Cap. 143

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Narra Elliot

Estaba tan feliz, que justo ahora podría haber un terremoto y no me daría cuenta. No solo me había infiltrado a su casa con éxito, si no que también había conseguido quedarme a dormir con él. ¿Qué podría ser mejor que eso? Lo único malo es que cuando desperté tuve que controlarme para no mirar debajo de las sabanas. Me había levantado y aventurado a tomar una ducha en su baño.

Conocía su rutina diaria y sabía que hoy no despertaría hasta pasadas las diez de la mañana. Si me atrevía a despertarlo antes estaría molesto el resto del día. Ahora me encontraba preparándole el desayuno. Pensé que unos esponjosos panqueques acompañados de un vaso de juego y un café cargado lo harían feliz y tal vez ignoraría por completo el hecho de que tenía una copia de sus llaves.

Bendita lluvia que me había salvado de que me matara el día anterior. Cuando por fin tenía todo listo y el reloj de la pared marcaba las diez con veinte minutos me dirigí a la habitación. Abrí lentamente la puerta y respiré profundo.

—Willow, ya es hora de que te levantes—dije lo más tranquilo y menos ruidoso que me fue posible. Aunque tal vez no era necesario, ya que mi querido pelinegro estaba sentado en la orilla de la cama, pensando en quien sabe que cosas— ¿Willow?—repetí esperando alguna señal de vida.

— ¿Mnh?—me miró por segundos que me parecieron eternos y para mi sorpresa hizo una pregunta que no esperaba— ¿Qué haces en mi casa?

—Ayer me quede a dormir... ¿No lo recuerdas?—trataba que mi tono de voz sonara normal. Aunque era difícil, el que me hubiera olvidado tan fácil me dolía un poco—Te hice el desayuno.

—Ah...Eres el que tiene la copia de mis llaves—mi buena suerte había durado poco.

—Mi nombre es Elliot—entre más evitara el tema, mucho mejor.

—Eres el niño de los Derricks.

—Si...Soy yo—no sabía bien como debía comportarme en lo que su disco de memoria empezaba a funcionar.

—No voy a seguir preguntando como conseguiste mi llave, porque seguramente sobornaste al portero con algún dulce. Es fan de los postres—si supiera la verdad de como conseguí su llave me mataría, así que para mi mejor si pensaba eso—Hablaste de un desayuno, ¿Qué fue lo que hiciste?

—Panqueques, jugo de naranja y café—dije sin pensarlo mucho, trataba de no verlo demasiado. Su poco uso de ropa era algo malo para el corazón.

— ¿Cómo sabes que siempre desayuno eso?

—Es un desayuno común para los americanos. ¿No lo crees?—reí nervioso. Lo único que quería era estar más tiempo con él.

—Pero para los americanos también es común desayunar huevos con tocino.

—Solo ven a desayunar de una vez—Dije huyendo de ahí.

Tal vez había terminado sonando como una orden de mi parte. Pero es que a cada segundo que pasaba me hundía más en mis propias excusas y necesitaba relajar mi cerebro para poder seguir con esto. No quería que Willow me echara, no cuando estaba tan cerca de poder conseguir algo que otras personas no tenían, la atención del chico que me gusta.

Me dirigí a la cocina a tomar un poco del jugo que había preparado. Debía calmar los nervios que amenazaban con matarme. Aunque creo que sería el pelinegro el que lograría esa hazaña primero.

—No voy a dejar de preguntar—no esperaba que me siguiera tan rápido. Así que termine ahogándome con el jugo. Tal vez era mi karma por acosarlo tanto—Ah, ¿Estas bien?—sentí su mano dándome ligeras palmadas sobre mi espalda. Era raro, ya no había muchas personas que lo hicieran.

¡Bendito Whatsapp! (EDITANDO Primera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora