nasales es embriagador

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El perfume floral que me inunda las fosas nasales es embriagador. El alcohol que corre por mis venas me vuelve desinhibido y, sin importarme que estemos que estemos a la vista de todo el mundo, pego mi cuerpo al de Andrea Roldán.

Casi de inmediato, coloco una palma extendida sobre su estómago y ella se gira sobre su eje para encararme. Cuando lo hace, mis ojos caen directamente a sus labios rojos.

Una sonrisa lenta se dibuja en su boca antes de que envuelva los brazos alrededor de mi cuello.

Quiero besarla.

—¿Bailamos? —inquiero, con la voz enronquecida.

Su sonrisa se ensancha.

—No —replica, y una mezcla de irritación y diversión me embota los sentidos. Ella parece notar algo en mi gesto, ya que, luego de unos instantes, añade—: La próxima vez, invítame a salir y bailamos. Hoy vine con mis amigos.

Señala a un punto a sus espaldas, donde la chica y los otros dos fulanos con los que llegó se encuentran mirándonos de reojo.

Suspiro.

—Si vas a hacerme pagar por esto, que no sea esa noche, Andrea —digo, preso de una honestidad brutal que no sé de dónde viene—. Esta noche no puedo dejar de pensar en todo lo que puedo hacerte mientras usas ese vestido.

La preciosa mirada castaña de Andrea se oscurece ante lo que pronuncio y noto cómo traga duro cuando, para probar mi punto, deslizo mis manos hasta la curvatura de su espalda, justo donde el pronunciado escote termina y la piel caliente comienza.

—¿Y qué puedes hacerme? —dice, con un hilo de voz.

Una sonrisa lenta y perezosa se desliza en mis labios ante el reto implícito en su declaración.

—¿Quieres que te lo diga? —Hago una pequeña pausa y me relamo los labios. Luego, acerco mi rostro al suyo, tanto, que nuestros alientos se mezclan. Entonces, continúo—: ¿O quieres que te lo haga?

Sus ojos se oscurecen tanto en ese momento, que toma todo de mí no echármela al hombro y buscar un lugar dónde hacerle pronunciar mi nombre entre resuellos y jadeos.

Se lame los labios con la punta de la lengua y todo dentro de mí se revuelve con violencia y anticipación.

No dice nada, solo me regala una mirada que me impide pensar en nada que no sea en ella debajo de mí. Sobre mí.

Se gira sobre su eje para deshacerse de mi abrazo.

Creo que me va a dejar aquí, de pie como un idiota, en medio del área VIP del lugar, pero, contra todo pronóstico, entrelaza nuestros dedos y guía nuestro camino hasta donde la gente que se encuentra aquí arriba baila. Es una espaciosa estancia con sus propias luces danzantes y se encuentra cerca de la barra de la planta alta.

De nuevo tú ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora