CATORCE

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Hay un capítulo antes de este, por si Wattpad te trajo aquí
...

:= Adán =:

Bebí un trago del té que me ofreció la señora Báez en una taza. Me arrepentí al instante, aún estaba caliente, así que me quemé el labio y la lengua, pero evité hacer una mueca, pues los padres de Amanda estaban sentados frente a mí en el comedor.

—Así que tú eres el muchacho —soltó su padre.

No supe que responder ni a qué se refería con ello. Miré de soslayo a Amanda y ella evitó responder al beber de su taza.

—Soy Adán —respondí, no sé si bien o mal, pero lo que cuenta es la intención.

Genial, ahora sí me siento como un adolescente.

—Hace tiempo que queríamos saber con quién sale nuestra hija —la señora Báez me sonríe.

—También es un placer conocerlos.

«Sigue así, Adán», me felicito, «evade las preguntas sin contestarlas del todo. Soy un genio».

—Sí, un placer, pero ya es tarde —mencionó Amanda—, y mañana hay que trabajar temprano.

Se puso de pie y me obligué a beber de un tirón el té para imitarla. Sus padres también se levantaron.

Solo me dio tiempo para despedirme y agradecer el té, pues Amanda tomó mi brazo y me arrastró a la puerta.

—Oye, me vas a arrugar la chamarra.

—Lo siento —suspiró cerrando la puerta tras de sí—. Es complicada la relación con mis padres.

—Me parecieron buena onda.

Blanqueó sus ojos y miró el piso.

—Porque no tienes tatuajes y pareces alguien decente.

Tatuajes.

Recordé al chico que la miraba como si fuera su vida. En las fotografías se mostraba que él tenía tatuajes en los brazos.

Al menos el mío está en mi tobillo.

Comenzó a caminar al auto y la seguí.

—Mis padres jamás conocieron a Eder, mi ex —explicó—. No porque no quisiera meterlos en mi vida, sino porque no quería que lo juzgaran sin conocerlo.

Me encogí de hombros.

—Sería aberrante que alguien les dijera que tengo uno en el tobillo.

Soltó una carcajada y la miré cuando nos detuvimos frente al auto.

—¿Qué? No soy tan aburrido como parezco.

—Simplemente no me lo esperaba. ¿Qué es?

Observé las ventanas de la casa, con todas las cortinas cerradas y levanté un poco mi pantalón para mostrárselo.

—¿Un sol? —preguntó extrañada y asentí.

—A veces la vida parece nublarse, no eres capaz de ver qué hay más detrás de esa negrura. El sol me recuerda a que siempre habrá luz, sin importar qué tan oscuro parezca el camino.

»El sol es esperanza.

Levantó sus ojos a los míos, y deseé que mi sol de tinta pudiera brillar para iluminar el marrón de su iris.

—Eres demasiado complejo, Adán.

—No soy complejo, solo comprendí la complejidad de la vida. Son cosas distintas.

Te propongo un deslizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora