38. Eres mío.

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Después de desayunar Amber se subió a su carruaje y le pidió al cochero que la llevará al palacio, cuándo ella llegó le preguntó a unos de los sirvientes dónde estaba Cailed, el sirviente le dijo que él estaba en su habitación y que esperara un momento mientras anunciaba su llegada pero ella le dijo que no era necesario que solo le dijera por dónde era.

El sirviente se mostró renuente en decirle donde estaba la habitación del príncipe así que ella le dijo.

_ Soy su prometida no le haré daño.

_ Esta bien la llevaré con el príncipe.

Cuándo Amber llegó a la habitación del príncipe el sirviente que la había guiado iba a tocar la puerta y ella lo detuvo.

_ Ya puedes irte, le dijo.

_ Pero...

_ Quiero darle una sorpresa.

_ No creo que sea correcto que una dama entre a las habitaciones del príncipe ella sola.

_ Somos amigos desde que éramos niños y ahora soy su prometida no veo cual sea el problema, así que vete.

El sirviente se fue de mala gana dejando a Amber enfrente de la puerta, cuando ella vio que el sirviente se había desaparecido entre los pasillos abrió la puerta de golpe y vio a Cailed semi desnudo saliendo del baño.

Cailed se sorprendió tanto al verla que dejó caer la toalla que se estaba terminando de poner en la cintura, Amber al verlo completamente desnudo se le quedó mirando por un momento hasta que él le dijo.

_ ¿Qué haces aquí?

_ Vine a visitarte.

Cailed intentó recoger la toalla pero sintió una fuerte punzada en la costilla, Amber al escucharlo quejarse del dolor le dijo.

_ Quieres que te ayude.

_ No sólo date la vuelta.

_ ¿Por qué, eventualmente seré tu esposa no veo el problema de verte desnudo?

Cailed se cubría con las manos mientras Amber lo repasaba con la mirada y él le dijo.

_ Por favor siente algo de vergüenza y date la vuelta.

_ Me parece que el que está avergonzado aquí eres tú, le contestó Amber.

_ Date la vuelta.

Amber se dio la vuelta y le dijo.

_ Contento.

_ No te des la vuelta hasta que te lo diga.

_ Si prometo no espiar.

Cailed se fue al cuarto de baño, tomó una bata, se la puso y después salió y le dijo.

_ Ya puedes mirar.

_ Tienes un bonito lunar cerca de la entrepierna.

Cailed se puso rojo de la vergüenza y le dijo.

_ Por favor olvida eso.

Amber se acercó a él, le puso una mano en el pecho, se puso de puntillas para besarlo y le dijo.

_ No pienso hacerlo.

_ ¿Quién te dejó entrar?

_ Obligue a uno de los sirvientes para que me trajera.

_ Si tus padres se enteran que entraste a mi habitación me matan.

_ Entonces no se lo digas.

Amber se alejó de él y le dio una mirada a la habitación y le dijo.

_ Bonita habitación.

_ Me iré a cambiar espera a fuera mientras lo hago.

_ Ya te he visto completamente desnudo, no sientas vergüenza.

Cailed tomó a Amber por los hombros la sacó de su habitación y le dijo.

_ Espera aquí hasta que me cambie.

_ No quieres que te ayude.

_ ¡No!

_ Está bien, esperaré aquí pero date prisa sería malo si alguien me ve aquí fuera.

Cailed se cambió lo más rápido que pudo y al terminar abrió la puerta y le dijo.

_ Ya puedes pasar.

Al entrar Amber se fijó en que Cailed tenía la camisa mal abotonada y le dijo.

_ Te has abotonado mal la camisa.

Cailed se miró la camisa y al ver que era verdad, se sonrojo y le dijo.

_ Es que tenía prisa.

_ ¿Por qué estás tan nervioso?

_ Quizá porque entraste a mi habitación sin avisar.

_ Pensé que te alegrarías de verme, le dijo Amber mientras lo abrazaba.

Cailed le devolvió el abrazo y le dijo.

_ Y lo estoy, pero para la próxima toca la puerta antes de entrar.

_ No quieres que vuelva a verte desnudo.

_ Por favor olvida eso.

_ Ya te dije que no pienso hacerlo.

Amber bajó su mano y le tocó el trasero a Cailed y le dijo.

_ De todas formas eres mío así que no hay problema que vea lo que te vea.

Cailed le retiró la mano y le dijo.

_ Por favor no seas tan descarada.

_ Lo dice quien me metió mano enfrente de mi hermano y de mi pretendiente.

_ Lo hice porque estaba enfadado.

_ Bueno yo lo hago porque estoy feliz.

Cailed le apretó la cintura a Amber y comenzó a bajar sus manos y ella le dijo.

_ Si no quieres tener otra costilla rota ten cuidado de donde pones tus manos.

_ Tú acabas de tocarme.

_ ¿Y que?, Eso no significa que tu tengas permitido hacerlo.

la hija del DuqueWhere stories live. Discover now