ONCE

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Hay un capítulo antes de este, por si Wattpad te trajo aquí.
...

:= Adán =:

Noté como sus manos temblaban y me felicité por haberle comprado un té y no un café. Le pasé su vaso en un semáforo en rojo, ella leyó su nombre en él y sonrió.

—Gracias. También por lo de allá.

—Siempre hay un idiota con el cuál lidiar. Por eso me volví abogado.

—¿Para combatir a los idiotas? —preguntó antes de empezar a beber su té.

—Para no convertirme en uno. El dinero corrompe a las personas, señorita Báez —en mi mente se posó la imagen de mi hermana investigando a todos las personas que entran en su vida; José, que se cree el rey de todos solo por... honestamente no sé ni en qué trabaja.

—Las personas corrompen personas, así de sencillo.

Asentí a su afirmación. Hay muchos medios por el cual una persona se corrompe. Es difícil no perderse en un mundo de excesos. Cuando tienes algo, ansias más para tener reconocimiento.

Quizá yo sea defecto de fábrica, yo estoy bien con la posición social que tengo. Y quiero que ese bebé, al crecer, también esté satisfecho. Y si no, también le enseñaré a sobresalir sin pisotear a nadie.

«Salen más cangrejos de la cubeta cuando se trabaja en equipo», decía mi padre mientras mirábamos las luces de la ciudad desde nuestra casa.

—¿Qué quieres cenar? —pregunté para hacer que olvide el mal trago que le hizo pasar el envidioso.

Ella soltó un suspiro pesado. La miré unos segundos para notar que me observaba.

—No quiero estar rodeada de muchas personas —pide.

Creo que para no estar rodeada de muchas personas, lo ideal es hacerlo tú mismo.

—Como órdenes.


:= Amanda =:

Me abstengo de sobar mi brazo, en el área donde me sujeto el imbécil de Tobías; no quiero que Adán se preocupe más de la cuenta. Suficiente hizo con asustarlo con eso del código penal. No sé si sea cierto, pero ya vi el miedo que infringe a las personas saber qué pueden recibir al hacer algo malo.

Quizá no sea necesario aprenderme todo, solo debo aparentar seguridad al dar datos falsos, pero que causen impacto en la persona. Al menos los pongo a pensar unos momentos, haciendo que bajen la guardia y yo pueda huir.

Y más ahora que no solo mi vida depende de mí.

No sé a dónde nos dirigimos, pero como en silencio el pan que me dio con mi té.

Él es demasiado atento, tanto como Eder lo fue en su momento. Supongo que en el mundo sí hay hombres por los que vale la pena arriesgarse a que nos rompan el corazón.

No todos están cortados con la misma tijera. O al menos hay más tipos de cortes.

Me extraña ver que nos alejamos del centro y entramos en los suburbios. Los vecindarios aquí son demasiado hogareños en comparación a dónde vivo, qué hay tanta separación entre vecinos, que a veces no sabes si realmente alguien vive ahí.

Te propongo un deslizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora