QUINCE

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Hay un capítulo antes de este, por si Wattpad te trajo aquí.
...

:= Amanda =:

Observo el blanco techo mientras la doctora Ruiz coloca el frío gel en mi vientre y conversa con Adán, pero yo no soy capaz de poner atención a lo que dicen. Mi mente está lejana a esa habitación porque después de esto, después de verlo, todo se hará más real.

Aún hay una parte de mí que se encuentra en negación sobre el asunto, pero está ecografía confirmará lo que la otra parte de mí ya sabe.

—¿Amanda?

Regreso al mundo y volteo a ver a la doctora. Su cálida sonrisa me obliga a regresársela.

—Lo siento, no la escuché.

—No te preocupes, es normal estar nerviosa. Lo bueno es que tienes una mano la cual sostener.

En un acto reflejo busqué la mano de Adán, y él lo notó, pues no tardé en sentir la calidez de su palma. Sí, estaba muy nerviosa y ansiosa.

—Bien, vamos a ver —murmuró y poco después colocó un extraño aparato que esparció el gel.

Puse mis ojos en la pequeña pantalla, pero solo fui capaz de ver manchas negras, blancas y grises. Recordé un capítulo de Friends donde Rachel se sentía mal por no poder ver a su hijo y solo distinguir manchas.

Estoy asustada de que eso me pasé. Apreté la mano de Adán cuando la doctora iba diciendo cuánta cosa se cruzara, pero yo solo estaba observando lo que aparecía, intentando buscarle alguna forma. Entonces un gran círculo negro apareció en medio de muchas tonalidades de gris y dentro había una mancha.

Algo me decía que esa mancha rara era mi bebé.

Mi bebé, mío y de... y de... mío y de alguien más.

—Aquí está. Por como veo, estás entre la octava o novena semana de gestación.

Asentí y mi mente comenzó nuevamente a divagar. Las matemáticas no son algo complicado para mí, así que no fue difícil llegar a la semana en qué posiblemente quedé embarazada.

La última de enero o primera de febrero.

Eso no me saca de dudas, sigue estando entre Eder y Tobías. El veintiséis de enero fue la fiesta de Aura.

Ya. No me mortificaré más, Adán es el padre de este bebé y punto. No voy a buscarle cinco patas al... la imagen de Lucrecia diciéndome que los humanos complicamos todo se me vino a la mente. Y tiene razón, estoy formando una tormenta en un vaso de agua.

Miré a Adán y su sonrisa estaba enorme, también tenía un brillo en los ojos que no quería que se apagara.

Esperanza.

No sé qué tan jodido es envejecer y sentir que se te va la vida y no has hecho nada con ella, pero él no merece sentir algo similar. Es una persona genial, estoy seguro que será un gran padre.

Mi bebé no necesitará al biológico si tiene a Adán, y menos si es Tobías.


—¿Puedo quedarme con una? —me preguntó mientras veía la impresión de la ecografía a la vez que esperábamos que nos entregaran la orden de hamburguesas que hicimos.

—Por supuesto, eres el padre.

—Soy papá —susurró—. Wow.

Es divertido verlo en este modo, tan absorto en una simple imagen.

Te propongo un deslizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora