Cap. 122

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Narra Arien

¿Cuanto tiempo había pasado desde aquel día en el aeropuerto? ¿Un día? ¿Una semana? ¿Un mes? No lograba recordarlo. Pero recordaba todo como si estuviera fresco en mi memoria. El dolor que sentí en ese momento se seguía repitiendo una y otra vez dentro de mi.

"Nunca te ame, solo jugué contigo"

Esas frías palabras me hicieron despertar gritando. No dejaba de soñar con eso desde el día que me fui de Londres para vivir en Japón. Mi respiración estaba agitada y por mis mejillas podía sentir el rastro húmedo de las lagrimas que habían salido mientras dormía.

-¿Algún día seré capaz de olvidarlo?-pensé tratando inútilmente de calmarme. La puerta de mi habitación se abrió de inmediato.

-¿Otra vez tuviste una pesadilla?- mi madre abrigada en una bata me miraba preocupada.

-Lo siento...-alcancé a susurrar mientras limpiaba mis mejillas con la manga de mi pijama.

-Ya te dije que no hay razón para disculparte-se acerco a la cama y sentó en la orilla-

todo esta bien, se que no quieres hablar de eso. Pero las pesadillas no pueden volverse reales.

-Lo se-no me atrevía a explicarle la razón real de todos mis tormentos-Pero aun así me siento mal por causar molestias.

-Eres mi pequeño, nunca me causarías ninguna molestia-susurró con cariño mientras acariciaba mi cabello.

Mis padres eran sumamente amables conmigo. A pesar de que el señor Tsumetai tenia una mirada y presencia que podían considerarse como aterradoras me demostraba lo mucho que me quería. Siempre estaba preguntando si todo estaba bien y si necesitaba alguna cosa. Había aprendido muchas cosas en este tiempo.

Una de ellas era que mi padre era maestro de educación física en la preparatoria donde asistían dos de mis hermanos. Además de que tenia una tremenda afición por el baseball. Mi madre por otro lado era decoradora de interiores y por lo que sabia había diseñado cada rincón de la casa en la que vivíamos. Pero aún así no había desayuno,comida o cena donde no estuvieran presentes, nunca los veía contestar el teléfono mientras comíamos ni hablar mucho de sus empleos.

En eso eran diferentes a mis otros...no se bien como debería referirme a ellos. A las personas que creí que eran mis padres pero resultaron ser unos secuestradores...bueno, el punto es que eran diferentes en todo.

Además tres hermanos mayores y dos hermanas menores. Todos trataban que yo me sintiera a gusto en ese ambiente. Hablaban conmigo, me preguntaban cosas sobre Londres y demás curiosidades. Dos de mis hermanos tenían el cabello rojo como el mio. El resto tenia el cabello castaño.

Eran tan buenos...que no podía odiarlos por alejarme de Troy. Principalmente por que había sido el rubio quien me lanzó como si fuera un juguete viejo de su vida. Me esforcé por alejar esos pensamientos de mi mente y formular la mejor sonrisa que pudiera generar en ese momento. No quería ser grosero con una madre tan amorosa como ella.

-¿Es por el chico Rubio?Si mal no recuerdo su nombre es Troy-dijo mientras me miraba fijamente.

-No es por él...-desvié la mirada hacia otro lado. Me daba algo de miedo el poder que tenia, como si siempre pudiera saber que pensaba.

-Estoy segura que es por lo que paso con él en el aeropuerto-me tomó de los hombros y me jaló para pegarme a su pecho-siento que ese chico solo dijo esas cosas malas por que quería que tuvieras una familia.

-Tal vez fue así-dije sin mucho animo. No quería creer mas en él. No quería hacerme falsas esperanzas de algo que no tendría nunca un futuro.

-¿Realmente ustedes dos salían como novios?-mi cuerpo se tensó con esa pregunta.

¡Bendito Whatsapp! (EDITANDO Primera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora