CUARENTA Y SEIS

3K 484 150
                                    


:= Adán =:

Las ganas de envolverla en una sábana y llevármela lejos para siempre no me faltan. Mis manos me pican por pasar los dedos sobre su espalda, delineando cada hueso de su columna. Quería escuchar cada uno de sus suspiros por el resto de mis días, pero esto no va a llegar muy lejos una vez el sol ilumine el cielo, lo sabía bien, y lo acepté.

Era una única y última locura que no se puede alargar mucho más si el tiempo no se detiene, algo imposible para la tecnología en esta época.

Me niego a pensar en cualquier otro tiempo que no sea el ahora. Quiero apreciar esta última oportunidad de tenerla a mi lado, aunque sea por unos minutos más. Logré quedarme en el presente cuando abrió sus ojos, parpadeó y se enfocó en los míos.

—Sabes que no me gusta que me mires tanto —murmuró con voz adormilada.

—Quiero suplantar el recuerdo de la última vez que te fuiste de mi lado por este —me excusé, detallando las facciones que puedo apreciar al estar acostada sobre una mejilla—. El adiós que merecíamos, supongo.

Se removió, bajando un poco la cobija que nos cubre.

—¿Aún me amas, Adán?

—Nunca dejaré de hacerlo —confesé. Me recosté a su lado nuevamente, sin tocarla—, pero es tiempo de seguir adelante. Hoy es tu boda —le recuerdo.

—Lo es —cerró sus ojos—. Algunas veces me gusta imaginar que serás tú quien me esperará en el altar. Que formaríamos esa familia que tanto quisimos y llegaríamos juntos a la vejez —ríe bajo—. Pero solo son fantasías a las que no puedo dejar de aferrarme.

—Te diría que te esperaría todo lo que quisieras, solo que no te vas por trabajo o a la guerra. No podemos seguir aferrándonos a fantasías, Zoey.

»Este será un adiós para nosotros, porque vernos a escondidas no es algo que me emocione.

Movió su mano de la almohada, acariciando mi mejilla.

—No te pido que me esperes o que no hagas tu vida con alguien más, mientras estés bien, puedo estarlo yo.

Fruncí el ceño, acercándome más a ella. También se movió, dejando que la abrace, apoyando su cabeza en mi pecho, donde mi corazón late acompasado y su mano sobre él lo puede sentir. Algo aquí olía muy mal. No creo que sea una indecisa que solo quería pasar una noche diferente antes de casarse. Ella no es así. No traiciona a quien ama, razón por la que no podía creer que me hubiese engañado.

Por eso fue tan difícil aceptarlo. Romper y cambiar toda la imagen que tenía de él. Ahora está preocupación altera nuevamente a mis neuronas, preguntándose si solo fingió amar a mi primo.

—Antes de decir adiós, necesito saber el motivo de tu partida —le pido—. Y si me dices que es porque José es un caballero y que lo amas, voy y le cuento esto —bromeé. Su mano se cerró sobre mi piel antes de deslizarla a mi costado derecho para abrazarme por completo, enredando su pierna a la mía en el proceso.

—José es todo, menos un caballero. Lo dije porque fue el calificativo más decente que se me ocurrió en el momento. No lo amo, es todo lo que te puedo decir.

—Pero te casarás con él.

—Tengo que hacerlo, Adán, sin importar lo mucho que no quiera, debo hacerlo. —Levantó su mentón, conectando su mirada con la mía—. Y de verdad que no quiero.

Te propongo un deslizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora