Cita 8: Sero Hanta.

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Sentada en la banca de madera al principio de la plaza, esperabas al chico a que llegara. Estabas un poco nerviosa.

A lo lejos divisaste al chico levantando su mano en forma de saludo. Te paraste del asiento y te acercaste a él. 

—Hola, [Apellido] —dijo cuando ya estaba al frente tuyo—. ¡Qué bueno verte en persona!

El chico puso su brazo atrás de su nuca sonriendo, le devolviste la sonrisa igualmente.

—Sí, también me alegra estar acá —contestaste mientras te posabas a su lado.

Empezaron a caminar por inercia mientras seguían conversando de cosas triviales. Habían ido a un parque conocido de la ciudad, era tranquilo para las familias o para tener un día ameno. A lo lejos estaban los juegos para los niños y al fondo se encontraban pequeños kioscos que vendían cosas variadas.

Decidiste sentarte bajo un árbol. Habían varias bancas alrededor, pero sentir el césped era lo que más te gustaba. Sero solo te siguió y se sentó a tu lado.

—¿Así que te gusta la soja? —preguntaste, y este asintió con su típica sonrisa en la cara—. Iug, yo no puedo ni mirarla.

—¡Tienes que saber con que comerla!—Alzó un dedo, como si estuviera señalando el cielo.

—Sigo prefiriendo las bolas de arroz. —Cruzaste los brazos y asentiste decidida.

El chico te miró sonriendo y puso su mano en su mentón, pensando.

—¿Y te gustan los helados? —preguntó, giraste tu cara hacia él y le miraste con una ceja alzada.

—¿Estas bromeando? ¡Me encantan! y más el de [SaborFavorito]

—¿Qué te parece si vamos por unos helados? Creo que había una tienda por aquí —dijo dudoso.

Asentiste y se levantaron para ir hasta la tienda. A lo lejos viste la pequeña heladería asomarse. Llegaron hasta el carro y el chico pidió dos helados de [SaborFavorito]. El dependiente asintió y empezó a prepararlos.

—¿Eh? ¿Sero, también te gusta ese sabor? —Lo miraste dudosa.

—En verdad, me gustan todos los sabores. Hay algunos que me gustan más que otros, pero quería probar el mismo que el tuyo —dijo recibiendo los helados que le estaba pasando el heladero—. Gracias —dijo al trabajador.

Este pagó los conos, se dio vuelta hacia ti y te extendió el cono de helado. Lo agarraste firme para que no se cayera. Le agradeciste y salieron de allí para no molestar.

—¡Mira! —gritaste emocionada—. ¡Vayamos a los columpios!

El chico se rió por tu actitud y fueron hacia los columpios vacíos. Te sentaste rápido para que ningún niño te quitara el asiento. Eran dos columpios uno a la par del otro, así que Sero se sentó en el siguiente. Empezaste a balancear el columpio mientras seguías comiendo el helado.

—Oye, no se te vaya a caer el helado —dijo mientras le daba una lamida al suyo.  

No le hiciste mucho caso, empezaste a balancear tu cuerpo más y más con el helado en tus manos. Antes de querer parar, te desequilibraste, haciendo que el columpio se fuera para un lado. Te afirmaste como pudiste, soltando tu cono. Cuando ya te estabilizaste, suspiraste aliviada, pero tu cara cambió a una de horror al ver tu helado en el suelo.

—Pff, te lo dije. —Sero solo se reía por la situación, tu cara de tristeza daba risa.

Te giraste a verlo con cara amurrada, te indignaste cruzando los brazos y dejaste de mirarlo.

—Oye, no te enojes. —Te tocó el hombro, pero lo apartaste.

Miraste de reojo al chico, este estaba con una cara preocupada. Sonreíste, en verdad no estabas enojada, ni mucho menos indignada. Antes de decirle que todo era una broma, una cinta apareció agarrándote la muñeca, tirando hacia él. Lo miraste y viste como este dejaba su helado en la mano atrapada.

—Perdón —dijo apenado—, tómalo. 

Lo miraste asombrada y le sonreíste.

—Gracias, que lindo eres —comentaste alagándolo.

Miró hacia otro lado, rascándose la cabeza apenado.

—Es la primera vez que me dicen un halago así —susurró mirando el piso—. Gracias, supongo.

Fruciste el ceño por lo que dijo, no entendías como era eso posible si era un chico de lo más genial.

—Pues yo creo que eres muy genial, por lo que me has contado. Serás un gran héroe.

Le diste una lamida al helado que te dio Sero. Mientras le decías eso, el chico solo te miraba, pero no con su típica sonrisa.

—Siendo alguien tan simple y que no destaca, a veces lo dudo...

—¡Lávate la boca con jabón, y retractate de lo que dijiste! —Te levantaste del columpio enojada y te paraste al frente de él. Sero te miraba extrañado por tu acción. Pusiste la mano libre en tu cintura—. ¡Eres un gran chico con un futuro increíble! ¡No eres para nada aburrido, y espero que quites ese pensamiento de tu cabeza o si no te tiraré el helado en la cara!

El chico se impactó con tus palabras, nadie le había gritado de esa forma y menos le había dicho lo que tú le dijiste. Su cara de pena fue cambiando a una de felicidad, estaba agradecido por tus palabras.

—Sero, di algo. —Tu tono de voz cambió a uno más bajo—. Lo siento por gritarte. Perdón por...

No terminaste de hablar, pues el chico se había levantado del columpio y te abrazó fuertemente. El helado se había caído por no afirmarlo bien.

—Sero... —susurraste sonrojada, pero aceptaste el abrazo y rodeaste su torso con tus brazos.

—Gracias, [Nombre].

Terminaron el abrazo y el chico se dio cuenta del poco espacio que existía entre ustedes, se sonrojó por su acción y se alejó de ti apenado. Igual te alejaste un poco para dirigir tu vista al suelo, donde yacían los dos helados tirados por tu culpa.

—[Apellido], —El chico te llamó y lo miraste—, ¿vamos por otros helados?

Tus ojos brillaron de emoción por lo que dijo el chico y asentiste frenética. Fueron de nuevo a por otros helados y pasaron casi toda la tarde conversando de sus vidas.

Una cita normal, con un chico especial. 

Cita 8: ??/10

Citas a ciegas [One Shots | BNHA]Where stories live. Discover now