La miré y frené con mis pies, levantando polvo. Parecía desganada y fijándome más, tiene unas grandes ojeras, evidenciando qué pasó la noche en vela, en este frío parque. Por lo menos es verano y de frío no tiene mucho.

—No pareces alguien qué pasa la noche en parques —contraataco un poco ofendido. Que casi cumpla cuarenta no quiere decir que no puedo balancearme en un columpio y divertirme. Es más, pondré uno en el patio de la casa, de adorno, porque si me balanceo, termino estampado en los muros.

Ella suelta una exhalación parecida a una risa. Me fijo en el sobre en sus piernas y me pregunto si es el mismo de ayer. Abierto no está y tal parece, no quiere abrirlo.

—¿Qué hay en el sobre?

Sus ojos marrones se fijaron en los míos y sonrió.

—Mi sentencia de muerte.

—Que intenso —abro mis ojos con sorpresa. Ella ríe y noto como sus hombros se relajan.

—Solo estoy dramatizando. —Bajó la mirada al sobre—. Ayer me hice unos estudios, pero no soy capaz de ver el resultado.

—¿Por qué no? Es mejor saber si vas a morir o no.

—¡Te dije que dramaticé! —Levanté las palmas en son de paz, ella soltó un suspiro y tomó el sobre entre sus manos, como si fuera el boleto dorado de Willy Wonka—. No quiero abrirlo, porque entonces será real —explicó.

Asentí y miré una vez más a Picky antes de ponerme de pie y acuclillarme frente a la chica. ¿Será que realmente está enferma y morirá? Sí es así, ¿qué le puedo decir sin ser tan cruel?

—Si no lo abres, también será real, solo que no lo sabrás y estarás en negación —opté por algo más filosófico que realista. Sus ojos se posaron en los míos por unos segundos antes de extender el sobre hacia mí.

—No te conozco ni tú a mí, pero, ¿podrías abrirlo por mí?

La miré con pena, asintiendo. No es la primera vez que doy malas noticias, ser abogado no es un trabajo sencillo. Tiene la misma carga emocional que la de un médico al decirle a un pariente que su paciente murió.

Sin prisas abrí el papel, sacando su contenido, identifiqué el nombre de un laboratorio clínico y desdoblé los resultados de la chica. No me fijé en nada más que en lo que estaba subrayado de verde.

"HGC: POSITIVO"

Fruncí el ceño. ¿HGC? ¿Eso es una nueva enfermedad? ¿Acaso es un nuevo virus de la familia del hepatitis C? ¿Será contagioso? Miré a la chica con alarma, ¿¡ahora yo también estoy contagiado?!

¡Eso quiere decir que voy a morir! Y todo por andar de metiche con una chica que bien podría dejarla morir sola en este parque.

Hola, Dios, sé que no soy de hablarte mucho, bueno, no soy de hablarte, pero me gustaría pedirte que me dejes entrar a tu reino, sí no es mucho pedir.

—¿Qué dice? —la voz asustadiza de la chica me sacó de mi conversación con el Todopoderoso.

—Que te vas morir, fue un gusto conocerte. Te estrecharía la mano, pero no quiero morir también. —Ella frunció el ceño y me arrebató el papel. Me puse de pie de un salto justo cuando soltó una carcajada con ganas, echando la cabeza hacia atrás.

La miré mal. Quizá este nuevo virus mutado del hepatitis es capaz de llegar al cerebro y volver locas a las personas. ¡El virus de las vacas locas ha mutado!

Te propongo un deslizWhere stories live. Discover now