Cita 49: Todoroki Shouto.

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El ambiente tranquilo se podía palpar, y la calidez del día traspasaba al interior del tren. Tus ojos pesaron por unos segundos, ver el mismo paisaje por la ventana era muy aburrido. Suspiraste cansada y tu vista dejó de posarse en el exterior, para ver al lado donde se encontraba el bicolor sentado.

Sonreíste enternecida al verlo dormitar y cabecear. Bajaste tu mirada de su rostro a su hombro, parecía tan cómodo. Te acercaste despacio y apoyaste tu cabeza en un bostezo. El viaje desde la ciudad al parque nacional Nikko iba para 2 horas, y era mejor descansar antes.

Cerraste los ojos lentamente, cayendo en el sueño. Antes de desvanecer en el descanso, sentiste la mano firme del chico posarse sobre tu mano, y su cabeza apoyarla contra la tuya.

Ambos cayeron rendidos a los brazos de morfeo, esperando a que el tren llegara su destino.

ooo

—Me duele el cuello —dijiste. Con tu mano palpaste la parte afectada y la masajeaste esperando aliviar el dolor.

—Perdón —comentó el bicolor mirando como movías la cabeza de un lado para el otro.

—¿Perdón? —No entendías por qué su disculpa, si no había hecho nada malo—. ¿Por qué?

—He dejado que durmieras mal dejándote sobre mi hombro.

Lanzaste una corta risa al escuchar al chico; no sabías si golpearlo por bruto o besarlo por tierno. Dejaste de masajear tu cuello y sacaste de la mochila que habías traído una gorra. Te la pusiste para acaparar el molestar del sol, y colgaste la mochila sobre tus hombros.

—¿No trajiste algo para protegerte del sol? —preguntaste al chico. Este negó—. Yo lo necesito, me quemo fácilmente. —Reíste.

Todoroki sonrió levemente al verte feliz. Hace mucho que se conocían gracias a la aplicación, y poco a poco habían estado conociéndose, compartiendo. Ahora, que ya tenían más confianza, decidieron por visitar uno de los parques nacionales más importante, juntos.

—Dicen que a veces aparecen monos al otro lado del puente —diste el dato al azar mientras ambos iban pasando por el camino de tierra—, u oso...

—¿Osos? ¿Estás segura? —preguntó el chico después de darle un trago a su botella con agua. Frunciste los hombros.

—No sé, lo leí en internet.

Siguieron caminando hasta llegar a un pequeño templo en medio de los árboles; existían varias estructuras entre todo el parque, algunas hasta en los lagos.

Avanzaste más rápido y te adentraste al pequeño templo; la mayoría eran de color rojo, pero este no estaba pintado.

—Qué pequeño. —Todoroki entró unos pasos después de ti.

—Parece más un techo para resguardarse —hablaste mirando la altura del cielo—, o un paradero.

Tomaste tu celular, y empezaste a sacar varias fotos de todo el paisaje, algunas con el chico agregado, pero sin que se diera cuenta. Reíste al ver como Todoroki salía en las fotos.

—¿Qué pasa? —Se giró justo cuando le tomaste una foto. Se acercó a ti y miró lo que tanto te daba risa—. ¿Me tomaste una foto?

Todoroki estaba a tu lado mientras pasabas una por una todas las fotos de él distraído.

—No —contestaste—. Te tomé muchas fotos.

Volviste a reír por la cara que puso el chico. Aunque no se notaba, parecía indignado. Después de ese pequeño momento decidieron por seguir caminando hasta más al fondo del bosque.

—¡Mira! —gritaste tomándolo del brazo y apuntando al frente— ¡desde aquí se ve el puente!

Le tomaste de la mano y lo jalaste para que apresurara el paso junto contigo. Ibas emocionada, mientras que el heterocromático solo se dejaba llevar.

Llegaron al principio del gran puente, encontrándose con más turistas sobre este. Tomaste tu celular y empezaste a tomar fotos de todo. Corrías de un lado al otro entusiasmada, y más si el río pasaba por abajo.

Todoroki se quedó a un lado, mirando desde allí todo lo vegetal del parque. Cuando ya estabas hasta el tope de fotos, te posicionaste a su lado.

—Es muy bonito, ¿no? —dijiste.

—Sí. —Todoroki estaba ido, mirando al horizonte sin darse cuenta de como estabas lista para sacarle una foto.

Le tomaste tres fotos; una mirando a la lejanía, parecía un modelo; otra al darse cuenta que le tomabas una foto, parecía sorprendido; y la última sonriendo, pero no a la cámara, sino a ti.

Mantenías el celular apuntando para otra foto más, pero el chico lo retiró bajando tu mano, acercándose hacia tu rostro peligrosamente.

Sus labios rozaron los tuyos, pero paró al verte sorprendida por su movimiento. Sus respiraciones se mezclaban, y sus mirabas no se desviaban del otro.

—¡Ay! ¡Mira allá, qué tiernos!

Se separaron al escuchar los gritos de los niños de una familia cerca de ustedes. Un par de monos estaban abajo en la orilla del río, jugueteando entre ellos. Pronto desaparecieron por entre los árboles.

—Rayos —dijiste tratando de cambiar el ambiente incómodo entre ustedes por el casi beso—, no pude tomarles foto.

—Tengo un par —dijo el chico con su celular en mano mostrándolo. Se puso a buscar las fotos, pasando de a poco cada una. Te acercaste más para ver las que había tomado, pero lo único que pudiste apreciar fueron las fotos de ti haciendo cualquier cosa.

—¿Qué? ¿Me tomaste fotos? —exclamaste avergonzada al verte en el celular del chico.

—Yo también quería tener fotos tuyas distraída.

Te tapaste la cara de la vergüenza; hizo lo mismo que le hiciste a él. Estiraste tu cara hacia abajo, y suspiraste.

—Qué vergüenza. Salgo horrible.

—¿Vergüenza? —No entendió por qué estabas tan sonrojada—, sales bien en las fotos. Linda como ahora.

Tu sonrojo creció más. Tocaste tus mejillas para sentir como el calor se apoderaba de ella. Todoroki era muy directo para cosas tan simples, pero era lo bonito de su personalidad. Te diste cuenta de como te miraba fijamente.

—¿Qué pasa? ¿Estoy muy roja? —preguntaste abanicándote con la mano para que se pasara el color de tu rostro.

Luego de decir eso, sentiste la mano del chico sobre tu mejilla, y como el frio de su particularidad te llegaba a la cara. Cerraste los ojos sintiendo el frescor en tu cabeza.

—Gracia... —No alcanzaste a terminar de agradecerle cuando te besó.

Atrapó tu otra mejilla con su mano ahora sintiendo el frío de un lado, el calor del otro y sus labios sobre los tuyos. Tomaste sus muñecas justo cuando se separaron.

—Sigues sonrojada —comentó. Bajaste la mirada para que no te mirase.

—¿Cómo no? —susurraste—, si me besas de improviso.

El chico se disculpó, y te dejó libre de sus manos. Negaste con la cabeza por su disculpa. No querías que se disculpara, querías que te besara otra vez. Suspiraste, giraste y te centraste en el paisaje otra vez.

Para la próxima.

Cita 49: ??/10

Citas a ciegas [One Shots | BNHA]Where stories live. Discover now