Especial 7: Midoriya Izuku.

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El día estaba frío, y los pronósticos anunciaban nevadas intensas esa noche, pero no te importaba, pues estabas ansiosa de poder pasar la tarde con el pecoso. Siendo el día antes de Navidad, el chico se había dado la molestia de invitarte a una cita, como era lo normal en Japón en esas fechas, para estar juntos.

La nieve caía amenamente y le daba un aspecto hermoso a la plaza central donde estabas esperando a Midoriya. Buscaste con la mirada a tu alrededor para ver si había algún indicio de que estuviera cerca, pero lo único que pudiste ver fueron cientas de caras que no conocías. Las calles estaban repletas de personas caminando apuradas de aquí para allá.

Desde tu posición, sentada al frente de la fuente de la plaza, tenías la mejor vista de las tiendas llenas hasta el tope.

Al ver todas la tiendas llenas y con largas filas para poder entrar, empezaste a dudar de si de verdad podrían encontrar un lugar donde pasar la víspera. Todo estaba lleno, sin excepción. Suspiraste nerviosa por décima vez en la tarde, el chico era muy dulce contigo desde que se conocieron y esta iba a ser la primera vez que saldrías con alguien en estas fechas.
Dejaste de lado tus pensamientos y diste un respingón al sentir las manos frías de alguien tapar tus ojos, pero tu cuerpo dejó de estar tieso al escuchar la voz del anónimo.

—¿Quién soy? —hablaron detrás de ti. Lo único que hiciste fue reír por la voz extraña que había hecho, pero aún así se notaba que era él.

Llevaste tus manos a las suyas, que aún tapaban tus ojos, y las tomaste mientras llevabas tu cabeza hacia atrás, mirando al chico de cabeza. Este te miraba sonriente, y sonrojado se acercó despacio a tu rostro y te dio un pequeño beso en la frente.

Tus nervios volvieron en tu cuerpo, pero trataste de pasar desapercibida. Los nervios que no pasaron desapercibidos fueron los del chico.

—Ah... No... Yo no.

—No importa.

Le sonreíste al chico y te levantaste de la banca mientras él se posicionaba a tu lado. Después de saludarse como corresponde, empezaron a caminar por la calles, teniendo cuidado de no tropezar con las personas que pasaban con apuro.

Sentías como tu mano y la del chico rozaban por el vaivén de estas, se notaba que los dos deseaban tomarse de las manos, así que con confianza le tomaste la suya rápidamente.

El chico te miró por unos segundos, para luego sonreír.

—¿A dónde vamos? —preguntaste curiosa para romper el hielo, además que el chico nunca te dio una idea de lo que harían ese día más que solo salir.

—Creo que no importa si te lo digo. —Dudó un poco antes de decirte, sentiste el apretón en la mano que mantenías sujeta con la suya y como poco a poco el color rojizo crecía en su rostro—. Pensaba invitarte a mi casa.

—¿Tu casa? —preguntaste titubeando, y un sin fin de imágenes no aptas para menores de 18 años pasaron por tu mente, sonrojandote—. ¿A solas?

El chico se dio cuenta de tu sonrojo, y después de unos segundos entendió el porqué estabas así, haciendo que él también se sonrojara. Empezó a negar con la cabeza rápidamente mientras pasaba de rosa a rojo intenso.

—¡N-no! —gritó desesperado, pero se calló rápidamente al ver el escándalo que hizo, pues la gente se le quedó mirando raro—. Digo, estará mi madre.

Asentiste entendiendo su respuesta y tratando de no reír por como se había puesto.

Siguieron su camino hasta la estación mas próxima. Tus nervios, aunque quisieras, no podías controlarlos. Conocer la casa del chico, y su familia era un gran paso, aunque no eran nada.

Citas a ciegas [One Shots | BNHA]Where stories live. Discover now