Cita 44: Aizawa Shouta.

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—¿Esto es a lo que te refieres con una cita que no olvidaré? —preguntó el azabache con un tono cansino y despreocupado. Te miró directo, y tú le correspondiste con una sonrisa sin entender su pregunta—. ¿En un supermercado?

Asentiste eufórica mientras sacabas un papel arrugado de tu bolsillo; era la lista con todo lo que tenías que comprar para poder hacerle una sorpresa a tu madre por su cumpleaños. No querías ir sola, así que llamaste al héroe para que te ayudara con lo que sería la compra. Empezaste a leer los productos que necesitabas en voz alta, esperando que Aizawa tomará nota mental de lo que había que poner en el carrito de compras.

—Tengo varios productos en casa, necesitamos como 8 de la lista —comentaste mostrándole la hoja arrugada al mayor. Este la tomó y la leyó para luego verte con una ceja alzada.

—¿"Necesitamos"?

—¿Qué sucede? ¿No quieres ayudarme? —preguntaste devuelta al escuchar su pregunta. Aizawa no dijo nada, solo inició su caminar por los pasillos del recinto, contigo detrás llevando el carrito de compras.

Empezaron a buscar uno por uno los ingredientes que faltaban para poder crear el pastel de cumpleaños. Querías hacer uno de chocolate para la fiesta sorpresa que le harían a tu madre mañana, así que te separaste del héroe en busca del cacao.

—Veamos. —Empezaste a buscar entre todos los sobres que se encontraban en la estantería, no podías encontrar lo que buscabas en la parte baja, así que alzaste la vista para darte cuenta que el cacao estaba en lo más alto de la góndola—. Ah, allí está...

Estiraste el brazo tratando de alcanzar el producto. No eras pequeña, pero el sobre estaba muy atrás como para alcanzarlo por ti misma. Te resignaste en intentarlo así sin nada; miraste para todos lados buscando algo o alguien que te ayudara a sacar el ingrediente del estante, pero lo único cerca era el carro que lo habías traído contigo.

Una idea pasó por tu mente, una no muy buena idea. Agarraste el carro y lo acercaste hasta que se afirmara con la estantería, empezaste a subirte en él y empezaste a enderezarte poco a poco hasta tomar un par de sobres de cacao.

—Listo. —Tiraste las cosas en el carro y te ibas a bajar de el, pero un mal tambaleo hizo desestabilizarte. Tus pies se enredaron con la rejilla del carro y que fueras directo al suelo de espaldas.

Ibas a caer de bruces al piso; pero no sentiste el frío piso de porcelanato, más bien unos brazos reconfortante tomándote desde la espalda.

—Ten más cuidado. —Aizawa había llegado justo a tiempo para atraparte y que no cayeras. Tu cuerpo estaba paralizado por el casi accidente, lo único que podías hacer era mirar el rostro inmutablemente desinteresado del pro héroe.

—A-ah... Gracias. —Fue lo único que pudiste decir antes de ser dejada dentro del carro nuevamente como una niña pequeña—. ¿Eh? Espera, ¿Qué haces?

—Dejarte sola es un peligro, te quedarás allí por ahora.

—¡No soy una niña pequeña!

—Te comportas como una —expresó tomando el carro y avanzar contigo dentro. Te cruzaste de brazos enfadada, dejándote llevar por el mayor entre los pasillos.

—Idiota.

ooo

Dejaste las bolsa con los ingredientes sobre el mesón de la cocina, y empezaste a sacarlos uno por uno mientras el azabache observaba todos tus movimientos apoyado en la entrada de la cocina.

—Gracias por prestarme tu casa para cocinar —dijiste buscando entre los cajones los utensilios necesarios para la preparación—, si lo hacía en casa mi madre se daría cuenta de inmediato que algo tramaba.

—No hay problema —dijo yendo al refrigerador para sacar algo para tomar. Tú estabas ensimismada en cocinar así que el héroe te dejó estar y se fue a lo que era la sala principal.

Te quedaste haciendo la mezcla del pastel y del glaseado. Tuviste suerte de que no había nadie en casa en ese momento cuando fuiste a buscar los demás ingredientes, así nadie preguntaría nada.

Terminaste de poner el molde con la mezcla en el horno, y el glaseado en el refrigerador para que se mantuviera; así decidiste ir donde se encontraba tu compañero sentado leyendo un libro.

—¿Qué lees? —preguntaste acercándote desde atrás para ver el contenido del libro. Aizawa te miró de reojo y pasó página—. ¡Oye, estaba leyendo!

—¿Ya está listo el pastel? —Cerró el libro y lo dejó encima de sillón. Diste la vuelta para llegar y sentarte al lado del azabache.

—Está en el horno.

Este asintió, y dejó un hueco de silencio que decidiste romper.

—Perdón...

—¿Perdón? —preguntó desentendido el azabache.

—Perdón por esta "cita" tan aburrida. Te hice ayudarme en las compras e invado tu espacio.

Bajaste la cabeza apenada; no querías ser una molestia, y gastar su tiempo en algo que no iba a disfrutar era ser molestosa.

Sentiste la mano del mayor tomar tu mentón, la cual elevó tu rostro hasta tenerte frente a frente. Se acercó despacio hasta llegar a tocar sus labios con los tuyos, fundiéndose en un beso simple, pero sentimental. El beso no duró más de tres segundos, pero fueron lo suficientemente para que tu cara empezara a sentirse caliente y tomar un color rojizo en las mejillas.

—A-ah... —Las palabras no salían de tu boca.

La alarma para revisar el horno sonó, y el azabache se levantó al ver que aún no salías del shock.

Tomaste tus mejillas sintiendo el calor recorrer en ellas. Cómo no ibas a estar en shock, si Aizawa te había besado. Suspiraste como chica enamorada y una sonrisa amena apareció en tu rostro.

Era difícil mantener una buena relación entre ustedes, pero con esto lo valía. Sí que lo valía.

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Citas a ciegas [One Shots | BNHA]Where stories live. Discover now