Extra #1

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:= Amanda =:

Cepillo su cabello con cuidado de no jalar su cuello y lastimarla. Ella sonríe y carcajea con las caricaturas que transmiten en la televisión, ignorando mis movimientos. Por el espejo puedo observarla intentar agarrar con su cuchara un trozo de mango, pero se desespera y prefiere tomarlo con su mano. Reí. Está cercana a cumplir el año y sus intenciones de usar las manos para comer no creo que planee dejarla.

No puedo culparla, Tobías prefiere mancharse los dedos que lavar un cubierto, y su convivencia con él es más que con Eder. Incluso más que conmigo.

Termino haciéndole dos coletas y adornándolas con moños amarillos que combinan con su vestido.

—No te vayas a ensuciar la ropa —le recordé al ver sus intenciones de limpiar sus manos en la tela. Observa a todos lados, se estira a su izquierda y alcanza mi short de pijama. Se limpia en él—. Como tú no lavas —mascullé, y terminé riendo; era lo que mi mamá me decía cuando también estaba pequeña.

—Se aproximan Eder y Tobías —anunció Sally. Morgan, al escuchar el nombre de... sus padres, me mira y sé lo que quiere, así que la cargo para bajarla de la cama; la observo andar hacia la salida de la habitación, directo a la puerta.

Apagué el televisor y también salí justo a tiempo para cuando Eder y Tobías entraban, este último yendo hacia Morgan.

—¡Morgana! —Los tres esperamos una acción de su parte, cualquier sonido, pero solo sonrió y pegó los labios a la mejilla de Tobías, feliz por verlo.

—Ya hablará —dice Eder acercándose a su amigo, logrando que Morgan estire sus bracitos hacia él para brindarle algo de su amor también—, ¿verdad, princesa?, solo eres un poco floja, como tu madre.

—Oye, soy una persona bastante activa —me defendí. Eder no dijo nada más y se dirigió a la habitación de Morgan para llevarse sus cosas mientras Tobías se acercaba a mí, cauteloso.

—¿Pensaste mi propuesta? —Lo dejé invadir mi espacio personal, pero no llegó a tocarme, en cambio, yo sí levanté mi mano para acunar su mejilla. Separé mis labios para hablar, pero Eder me interrumpió.

—Bueno, tórtolos, ya tengo mi equipaje, nos vemos en tres días. —Morgan rio y me interpuse en su camino, deteniendo su caminar colocando una mano sobre su pecho.

—¿Disculpa? Dijiste que solo la llevarías a una salida con tus padres.

—Que dura tres días —explicó; abrí mis ojos al máximo, mirando a mi bebé—. Tranquila, Amy. La cuidaré —prometió algo que sabía bien, pero no se trataba de eso.

Pasé nueve meses de su vida inconsciente y mi plan era disfrutar lo que quedaba de esta bella etapa de crecimiento. Me negaba a despegarme de ella más de cuatro horas. Incluso la llevaba conmigo a la agencia al no tener negativa de mi jefe; es más, se cayeron bien. Él le da galletas de chispas de chocolate y ella las come en silencio.

Suspiré. No podía negarme cuando la habían cuidado tan bien. Merecían estar y pasar tiempo con ella también.

—Bien. —Me acerqué a ellos, besando la mejilla de mi bebé; me regaló una hermosa sonrisa—. Sé buena niña, Morgan.

Tobías se despidió también cuando pasaron por su lado, y yo solo quería correr tras ellos y pegarme a Morgan como una sanguijuela.

Te propongo un deslizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora