38

96K 9.3K 8.6K
                                    

—Señor Ranieri, disculpe que lo moleste de nuevo, pero el señor Barrueco ha llamado una vez más

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Señor Ranieri, disculpe que lo moleste de nuevo, pero el señor Barrueco ha llamado una vez más. —La voz de Lorena inunda mis oídos y alzo la vista de los documentos que leía con atención.

Una mezcla de diversión e irritación rápidamente se cuela en mi torrente sanguíneo y una sonrisa irritada, de manera inevitable, se dibuja en mi rostro.

—¿Qué le has dicho? —inquiero, curioso, pero tratando de mantener mi gesto serio.

—Que seguía en reunión... —Hace una mueca dolorida—. Como hace una hora que llamó.

Asiento.

—Bien. —Hago un gesto que indica que puede retirarse—. Gracias.

—Pero, señor, ¿qué hago si vuelve a llamar?

Lo pienso unos segundos.

—Eso: Que sigo en junta. —Esta vez, no me molesto en disimular la sonrisa descarada que tira de mis labios.

El gesto torturado de mi secretaria casi me hace retractarme, pero me mantengo firme hasta que se marcha y me deja solo una vez más.

El teléfono nuevo entre mis dedos me parece una exageración cuando lo tomo, pero no tuve más remedio que quedármelo pese a que no lo necesitaba.

Ayer, luego de que salí del pent-house por la cena, no pude evitar pasar a un centro comercial a comprar un condenado teléfono para Andrea. Fue el error más grande que pude haber cometido. Se puso como loca cuando se lo di. Casi me lo lanza a la cara cuando le dije que se lo tomara como regalo de cumpleaños muy —muy— atrasado.

Estaba tan indignada y molesta, que creí que no volvería a hablarme. Por fortuna, unos cuantos arrumacos y una disculpa susurrada —y bien intencionada— contra su oreja, fueron suficiente para hacerla olvidar el mal rato.

Y, pese a que las cosas no pasaron a mayores términos entre nosotros, tuve que tomar una decisión estratégica para conseguir que Andrea me aceptara un Smartphone.

Una sonrisa lenta y satisfecha se desliza en mis labios cuando leo «Liendre (temporal)» en la pantalla, seguido de un ícono de mensaje, y lo abro de inmediato para leer:

«Te dije que no quería que me regalaras un teléfono».

Un bufido se me escapa, pero tecleo rápidamente:

«No te lo estoy regalando».

Al cabo de unos segundos, recibo:

«¿No? ¿Qué es esto, entonces?»

No me toma mucho responder:

«Un préstamo.

Te estoy prestando un teléfono que ya no voy a utilizar porque ayer me compré uno nuevo».

De nuevo tú ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora