Cap. 132

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Narra Sammuel

Volví a mirar la pantalla de mi celular, estaba atónito.

¡¿En serio se había atrevido a desconectarse?! ¡Justo cuando me había sincerado con él! ¡Incluso le había dicho mi nombre! ¡Argh! Lancé el celular a la cama y después me aventé yo sobre ella.

Maldito el segundo en el que se había desconectado, maldito el segundo en que le había dicho mi nombre, oh, y aún más maldito el segundo en el que no le había bloqueado. Si es que hay que ser muy desgraciado para desconectarse y, técnicamente, mandarme al carajo.

Miré una vez más la pantalla de mi celular, a lo mejor se le había caído y se le había apagado; o quizá se le había ido el wi-fi, o se había quedado sin datos...suspiré y enterré la cara en mi almohada. A quien engañaba, seguro que se había horrorizado de que yo fuera un chico y había decidido que lo mejor era evitarme. Para siempre.

Escuché la puerta abrirse y luego cerrarse con violencia. En otras circunstancias me habría girado y le cuestionaría su rudeza, pero actualmente no me importaba. La depresión acabaría matándome y saldría en los diarios de toda Escocia. Me imaginaba los titulares: "Bello joven (recalcando lo de joven) muere debido a profunda depresión causada por Romeo".

Estuve a punto de soltar una risita pero el bufido molesto de mi compañero de cuarto me detuvo. Apoye los codos sobre la cama y levante la cabeza. Frente a mi había un nuevo espécimen recién descubierto para agregar a mi enciclopedia "conoce a tu enemigo de cuarto": Ethan enojado.

El sujeto en cuestión llevaba dos sobres de papel en las manos, se acercó a mi y me lanzó uno.

—Briana me dijo que te lo diera—y se dio la vuelta. Fruncí el ceño, molesto. Podía soportar su altanería y su pereza, pero no sus groserías; asi que me levanté y le lancé una almohada.

Lo que vi a continuación no tenía precedentes. En lugar de voltear a verme y responderme con otro almohadazo, Ethan se había limitado a arrugar el sobre en su mano izquierda y a suspirar. Se había atrevido a ignorarme. A mí.

Bufé y justo cuando iba a repetir mi ataque lo vi hurgar entre todo el enredadero de cables que tenía en una caja, estorbando cerca de su escritorio. Se veía desesperado, y para ser sincero, me agradaba esa vista. Me provocaba cierta satisfacción...y cierta ansiedad. Algo en lo profundo de mi mente me animaba a ofrecerme como ayudante en su desesperada búsqueda.

Lo vi vaciar la caja sobre el suelo y casi me da algo. Estuvo desenredando cables cerca de diez minutos, diez minutos en los que no le quite la vista de encima sin saber porque, cuando de repente se levantó con uno en mano. Se dirigió directo al enchufe que estaba cerca de su consola y la desconectó, pensé que iba a preocuparse más pero no, simplemente conecto ese cable y luego su celular a este.

Era la primera vez que lo veía tan atento a su celular, tan atento que no había recogido los cables del suelo. Iba a quejarme, pero a mi no me estorbaban; me interesaba más saber por qué Ethan parecía tan desesperado por devolverle la energía a su modernísimo teléfono.

Estaba tan atento a las acciones de Ethan que la llegada de Briana me tomó por sorpresa.

—¡Sammuel!

—¡Briana!—contesté estúpidamente, completamente nervioso.

—Dime que ya lo viste—la miré, confundido.

—¿Qué? ¿El que?

—¡El sobre, Sam!

—¡Ah! ¡El sobre!—busqué dicho objeto sobre mi cama y casi pude sentir la asesina mirada de Briana en mi espalda, cuando lo encontré lo levanté con una mano y le sonreí a mi loca amiga—Ya lo tengo...

—No lo has abierto—su mirada casi me calcinaba.

—Ya voy, ya voy—abrí aquella cosa con el menor cuidado posible, cuando tuve el contenido en mi manos le miré poco a poco. Eran fotos. Fotos de la obra. La obra que había protagonizado al lado de Ethan. Las miré cuidadosamente, una a una. Cuando llegué a las finales me arrepentí de haberlas mirado. Sentí como el calor trepaba desde mi cuello, pasaba por mis mejillas y se instalaba en mis orejas.

—¿No son perfectas y hermosas?—la cantarina voz de Briana me sacó de mi ensimismamiento—Y lo mejor de todo es que ¡estarán en la portada del periódico escolar de mañana!

—¿Qué?—me atragante con mi propia saliva y mi voz salió de manera extraña

—¡Todos amaron la obra! ¡Seguro que Ethan si aprecia las fotos! ¿Verdad Ethan?

—Ajá—su respuesta había sido tan seca como de costumbre, pero de alguna manera no se sentía como siempre.

—¡¿En serio estas bien con esto?!

—Si, claro, muy bonito—desestimó sin quitar la mirada de su móvil. Me acerqué a él, hecho una furia.

—¡Van a publicar fotos nuestras! ¡¿En serio estás de acuerdo?¡—asintió con la cabeza sin dejar de mirar aquella pantalla.

—¡Deja de mirar eso!—le arrebaté el teléfono y me lo guardé en un bolsillo del pantalón—¡Esto es de vida o muerte!

—De vida o muerte es que me devuelvas mi teléfono—por fin se había dignado a mirarme, pero no era como siempre...era demasiado diferente. La frialdad hacia a mi se reflejaba en sus ojos y a mi...¿me dolía? Sacudí la cabeza y le encaré.

—¡Pues no te lo doy, hasta que resuelvas los asuntos que tienes aquí!—lo saqué del bolsillo y me lo metí en el pecho, por el cuello de la camisa escolar. Había caído justo en el borde con mi cinturón.

—Vas a entregármelo por las buenas o voy a hacer cosas que no te gustarán—tragué saliva, me había asustado un poco, pero no lo suficiente.

—Pues te jodes, porque hasta que utilices tu maldito dinero para evitar que publiquen fotos nuestras, besándonos, no te voy a dar el puto móvil—me había aventurado demasiado, quizá. Y mientras estaba distraído, pensando; me tomó por las muñecas y me estampó contra la pared.

—Lo voy a tener por las buenas...o por las malas—vi una creciente rabia reflejarse en sus ojos y el temblor en mi cuerpo fue algo que no pude detener. Este no era el Ethan de siempre...este Ethan me estaba odiando de verdad. Con este pensamiento, una punzada de dolor atravesó mi corazón y un par de lágrimas resbalaron por mis mejillas.

Soltó mis manos y las dejé caer; pero luego sentí las suyas desabotonar la parte baja de mi camisa escolar y me asusté.

—Te dije que me lo dieras...—su voz había sonado un poco extraña, pero yo no tenía fuerzas ni ganas de seguir analizándolo. Antes de que recuperara su celular me dejé caer al suelo. Metí la mano en mi camisa y le extendí su celular. Lo tomó y, sin mirarme, me habló—Lo siento...ya no quiero estar solo...—y se fue, dejándome con millones de preguntas en la cabeza y un intenso dolor en el pecho.

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Holi~~ Denle gracias a @TsubasaUchiha por ayudarme ayer a hacer este capitulo x3 Espero que te sea de su agrado, se que los #Ethamuelistas estaran intrigados ¬w¬

Gracias por su apoyo!

¡Bendito Whatsapp! (EDITANDO Primera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora