CAPITULO 11

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POV POCHÉ

Había llegado la hora, eran aproximadamente las dos de la mañana, mi madre estaba dormida al igual que las empleadas de la casa, todo estaba oscuro y en silencio. Decidí usar una franela negra, un abrigo del mismo color, unos pantalones de cuero y unas botas de combate que usaba en pocas ocasiones.

La mansión era antigua, mi padre no le quiso hacer trabajos nunca pero al morir él, tome la decisión de hacerle una renovación, tome los dos sótanos convirtiéndolos en garajes subterráneos con salida a la parte trasera de la casa, puse la palma de mi mano en el lector digital que me daba acceso a ellos, la puerta se abrió y descendí por las escaleras de caracol encontrándome con un estante y un tablero que tenía treinta llaves, veinte automóviles y diez motocicletas.

En el estante frente a mi había una gran cantidad de cascos y accesorios, decidí que saldría en mi Ducati Panigale 1199 color negro mate, escogí un casco del mismo color con dos pistolas doradas cruzadas dibujadas a cada lado, unos guantes de cuero sin dedos, me los puse y busque las llaves de la motocicleta, la destape y me subí en ella, hace mucho no andaba en moto, el trabajo me tenía saturada, la encendí y la calenté dejando que el motor rugiese, me puse el casco y apreté el botón para que la puerta del garaje se abriera.

Debía ser cuidadosa con los guardias de seguridad, no me fiaba mucho de ellos aunque los que están al cuidado de la casa fueron contratados por mi padre personalmente años antes de la tragedia, salí y di la vuelta por un largo camino que me llevaría al frente de la casa, estaba ante el portón de tres metros.

- Señora Garzón, no sabíamos que saldría, llamare a dos escoltas- el hombre mayor que hablaba llevaba cuarentaicinco años trabajando para nosotros, Rick fue guardaespaldas de mi padre cuando apenas tenía 15 y estuvo con él por más de treinta años.

- No, solo daré un paseo, no quiero compañía.

- Pero, señora…

- Sin peros- lo interrumpí- abre.

El hombre obedeció, pude ver dudas en su mirada así que, salí antes de que se arrepintiese.

Iba como alma que lleva el diablo, podía escuchar los latidos de mi corazón y la sangre fluyendo, amaba esto, amaba el aire frío, levante la visera del casco y al instante respire el aire fresco casi congelado, salí de la ciudad entrando a un pequeño bosque para salir a un camino de tierra, aún estaba algo lejos, no había casas en kilómetros, solo unas cuantas bodegas abandonadas y un viejo bar cerrado.

En este camino se hacían carreras de auto cuando era adolescente, podía recordarlo, en mi mente habían capítulos de la primera vez que estuve en una carrera ilegal.

*Flashback*
Han pasado cuatro días desde la última vez que Daniela me dirigió la palabra en el estacionamiento de la preparatoria, solo nos habíamos cruzado en las clases que compartíamos pero nunca me miraba, no contestaba mis llamadas ni mis correos, estaba siendo ignorada, ella estaba tratando de dejar lo que teníamos y yo no quería darme por vencida aunque las cosas estuviesen mejor de esta forma.

Después de la quinta clase fui a dejar unos libros a mi casillero, lo abrí y un papel algo arrugado cayó al piso, era una nota.
“Si quieres hablar con Calle, será mejor que vayas a la zona roja a media noche”
La nota no estaba firmada, ¿Por qué estaría Daniela en la zona roja?

Se sabía que era un lugar peligroso donde se veían todo tipo de vejámenes, droga, licor y armas, sabía que ella no era precisamente el modelo de hija de un oficial de policía de alto rango como su padre, pero mi mente no había llegado tan lejos.

CONTRA EL TIEMPO (Caché)Where stories live. Discover now