Especial 26: Amajiki Tamaki.

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—¿No parece un día muy caluroso como para que el invierno esté cerca? —preguntaste mientras ajustabas tu sombrero para que el sol no te molestara en los ojos. Tu compañero asintió simplemente. Le miraste de reojo antes de soltar un suspiro resignado.

Podía ser muy díficil obtener una conversación de corrido con Tamaki, pero siempre hacías el intento para no hacer sentir mal al chico y que el ambiente no se pusiera tenso o incómodo.

Ambos iban caminando a la par en dirección a la piscina municipal. Ninguno de los dos tenía una en casa, y era más cerca y barato que ir a la playa.

Ajustaste el bolso con tus cosas sobre tu hombro, pues en cada momento se iba cayendo o el peso te hacía doler la espalda.

—Puedo llevarlo yo...

La serena voz del chico te espantó. Casi nunca era él el que empezaba alguna conversación, pero ahora, que te entregaba su ayuda, era una sorpresa. Agarró el bolso que llevabas en tu hombro, y así alivianar tu peso.

—Lo siento si está muy pesado, he traído algunas cosas para comer igual.

—Está bien —susurró.

Ambos entraron a la gran piscina municipal. El lugar no estaba tan lleno como podría estarlo en verano, pero no significaba que no hubiese nadie allí. El recinto era al aire libre, lo mejor para días calurosos con el de hoy. Caminaron hasta unas banquetas plegables y se sentaron a la par para dejar las cosas. Estirarse los brazos y del bolso empezaste a sacar las toallas.

—Tengo que ir a cambiarme —dijiste al chico mientras te levantabas y agarrabas lo necesario—. ¿Tú no?

Tamaki negó, el había llegado con su traje de baño ya puesto, aunque dudaba de que ese día se metería a bañar. La gente podría ver su cuerpo delgado.

No fue mucho el tiempo que tomaste para estar lista y dispuesta a darte un chapuzón en la relajante piscina junto al chico, pero al llegar pudiste notar como Tamaki, que ya no tenía su camiseta encima, estaba tapándose del sol con la toalla. Aunque más que taparse, parecía que se estaba escondiendo.

—Ya estoy lista.

Después de hablar, el chico miró a tu dirección, pero rápidamente cambió su vista al otro lado. Verte en traje de baño le ponía nervioso, y más si estabas muy cerca de él.

—Puedes ir a bañarte primero tú —susurró aún sin mirarte. Dudaste de hacerlo, pero tampoco ibas a obligar al chico de ir contigo si no quería. Tal vez en un rato más iría.

—Está bien, te espero.

Asintió, y tú fuiste hasta la orilla de la piscina. A tu alrededor no había más que niños, adultos y un par de adolescentes. Te sentaste en la orilla y de a poco empezaste a meter el cuerpo.

Cuando ya estabas acostumbrada a la temperatura del agua, empezaste a nadar un poco. Era muy simple, y sabías que pronto te aburrirías si Tamaki no venía.

—Hey, chica. —El llamado de uno de los adolescentes te atrapó. Miraste a su dirección, donde estaban una chica y un chico. El último era quién te había hablado—. ¿De dónde eres? Nunca te vimos por acá...

—Ah, somos del vecindario siguiente, pero allá no tenemos algún lugar cerca para relajarnos, así que vinimos aquí.

—Era obvio que no era de aquí, —La chica, que estaba al lado del muchacho, le propinó un golpe con una pelota que tenía entre sus manos—, idiota. —Después de esa actuación se dirigió a ti—. En estas épocas solo vienen vecinos a la piscina, por eso verlos entrar fue extraño.

—Eso y que tu amigo ha estado escondido bajo esa toalla todo el tiempo —dijo el chico, consiguiendo otro golpe por parte de la chica.

Los tres se quedaron mirando al chico, que estaba ocupado revisando su celular. Exhalaste triste, las pocas veces que podían estar juntos en una cita y ni siquiera estaban disfrutando uno al lado del otro.

—Tal vez debería estar con él...

—¿Es tu novio? —preguntó la chica al ver como lo mirabas. Negaste rápidamente ante esa opinión, aunque no te disgustaba que dijese eso— ¿Te gusta?

Callaste dándole razón al final.

—¿No has pensado en darle celos? —volvió a preguntar. Tu mueca de incomprensión daba a entender todo—. Vale, yo te ayudo.

No sabías a que se refería la chica, pero cuando empujó a su amigo hacia ti, haciendo que ambos se agarraran del otro para no desequilibrarse, lo entendiste. El pequeño gritillo que diste hizo bullicio en el lugar. Llamando la atención de algunos, y de Tamaki también.

El ceño fruncido del chico, su actitud al verlos muy juntos y como se levantó de su asiento para acercarse a donde estabas eran clara señal que el plan de darle celos resultó.

Te separaste del chico al ver que Tamaki se metía al agua y empezaba a nadar hacia ti. Rápidamente llegó y te abrazó, escondiendo su cabeza entre tu cuello. Ambos adolescentes se miraron entre sí y se fueron de allí, dejándoles su espacio.

—¿Tamaki?

—Ya estoy listo para acompañarte —habló entre tu cuello—, lo siento si me demoré.

La sorpresa de lo que decía fue transformándose en felicidad. Sonreíste divertida y cerraste los ojos disfrutando del abrazo que aún no habían cortado. Amajiki podría tener una acomplejada personalidad que no lo ayudaba en eventos sociales como este, pero cada vez que daba un paso adelante de su timidez, era como presenciar el crecimiento y madurez de este mismo. Y por eso te gustaba Tamaki.

—No te preocupes, Tama —susurraste, hiciste mucho más duradero el abrazo apretándolo contra ti—. Lo bueno es que ya estás aquí.

Citas a ciegas [One Shots | BNHA]Where stories live. Discover now