Cap. 114

3.2K 373 166
                                    

Narra Troy

Llegué a casa peor de lo que me había ido a la escuela. Sabía que Jaden no tenía la culpa de nada. Pero no podía evitar estar celoso de él y su nueva relación. Cuando el intercambio terminara podrían estar juntos. Ellos no tenían nada de qué preocuparse. No tenían ningún problema. Y era precisamente lo que me hacía sentir tan lleno de ira cuando me encontraba con mi mejor amigo.

Suspiré y entre a casa. Las clases habían sido tan pesadas que me encantaría saber que mi madrastra no se encontraba. Pero ya era bien conocido que yo siempre tenía la peor suerte del mundo.

—¿Dónde se supone que estabas? —no necesitaba voltear para saber quién me estaba hablando.

—En la escuela, como siempre de lunes a viernes—no estaba de buen humor para contestarle de manera adecuada.

—Tú hora de salida es a las dos de la tarde—siempre se quejaba del tiempo de la manera más ilógica posible—y son veinte para las tres.

—¿Alguna vez ha caminado? Creo que no. Pero es el tiempo normal que se hace de donde vivimos hasta a escuela—la miré de reojo, era un lobo envuelto en piel de cordero. Su apariencia era totalmente adorable para cualquiera que la viera. Pero era el demonio en persona.

—¡No me hables de esa manera! —dio un golpe de su abanico contra su mano. Ah, ese estúpido abanico sacado de un cuadro de época renacentista. Como lo odiaba—Soy tú madre

—Madrastra—corregí sin temor alguno. Estaba harto de que me tratara de esa forma.

—¡¿Qué diría tu padre si pudiera ver tu comportamiento?!—la miré directamente a los ojos.

—Mi padre está muerto, así que es irrelevante lo que él diría. Aunque eso fue realmente conveniente para usted. Se quedó todo su dinero—metí las manos a los bolsillos de mi pantalón y sonreí—Per ya estoy harto.

—¿Cómo que estas arto? —sus zapatillas resonaron por el lugar, tomó mi brazo y lo jaló con fuerza—Tú vas a hacer todo lo que yo diga o sabes que pasara.

—No—jalé mi brazo para deshacerme de su agarre—Tú vas a empezar a hacer lo que yo diga o me iré de la casa—pude vislumbrar el terror en su cara.

—T-Tú no te irías sin "eso"—sonrió triunfal pero la manera en que apretaba su estúpido abanico la delataba.

—Ya no me interesa, puedo irme si lo deseo—me encogí de hombros, era un buen mentiroso cuando quería—¿Y adivina quien se quedaría en la calle? Si yo no estoy aquí te quitaran la casa y cuando cumpla dieciocho años todo pasara a estar a mi nombre.

—Primero te encierro—sabía que sacaría esa jugada, pero yo tenía una mejor.

—¿Y si te mató como a mi madre? —Ladeé un poco mi cabeza y sonreí complacido con su reacción. Pero luego ella me sorprendió sonriendo.

—Querido Troy, tú no podrías matarme—se giró sobre sus zapatillas y empezó a caminar hacia el jardín, pero antes de salir su risa me produjo un escalofrió—No podrías por que quien mato a tu madre fui yo.

—¿Qué? —no me dijo más, solo salió—Debes estar bromeando.

***

Cuando abrí los ojos estaba mareado y me costó un poco levantarme. Sentí un extraño peso en mi mano derecha. Me esforcé por levantar mi mano y observar ese extraño objeto. El mareo me dejó al instante cuando me di cuenta que era una pistola la que sostenía. La solté sin pensarlo y a tropiezos traté de llegar a la salida. Mi tutora estaba parada ahí.

—¡¿Qué hizo señorito?!—exclamó mientras cubría su boca.

—Yo...—no sabía que estaba pasando.

¡Bendito Whatsapp! (EDITANDO Primera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora