Quién me diría que esa persona que un día conocí como un desconocido podría despertar en mí tanto interés.
No sé en qué momento pasó, ni cómo fue que empecé a sentir aquello.
Su nombre resuena siempre como un susurro dentro de mi cabeza... Severus S...
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Aquella tarde del lunes me encontraba preparándome para el evento de la noche. Tampoco me esmeré mucho, solo me puse un vestido negro de manga ¾.
Mientras estaba esperando a que terminaran de arreglarse los dos hombres me puse a escuchar el disco que me había regalado mi hermano. Increíblemente, conocía bien mis gustos.
Nikolaj llegó tarde con respecto a la hora que había notificado, pero poco importó, pues mi padre aún tardó el doble en estar listo. Sorprendentemente, mi madre estaba preparada desde horas antes, pues había aprovechado para tener un almuerzo con otras mujeres de la alta sociedad.
Llevé a Nik a dar una vuelta por el bosque trasero mientras esperábamos. Le sorprendió bastante mi cabaña y sobre todo el hecho de que me gustara tocar la guitarra española. Se quedó embelesado escuchando el instrumento cuando me pidió una demostración.
Aparecimos por un traslador en la enorme y elegante carpa del Ministerio. Algunos de los guardas se acercaron a el castaño para saludarlo. Parecían de edad similar, por lo que no era un disparate pensar que fuesen compañeros de la Academia de Aurores.
La noche estaba cayendo cuando apareció James Shafiq por la puerta. Inmediatamente se acercó a mí extendiendo los brazos y me tiré alegre a su cuello, fundiéndonos en un fraternal abrazo.
Nik, a mi lado, miraba con mala cara al joven. Al sentir la presencia del hombre y la intensidad con la que lo observada, James se sintió cohibido.
- Este es Nikolaj Prince – presenté a mi acompañante al darme cuenta de la profesión.
- James Shafiq – se presentó el joven cordialmente y Nik movió ligeramente la cabeza en un gesto cordial - ¿Es tu acompañante Lyra? – preguntó cambiando de tema y apartando la mirada del hombre.
- Se podría de decir que sí – dije mirándolo.
- ¿Ya no...?
- Sí, sigo con él – dije interrumpiéndole antes de que dijera nada.
Nik abrió los ojos sorprendido.
- ¿Sabe...? – preguntó Nik intrigado.
- Sí – le contesté –. Es una historia que no quiero recordar.
- Menos mal que lo teníais tan guardado – ironizó.
Estuvimos un buen tiempo hablando, hasta que se tuvo que marchar. Nik por su parte no se despegaba de mi lado, solo saludaba a quienes conocía y pasaba por nuestro lado.
- Ya va siendo hora de marcharnos – le comenté.
- Díselo a tu madre, que no para de rajar. El pobre Lucius se ve con ganas de huir.
- Pobre, lo que tiene que aguantar siempre.
Aparté la mirada un momento a la entrada y mi cuerpo se llenó de terror. Un joven rubio entraba por la puerta con su característico aire de superioridad, Slade Boschetto.
