Cap. 155

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Narra Sammuel

Estaba fúrico, Briana no se había conformado con cuestionarme, sino que se había animado a gritarme ¡Y había estado llamándome Sammuel! ¡Ella sabe que me pone muy incómodo que me llamen por mi nombre! ¡Argh! Corrí hasta mi habitación y cuando entré, cerré la puerta con más fuerza de la necesaria y me apresure a ir a mi lado de la habitación para dejarme caer boca abajo sobre mi cama. No solo Briana, ahora hasta Brian me escondía cosas, me sacaba de su vida y ni siquiera se acercaba a preguntarme si estaba bien. Odiaba esto, sentirme tan traicionado, tan molesto y tan triste.

Era la primera pelea "seria" que tenía con mis hermanos.

Un nudo de lágrimas se formó en mi garganta y tuve que reprimirlo. No quería que me afectara tanto...escuché el suave rasgueo de la plumilla de Ethan sobre el papel y supe que estaba en la habitación; aunque realmente no era muy difícil encontrarlo allí, sentado frente a su escritorio, haciendo miles de bocetos y dibujos.

Ni siquiera se había dado cuenta de mi presencia. Él también me ignoraba. Como ellos.

Me levanté de la cama, dispuesto a reclamar alguna de las migajas de atención que últimamente solo sabía darme.

— ¿No te molestó el sonido de la puerta?—sabía que quizá no me pondría atención, así que me paré justo a su lado y toqué suavemente su hombro.

—No, para nada, no te preocupes—su voz había sonado tan despreocupada y distraída que me había molestado a sobremanera.

— ¿Y no te molesta que tu novio esté demasiado cabreado? ¿Siquiera te importa?—crucé mis brazos y apreté los dedos sobre los mismos.

—No sabía que estabas molesto ¿Sucedió algo muy malo?—ni siquiera se había dignado a levantar la mirada.

— ¡Que carajos te importa!—me di la media vuelta y lo oí suspirar cansinamente. Cosa que bastó para desatar mi furia. — ¡Claro que no te importa! ¡Lo único que has hecho últimamente es aplastarte en esa estúpida silla, las veinticuatro horas del día, a garabatear sin ponerme atención y sin siquiera dedicarme una hora de tu maldito tiempo!—estampé contra el suelo la caja que llevaba el pequeño presente que había comprado para él.

—No sé qué te pasó, pero no es como para que te desquites conmigo de esa manera. Sé que últimamente no te pongo mucha atención, pero...—escuché el sonido de su silla y supe que se había levantado— ¡Tú sabias que esto iba a pasar!—se acercó a mí y di un paso hacia atrás, si se me acercaba demasiado, lo mataba. —Hablamos sobre esto, así que ¿Por qué no te calmas y me dices que te sucede?—mala idea, Ethan, muy mala idea pedirme que me calmara; estaba aún más enojado.

— ¿Y ahora si me vas a mirar a la cara cuando te hablo? ¿O vas a volver a meter la maldita nariz en esas estúpidas hojas y a fingir que me escuchas?—mi respiración se entrecortó pero eso no me impidió seguir— ¡COMO LO HAS HECHO DESDE HACE 2 SEMANAS!

— ¡¿Qué demonios te está pasando?! ¡Yo en ningún momento te he reclamado las horas que pasas en tu estúpido club de teatro! Esas estúpidas hojas, como tú las llamas, son todo para mí en este momento.

—Notarías que no he ido al club de teatro desde hace un par de días ¡Si no me hubieras estado ignorando! ¡Todos los días te cuento que hago mientras tú garabateas y haces no-sé-qué cosas!

—...—se despeinó el cabello con una mano, exasperado. —Ya no quiero pelear contigo...quizá solo deberíamos dejar de hablar y calm...—se detuvo, lo había dicho.

—NO.ME.VOY.A.CALMAR.ETHAN.LEMMINGTON—apreté los dientes y los puños. El pareció palidecer un poco y decidió acercarse a mí, pero me alejé y terminé al lado de su restirador.

¡Bendito Whatsapp! (EDITANDO Primera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora