Capítulo 134 - Secreto a voces

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En esa época del año solía hacer calor en Ottery Saint Catchpole, pero el frio calaba por los huecos de mi jersey de lana por los huesos

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En esa época del año solía hacer calor en Ottery Saint Catchpole, pero el frio calaba por los huecos de mi jersey de lana por los huesos. Agarré sendas mangas y tiré de ellas para ocultar las manos bajo el cálido tejido antes de golpear la puerta de La Madriguera.

A los pocos segundos una abatida Molly Weasley me abrió. En su defensa, yo y todos los que se encontraban al otro lado de la entrada nos veíamos tremendamente machacados.

- Pasa, querida – la madre del que fue mi mejor amigo se hizo a un lado.

Dentro, la temperatura era más agradable, sin embargo, el ambiente era hostil. En lugar de las habituales voces joviales y alzadas que adornaban la casa, solo se escuchaban murmullos siseantes entre pequeños grupos.

Sentados alrededor del sofá se encontraba el trio de oro y el completo de los hermanos Wesley, exceptuando a George. Arthur Weasley estaba de pie junto a McGonagall y la viuda de Ted Tonks, quien custodiaba a su vera al único familiar directo que le restaba, su nieto.

Kingsley charlaba tranquilamente con otros miembros, tanto directos como secundarios, de la Orden y Nikolaj y Ellen hablaban tranquilamente en un lateral.

Me sobresalté cuando me tocaron el hombro. Al volver la cabeza me encontré a Copeland.

- Acompáñame, Ly – me agarró del brazo y me guio hasta el patio trasero.

George Weasley se encontraba sentado sobre el pasto y mirando como entre la maleza y el horizonte en ocasiones saltaba algún gnomo de jardín.

Sin decir palabra alguna Cope me soltó y se sentó a su lado, colocando su mano sobre la suya. Esto no lo hizo reaccionar de ninguna manera.

Tomé asiento a la otra vera del pelirrojo, mirando igualmente al horizonte. Un grito de sorpresa se ahogó en mi garganta cuando mi trasero tocó el pasto.

- ¡Está empapado! – me levanté inmediatamente, agarrándome el trasero.

La voz de George resonó en mis oídos a modo de carcajadas.

- No es gracioso – le recriminé –, me he mojado el culo.

George me miró con una sonrisa. Me pareció tan tierno que no pude evitar devolvérsela.

- Parece que te has cagado – me enseñó malévolamente los dientes.

- Pero serás... - me tiré encima con cuidado sobre él mientras Copeland se reía de fondo.

Solo me incorporé una vez le hube llenado toda la espalda de barro.

- Lyra, esta camisa era nueva – se quejó George.

- No haberte reído de mí – me limpié y sequé los pantalones con un hechizo no verbal.

- Ly – intervino Copeland –, haz el favor, que esa camisa se la compré el otro día.

Dark Shadow ~Severus SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora