Cap. 118

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Narra Troy

Y ahí estaba yo, enfrente de la casa de los Tsumetai. El corazón me latía desenfrenadamente, el simple hecho de estar en Japón ya me ponía nervioso, las personas eran más bajitas de lo que yo esperaba o tal vez el problema era que yo media demasiado. Tragué saliva y toqué el timbre.

—Yo no debería estar aquí...—pensé más nervioso que nunca. Pensé en salir corriendo pero no me fue posible, era tarde y la puerta se había abierto.

—...—la persona delante mi era su padre.

—Yo...bueno...—la puerta se cerro antes de que pudiera terminar de hablar. Debí haberme esperado esa reacción. Justo al instante se abrió de nuevo la puerta.

—Perdona a mi esposo, es algo...—dudo un poco antes de continuar—la verdad no es muy amigable hehe...-rio nerviosa—¿Pero que haces aquí?

—¡Ne-Necesito hablar con Arien!—la escena anterior me había dejado algo confundido, pero yo había viajado hasta aquí solo para recuperar lo que perdí.

—No se si sea un buen momento—su mirada no me gusto, era como si ella sintiera...lastima.

—Yo se que es raro que yo este enamorado de él—mis mejillas se calentaron y sentí como mi pecho apretaba con fuerza—se que soy mayor, pero...—seria la primera vez que seria sincero sobre mis sentimientos por el pelirrojo—¡Pero yo amo a su hijo!

—Lo se...—dijo ella en un suspiro—por eso no me gustaría que te encontraras con él.

—¿Tan malo es que yo sea un chico? ¿O es por mi edad? Yo puedo cuidar muy bien de él—la desesperación estaba empezando a invadir mi cuerpo. Mi respiración era pesada y sentía que en cualquier momento dejaría de respirar.

—No es eso...—me hizo una seña para que la siguiera en silencio y obedecí sin dudarlo. Pero admitía que una parte de mi estaba asustado.

Era una casa muy bonita, muy hogareña, algo a lo que definitivamente no estaba acostumbrado. Recorrimos un pasillo hasta llegar a una puerta que parecía dar al patio trasero. Me señalo la pequeña ventanilla que daba hacia el jardín. Me acerqué lentamente y por fin divisé a mi pequeño pelirrojo correteando en el jardín. Una sonrisa se marco en mis labios y mi pulso se acelero. Tomé el pomo de la puerta dispuesto a ir a su lado, pero mis ganas se esfumaron tan rápido como habían aparecido.

Arien había saltado a los brazos de un chico alto, de cabello negro y cortó. ¿Quien era él? ¿Que hacia con MI chico? Me sentía tan mal como aquella vez en la que Jaden me pateo cuando me quede a dormir en su casa. Así que ese era el motivo por el que su madre no quería que entrara, lo peor fue ver como ese sujeto le llenaba de besos su linda carita y el solo sonreía alegremente.

—No te tomo mucho reemplazarme...—susurré para mi mismo y solo pude sonreír—supongo que me lo merezco—recargué mi frente sobre el frio cristal de la ventanilla.

Pero en ese momento el pelinegro bajo a Arien al suelo, giro su rostro hacia mi y me sonrió con masilia. Mis ojos se abrieron con sorpresa, esa persona ya la había visto antes, era ese chico que me había apuñalado cuando estuvimos en el parque acuático, era Deim. El miedo invadió mi cuerpo, sentí un golpe en la cabeza y...entonces desperté.

Tardé un momento en acostumbrarme a la suave luz de nuevo día entrando por la ventana. Mi cabeza me dolía y estaba tirado en el suelo me incorpore lentamente.

—Olvide que me quede a dormir con Jaden—el idiota me había tirado de la cama y yo suponía que me había golpeado con algo cuando caí—fue solo un sueño...—mascullé viendo como sobre mi mano caían unas pequeñas gotas de agua. Cubrí mi rostro con una de mis manos—soy demasiado patético para ser verdad—pensé y sonreí.

¡Bendito Whatsapp! (EDITANDO Primera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora