- Fatal, ¿no me ves? – dijo con la voz ronca y con dificultad.

- ¿Te traigo una poción para la fatiga?

- Creo que mi estómago me ha dado una tregua, pero... por favor. Me quedaré aquí esperando. De mientras me lavaré la cara y me enjuagaré la boca.

Le toqué la frente y estaba algo calientillo. Puse mala cara y salí de allí pitando. Por suerte sabía donde tenía guardadas las pociones.

Volví con dos viales, uno para aliviar las nauseas y por consiguiente, los vómitos y otra por si le subía la fiebre.

Se tomó el primero y se tranquilizó un poco, aún apoyado en la el mueble del lavabo.

- Creo que con esto podré volver a la cama.

Asentí con la cabeza mientras lo seguía preocupada. Ahora que me fijaba, iba solo con los calzoncillos.

- Ponte lo pantalones, no vaya a ser que te pongas mejor.

- Está bien señora mandona. De todas maneras, me los iba a poner, hace algo de fresco.

- Un momento.

Me acerqué, le indiqué que se agachara y puse los labios sobre su frente.

- Creo que tienes un poco de destemplanza.

- Esperemos que se quede ahí, si noto que sube me tomaré el otro vial que has traído.

- Está bien.

- Anda, volvamos a dormir.

Parecía tarea sencilla, pero yo no pude llevarla a cabo. Mientras él dormía plácidamente me dediqué a mirarlo y estar pendiente de él.

Al cabo de más o menos una hora, preocupada, me dio por sacar mi varita y medirle la temperatura. Casi 39ºC.

Lo moví un poco y lo desperté.

- ¿Qué pasa? – dijo somnoliento.

- Tienes fiebre. Está en 39, no quiero que te suba más.

- Sí que tengo algo de frío.

Después de tomarse la poción se quedó otra vez dormido, aunque hasta que no se le calmaron los escalofríos que le daban cada X tiempo y, por tanto, la fiebre, no se volvió a dormir.

A las seis y media me levanté y me fui hacia la cocina a prepararle algo que pudiera comer.

Le tosté un poco de pan con un chorreoncito de aceite por encima y preparé una manzanilla, debía comer una dieta blanda.

Puse todo en una bandeja y con cuidado lo llevé a la habitación.

Desperté a Severus con un suave meneo. Estaba empapado de sudor.

- ¿Qué hora es? – preguntó desganado.

- La hora de que desayunes algo.

- No tengo mucha hambre.

- Intenta comer al menos un poco, no puedes estar sin comer.

- Está bien mandona.

Se comió un tercio de la tostada y se bebió poco a poco la manzanilla.

- Es hora de prepárame – sentenció poniéndose de pie.

- ¿Prepararte para?

- Mis clases.

- Es sábado.

- Bueno, algo tendré que hacer.

- No vas a salir de esta habitación hasta que estes mejor y eso será mínimo el lunes.

Dark Shadow ~Severus SnapeWhere stories live. Discover now