DOCE

9K 1.7K 276
                                    

Hay un capítulo antes de este, por si Wattpad te trajo aquí.
...

:= Adán =:

Por un instante me imaginé a un bebé recién nacido con su ropita que defina su sexo, sin ninguna mancha de sangre o placenta. Es claro que cuando se es niño, uno es capaz de creer hasta que la vida es fácil.

Cuando tenía cinco pesos, antes creía que podía comprarme la tienda entera, ahora sé que me hace falta mucho solo para comprarme un agua. Aunque, suponiendo que crecí cuando todo estaba más barato, no estaba exagerando mucho.

Le pasé su comida. Honestamente el sushi tampoco es una de mis comidas favoritas, pero este restaurante tiene en su menú varios platillos que sí están cocidos. Antes de sentarme a comer, le doy a Picky su ración para la cena, para que nos deje en paz unos minutos.

Estoy nervioso. No saber lo qué Amanda dirá me tiene así. Yo estoy muy seguro de lo que quiero. Tener un hijo es un paso para formar una familia; me estoy saltando los pasos de una pareja y boda, pero el orden de los factores no altera el producto.

—Uhm, esto está delicioso.

—Sí le echas la salsa de tamarindo, está incluso más.

Sí, definitivamente estoy nervioso. Mis manos empezaron a sudar y mi boca se resecó. La última vez que estuve así fue cuando le pedí matrimonio a Zoey.

Y es que de aquí depende de lo que será mi vida. No solo la de ella cambiará, la mía también. Tendremos que hablar sobre con quién pasará las vacaciones de inverno y con quién las de verano. Tendré que ambientar una habitación y todo lo que me rodea.

Sí, nuestras vidas darán un giro en una nueva dirección.

Pero sí ella decide no hacerlo... bueno, no sé qué será de mí. Quizá vaya al refugio animal a adoptar más perros, aunque he leído que unos se pelean por el cariño de sus dueños, y lo qué menos me gustaría sería poner a dormir a unos por no poder convivir con otros.

O quizá me vaya a alguna costa a pasar mis últimos años de vida rodeado de agua y paisajes paradisíacos. O solo me resigno a que moriré en soledad, trabajando sin descansar para no pensar en la vida vacía que terminé viviendo.

Quizá sí junto la última con la segunda opción, no me iría tan mal. En soledad en el caribe, bebiendo margaritas mientras se pone el sol. Sí, suena como un buen plan para pasar la soledad que traen los años. Hasta podría llevarme a Jesús en la maleta y a Picky en su jaula.

Deja de divagar.

La observé comer, estudiando sus expresiones corporales. Estaba tensa, sí espero a que tome la iniciativa de hablar, creo que ambos nos quedaremos con la duda.

—Entonces, Amanda, ¿hacemos oficial el desliz?

Tragó duro y bebió una gran porción de agua de mango que también encargué. Soltó un suspiro y me miró.

—Tengo miedo de que te eches para atrás y me dejes sola en esto —soltó de corrido y noté como un gran peso se fue de sus hombros.

El miedo. Nuestro peor enemigo. Ese que nos detiene a hacer miles de cosas solo por el «que tal sí...».

Toda mi vida he vivido con miedo. Antes tenía miedo de perder a mis hermanos y no ser capaz de sobrevivir sin ellos. Antes tenía miedo de perder a mis padres y que nos separaran a mis hermanos y a mí para darnos en adopción. Antes tenía miedo de que la comida no fuera suficiente para abastecer nuestra hambre. Antes tenía miedo a decepcionar a mis padres, no aprovechando lo que hacían por mí para enviarme a la escuela.

Antes tenía tanto miedo de las cosas que me rodeaban, que él se convirtió en parte de mí.

Dejé de temerle al miedo y comencé a comprenderlo.

Tener miedo no te hace débil, te hace más fuerte. Tienes miedo de perder todo, pero aún así sigues adelante porque hay una parte de ti que quiere demostrarte que el miedo no debe detenerte, su misión es impulsarte a hacer las cosas.

Excepto sí es saltar de un avión. Ahí el miedo se mezcla con el sentido de supervivencia y es mejor no tentar al destino.

—Y yo tengo miedo de que me dejes fuera de esto —me sinceré. Sus expresivos ojos se posaron en los míos y frunció ligeramente el ceño—. A ti aún te queda mucho tiempo por delante mientras yo estoy más cerca de la muerte.

—Técnicamente todos estamos más cerca de la muerte con cada día.

—¿Me dejas filosofar? —soltó una risa nasal y asintió—. Gracias. Llegar a los cuarenta es algo que no muchos logran, lo sé, pero llegar a esa edad conlleva muchas cosas.

»Tus articulaciones se debilitan, eres más propenso a enfermarte y, sobre todo, es posible que mueras solo si no eres un sugar daddy.

Su sonrisa se hizo más grande con mi última palabra.

—A lo que quiero llegar es: quizá yo ya no sea capaz de formar una familia propia. Los años pesan en el sistema. Tenerte a ti, me da esperanzas de que no todo está perdido.

Sus ojos se cristalizaron y se puso de pie. De un momento a otro estaba allá y ahora está acuclillada frente a mí.

—Eres un hombre maravilloso, cualquier mujer estaría feliz de toparse contigo y, más aun, de tenerte como compañero. Estoy segura que sí sales a conseguir novia, no vas a tardar nada en hacerlo.

¿Esto es lo que se dice antes de terminar con alguien, no? Fue bueno mientras duró.

—Sin embargo, me encantaría compartir esta etapa de mi vida contigo, porque sé, eres el mejor papá que esté bebé pueda tener.

Observé como una lágrima bajó por su mejilla y no fui capaz de controlar el impulso de limpiarla y acariciar la piel en el proceso. Le sonreí.

—Gracias por permitirme ser parte de este viaje, Amanda. Solo una cosa.

—¿Cuál? —su sonrisa creo que era la más grande que le había visto esbozar desde que la conozco.

Su cabello crespo comenzaba a escaparse de la coleta que traía y coloqué un mechón detrás de su oreja.

Sin mirarla, formulé la siguiente pregunta:

—¿Cómo estaré a tu lado en este viaje?

Movió sus cejas de arriba abajo, poniéndose de pie y sentándose a mi lado en el sofá. Tomó mis manos y tomó aire mientras sus ojos me veían con intensidad.

—Lo que dije sobre que cualquier mujer estaría feliz de toparse contigo era muy en serio. Aún amo a alguien, y sé que tú también —asentí con pesar—, pero, por el momento, solo serás mi pequeño desliz responsable de sus actos.

Asentí—: Me parece un trato perfecto.

—Dije por el momento. Quizá con mis encantos te haga olvidar a tu ex.

—Quizá yo, con más cuentos de cómo imaginaba a las piedras de niño, te haga olvidar al tuyo.

—Me gustaría verlo.

Ventaja de la edad: ya sabes lo que quieres para tu vida.

Sus ojos brillaron y no por las lágrimas. Su sonrisa se ensanchó y yo no pude evitar agacharme a besar su mejilla y susurrar:

—Mientras, ocupémonos del desliz. Como padres responsables que somos.



...
Capítulo corto. Salió distinto a cómo esperaba pero... síguele, qué hay otro capítulo ;)

Te propongo un deslizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora