Cita 11: Kirishima Eijirou.

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—¡Kirishima! —gritaste levantando la mano y sacudiéndola para que te viera.

Fuiste corriendo hasta donde se encontraba, esperándote con una de sus radiantes sonrisas. Llegaste hasta su lado y te reverenciaste varias veces pidiendo perdón por tu atraso.

Era domingo por la mañana, el chico te había invitado al zoológico de la ciudad para pasar tiempo juntos, pero tuviste un altercado en tu hogar y llegaste un poco tarde.

—Perdón por llegar tarde, Kirishima. —Dejaste de reverenciar y llevaste una mano a tu pecho; habías corrido para llegar.

—No importa, [Apellido]. ¡Con que estés aquí es suficiente!  

Agradeciste al cielo de que el chico fuese tan comprensivo. 

Tomaste el brazo del chico sonriéndole, y este te devolvió la sonrisa con un tinte rojo en sus mejillas. Caminaron juntos hasta dentro del zoológico, lo bueno era que la entrada era liberada.

—¿Qué quieres ver primero? —preguntó Kirishima mientras caminaban por el paso central.

Pararon al frente de un tablero con el mapa completo del recinto. 

—¿Qué te parece ir a ver los Koalas? —preguntaste, este asintió a tu pedido y fueron hasta donde el mapa les indicaba.

Mientras iban hasta allí, fueron hablando de sus cosas y como les ha estado yendo. Cuando llegaron al lugar donde se encontraban los koalas soltaste a Kirishima y te afirmaste del barandal que dividía el sector de los animales con los humanos. Sacaste tu celular para tomarles una foto, querías recordar todos los sucesos.

—[Apellido], no te inclines tanto, te puedes caer —habló preocupado.

—La vida es un riesgo.

El chico te miró preocupado mientras que seguías sacando fotos a los animales.

Casi se te cayó el celular cuando sentiste un par de manos tomar tu cintura desde atrás. Volteaste para ver, y pudiste apreciar el rostro de Kirishima cerca del tuyo. 

—No quiero que te pase nada —susurró en tu oído. Abriste la boca sorprendida y sonrojada.

Eijirou besó tu mejilla y agarró tu celular, quitándotelo de las manos. Estiró su brazo y revirtió la cámara a frontal.

—¡Di whisky! —Avisó mientras empezó a sacar varias fotos. 

Alcanzaste a hacer algunas poses raras con él, mientras reían por sus tonterías. Antes de terminar giraste tu rostro y moviste tu cabeza hacia atrás para alcanzar a darle un beso en la mejilla al pelirrojo, este se sorprendió pero mantuvo su sonrisa para la foto.

Terminaron con su sesión de fotos y te devolvió el celular. Empezaste a ver cada una, todas divertidas. Te topaste con la última foto de ti besándole.

—Me gusta esa —dijo aún desde atrás apuntando la pantalla de tu celular.

—A mí también.

Después de estar unos minutos más allí, decidieron ir hacia los elefantes.

El chico empezó a sacudir su brazo como una trompa para hacerte reír, mientras que le sacabas algunas fotos carcajeándote de la risa. Después se sacaron algunas fotos juntos. Cualquiera que los viese podría pensar que eran una pareja consolidada.

Siguieron su recorrido por las diferentes jaulas o corrales, y así estuvieron hasta la hora del almuerzo.

Tanta risa y caminata te dio hambre, y no solo a ti, también al chico.

—Vamos a comer, tengo hambre —dijiste mientras tratabas de mantener el equilibrio.

Eijirou te agarraba de la mano mientras tratabas de caminar por un palo de madera en el piso.

—Vamos, creo que hay un puesto de comida en la plaza central —dijo mientra paraba. Asentiste por lo que dijo.

—Llévame —hiciste un puchero para parecer tierna. Al parecer funcionó, pues el chico se sonrojó y asintió apenado.

Se dio vuelta dándote la espalda para que te subieras encima de él. Diste un pequeño salto, quedando en su espalda y te afirmaste de su cuello mientras que él te sostenía las piernas.

Fueron andando así entre risas y coqueteo, hasta que llegaron al pequeño puesto en la plaza central del zoológico.

—Es un puesto de Tonkatsu —dijiste bajándote de su espalda y posicionandote al lado de él.

—¡Carne! ¡eso sí es de hombres! —gritó feliz.

Se acercaron al puesto y el chico pidió un pedido de Tonkatsu y algo para tomar. Cuando se lo pasaron, te entregó la bandeja a ti y él agarró los dos vasos de gaseosa. Pagó la comida y se fueron de allí hasta una de las bancas cercanas.

Ya sentados, abriste la bandeja y agarraste un pedazo llevándolo a tu boca saboreándolo.

—¿Cómo está?  

—Está riquísimo —dijiste después de tragar, tomaste otro pedazo con los palillos y lo acercaste a la boca del chico—, pruébalo.

El pelirrojo miró el pedazo de comida y abrió la boca comiéndoselo. Su sonrojo en las mejillas no era porque estaba deliciosa la comida -y lo estaba- sino por cómo le diste de comer en la boca; creía que eso no era de hombres. Pero no te lo diría, pues le gustó que le dieras de comer como si fuesen una pareja.

—¡Está muy bueno! —exclamó.

Sonreíste por su actitud y seguiste comiendo junto a él hasta que saciaron. Después de la comida, se levantaron del lugar y fueron a dar otro paseo donde no habían ido, es decir las aves.

El lugar de los ovíparos estaba un poco más alejado, ya que se encontraban en jaulas de vidrio dentro de uno de los edificios que tenía el zoológico. Dentro ya del recinto techado, fueron viendo las diferentes especies que se encontraban en el lugar, pero una te llamó más la atención.

Te acercaste al vidrio de la jaula, mirando a las cacatúas al otro lado. El pelirrojo se puso al lado tuyo también mirando las aves. Una de estas empezó a levantar las plumas de su cabeza, pareciendo que fuese un peinado con el pelo parado. Te quedaste mirando la forma y volteaste hacia el pelirrojo, y así el vaivén de miradas entre el ave y Eijirou.

—¿Qué tanto nos ves a los dos? —habló el chico riendo por la situación.

Después de decir eso, volviste a mirar el ave que ahora había escondido el plumaje de la cabeza, quedando lisa su cabeza. Tu vista se posó en el peinado de Kirishima.

—Kirishima, ¿No has pensado en llevar el pelo hacia abajo? —preguntaste curiosa, el chico negó ante tu respuesta—. ¿Puedo ver como te quedaría si lo bajamos? —Volvió a negar a tu petición—. Mmm, que mal.

—No te pongas así, que te salen arrugas —dijo mientras apretaba tus cachetes inflados por la mueca que estabas haciendo.

Te quejaste por el dolor, y paró de apretarlos, pero no sacó sus manos de tus mejillas.

—¿Eijirou? —Le llamaste, pues se había quedado quieto mirándote fijamente. 

Se acercó de a poco a ti y con delicadeza te dio un beso en los labios. Te sorprendiste pero seguiste el beso y llevaste tus manos atrás de su cabeza, profundizando el beso. Sus labios suaves te derretían por dentro. 

Se separaron después de un rato, sus mejillas estaban sonrojadas por el calor que emanaban.

—¿Quieres ir a ver otro lado? —preguntó soltando tus mejillas y agarrando tu mano, entrelazándola con la suya. Asentiste y te dejaste llevar por el chico.

Tal vez no pudiste verlo con el pelo caído, pero en la siguiente cita sí. Porque habría otra cita, o eso esperabas.

Cita 11: ??/10 

Citas a ciegas [One Shots | BNHA]Where stories live. Discover now