Cap. 150

2.9K 312 120
                                    

Narra Willow

¡Estaba completamente harto! Tan lejos había llegado mi paciencia, que esto que yo sentía, más que hartazgo se estaba convirtiendo en tolerancia. Después de tanto escucharlo hablar, había llegado a un punto en que el hartazgo no era suficiente para expresar el cómo me sentía con respecto a él.

No me malentiendan no es que no hubiera sido agradable tenerlo ahí cuando lo necesitaba. Cuando estaba débil y desvalido. Pero es que tenerlo todos los días alrededor cuando no estoy de esa forma era un poco más difícil de soportar.

Francamente había sido muy agradable el enterarme del hecho que él era el chico con el que yo jugaba cuando era pequeño. También había sido muy agradable saber que no me había olvidado...justo como yo lo hice.

Pero estaba en un momento, donde me daban ganas de preguntar: ¿No quieres desaparecerte otros diez años más? A mí me gustaba el silencio, me dejaba recriminarme y pensar. Pero con él siempre a mi alrededor yendo a cada lugar al que yo iba y sospechosamente sabiendo a qué hora llegaba a cada sitio, se había convertido en algo aterrador.

Hace poco había conocido a una chica pelirroja cuyo nombre no recuerdo, que también parecía seguirme a todos lados. Es decir con ese cabello ¿Quién no podría notarla? Podría ser tonto y lento para muchas cosas, pero eso era algo que cualquiera podría notar a kilómetros de distancia.

Sin embargo, este chico se había mantenido en anonimato y no note su presencia hasta que el mismo se delató. Es más, había sido tan sigiloso para averiguar mis horarios, conseguir una copia de mis llaves y saber, incluso, cuáles eran mis hobbies. Estaba seguro que él me conocía mejor de lo que yo mismo lo hacía.

-Hola, Willow, te estaba esperando-Sonrió con esa cara de idiota que siempre ponía. Además de que nuevamente había hecho gala de su arte en el sigilo y apareció de la nada enfrente de mí.

-Si-empecé a caminar sin resistirme demasiado.

Aquí estaba él, la pesadilla que no me había dejado dormir la última semana. Desde aquel día de tormenta no me dejaba en paz ni a sol ni a sombra. Había intentado de todo para alejarlo.

Indiferencia

Fastidio externado

Incluso había llegado al extremo de decirle: Me gustaba más cuando no eras tan visible en mi vida. Pero nada había funcionaba, el solo sonreía como idiota y decía: No importa, me quedare de igual manera.

Dios, si es que existes... ¿Qué he hecho, tan malo, para que te ofendiera de tal manera que me mandaste semejante castigo? ¿Por qué no podía ser solo un viejo amigo normal? De esos que ves un día en la calle, recuerdas viejas anécdotas por media hora y luego se pierden por no sé, ¿Veinte años? Y luego se reencuentran cuando ya están casados y tienen hasta nietos.

Seguí caminando. Removí mi bolsillo en busca de mi cajetilla de cigarrillos. Nada, busque en mi otro bolsillo, se habían esfumado mágicamente. Suspiré, fastidiado, no sabía que podía ser peor, la perorata interminable de....Elías...Elmo...Elen... ¿Cómo se llamaba? Ah sí, Elliot. O el hecho de no encontrar mi relajantes cigarrillos en mis bolsillos.

La apertura número nueve de Chopin estaba sonando en mi oído izquierdo. Estaba intentando alejarme todo lo posible de la, seguramente, estúpida conversación de Elliot. Rebusqué de nuevo en mis bolsillos y gruñí. Esperaba que no hubiera sido audible para sus oídos.

-Willow... ¿Estás cansado?-entre mis pensamientos y la música me llego la voz de Elliot. Me detuve y le mire.

-No ¿Qué te hace pensar eso?-retome mi caminar. Silence de Beethoven se reproducía ahora en mis audífonos y yo podía sentir como mis emociones fluían con la canción. Al principio rápida y dramática y después bajaba el ritmo a una dulzura dolorosa-Ah...como extraño mis cigarrillos-Pensé.

¡Bendito Whatsapp! (EDITANDO Primera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora