Dark Shadow ~Severus Snape

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Un nuevo día comenzaba. Notaba cómo la luz cada vez era menor a la misma hora, producto de la cercanía del solsticio de invierno.

La rutina me permitía hacer todo lo que debía (levantarme, vestirme, etc.) mientas mi cabeza estaba en otro lado, pensando en los recientes acontecimientos. Una sonrisa surgió en mis labios.

Bajé a la sala común mientras me terminaba de poner bien el nudo de la corbata, cuando me choqué con alguien.

- Mira por dónde vas, idiota – reconocí la voz de mi hermano.

- Habló el mocoso – se echó a temblar al escuchar mi voz.

- Ly… - su cara estaba blanca.

- Draco, te conozco demasiado y no me puedes sorprender. Eres un hurón  egocéntrico y revoltoso – ahora su rostro solo reflejaba ira.

- ¿Aún sigues llamándome hurón? Eso fue hace mucho.

- No tanto para mí, aún recuerdo al animalillo persiguiendo e imitándote.

- No, calla. No me lo recuerdes.

- Está bien mosqueón – besé su mejilla – ya nos veremos.

Seguí mi camino hacia el Gran Comedor y en el transcurso me encontré con James y Kate hablando. Espero que ella se dé cuenta algún día de lo equivocada que está de mí.

Pasé a su lado y me echó una mirada cargada de odio y rencor. Juro que no sabía lo que ella tenía en mi contra, pero me despreciaba con toda su alma.

Me senté en mi sitio y Copeland comenzó a hacerme preguntas.

- ¿Qué hiciste anoche?

- Cosas que a ti no te incumben.

- Venga cuéntame algo, ¿no hiciste nada de nada? – levantó las dejas para dar a entender que se estaba refiriendo a algo entre Severus y yo.

- Nada de nada.

- Es un imbécil.

- No hables de lo que no sabes. ¿Podríamos hablar luego en algún lugar privado?

- Claro, ¿por?

- Quiero enseñarte algo.

- ¿Antes de la cena en tu habitación?

- Sin problema.

Desde la clase de Transformaciones, la asignatura que peor se me daba, hasta Cuidado de Criaturas Mágicas todas fueron muy pesadas y largas. No había tiempo ni para quejarse entre clase y clase.

El colmo fue DCAO, la última del día, el muy idiota de Lockhart no hacía más que tirarse flores y me pidió que me quedara al final de la clase.

- Suerte – me susurró mi amiga antes de salir.

- ¿Quería algo señor? – sonreí falsamente.

- Bueno, me gustaría saber si una chica tan preciosa como tú podría hacerme compañía algún día a tomar el té o algo.

- Me siento muy alagada – mentí, aún con la forzada sonrisa –, pero los profesores me tienen asfixiada con tantos deberes. Si algún día estoy libre le haré saber.

Salí por la puerta y la cerré detrás de mí, suspiré y pensé “menudo espécimen tan raro”. Inicié el camino hacia mi habitación.

Cope me esperaba en la sala común mientras hablaba con una compañera suya de habitación. Seguidamente, fuimos a mi dormitorio.

- ¿Y bien? – se tiró en mi cama – ¿Qué quieres?

- Enseñarte mi regalo de cumpleaños.