Cita 31: Midoriya Izuku.

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—Hola señora Midoriya , ¿se encuentra Izuku? —preguntaste a la señora al frente tuyo. Esta asintió sonriente y abrió la puerta de su hogar, pasaste un poco tímida, aunque ya habías estado allí un par de veces.

—Está en su cuarto —respondió—. Me dijo que iba a salir, pero lo veo tan concentrado en sus cosas que pensé que ya no iría a ningún lado.

Midoriya Inko, mejor conocida como la madre de Izuku, era alguien muy acogedora y cálida. Las pocas veces que ibas a casa del peliverde, ella siempre estaba allí para consentirlos.

—¿Puedo ir a verlo? —preguntaste apuntando el pasillo.

—Claro, linda —rió. Te avergonzaste un poco por la situación.

—Con permiso. —Diste una pequeña reverencia y fuiste directo al cuarto del pecoso.

Afuera ya de la puerta del chico tocaste la puerta esperando a que te abriera, pero no hubo respuesta alguna. Golpeaste otra vez más fuerte, pero nadie abría. Miraste a ambos lados como si fueses un ladrón a punto de cometer un ilícito, y abriste la puerta despacio.

Asomaste la cabeza por entre la puerta, y desde allí viste como el cuerpo del chico estaba tumbado en la cama, durmiendo. Sonreíste enternecida al ver tan linda imagen, el chico estaba en una posición fetal sobre las sábanas.

Entraste al cuarto completamente y cerraste la puerta despacio para no despertarlo. Te acercaste a un costado de la cama, y te sentaste cerca del chico. Le tomaste la mano y empezaste a acariciarla, te parecía tan adorable.

—¿Por qué eres tan tierno y dulce? —susurraste. Te mordiste el labio mirando su boca.

Dejaste de estar en las nubes y decidiste por despertarlo, pues estabas allí por su cita.

—Izuku. —Empezaste a removerlo con delicadeza—. Izuku, despierta. Es tarde.

Unos segundos después el chico empezó a quejarse, entre abrió los ojos perezoso y se estiró.

—¿[Nombre]? —preguntó en un bostezo—. ¿Qué haces aquí? ¿qué hora es?

Te acomodaste denuevo en la cama, pues el chico se sentó en esta mientras se restregaba los ojos. Llevaste tu mano a su pelo y trataste de acomodarselo. El chico se sonrojó pues aparte de que estabas muy cerca de él, se dio cuenta que antes tenías su mano tomada.

—Bueno, como no me contestabas los mensajes, ni las llamadas y estuve esperando por ti como una hora, decidí venir, ya que tal vez te pudo haber pasado algo. Pero me doy cuenta que solo te quedaste dormido —respondiste con total tranquilidad mientras dejabas de lado el pelo del peliverde y le dabas una sonrisa—. Ah, y son las 15:45.

Izuku se sorprendió y se levantó de golpe, casi tiránndote de la cama.

—¡Lo siento tanto, [Nombre]! —dijo alterado mientras corría de aquí para allá. Tomaba cosas, botaba otras—. ¡Tomo algunas cosas y nos vamos!

—Izuku —llamaste, pero este no te hizo caso—. Izuku, no importa. —Volviste a hablar sin causa—. ¡Izuku! —Lo tomaste de entre los hombros y lo miraste directo a los ojos—. Izuku, cálmate porfavor.

El pecoso asintió y así lo soltaste, suspiraste mientras volvías a sentarte en la cama, pues te habías levantado para atraparlo de entre su desespero.

—¿Ya no quieres salir conmigo? —preguntó dudoso el chico con un rostro triste—. Lo comprendo...

—Sí quiero salir contigo, pero te alteras tanto que ya nadie te para —reíste.

Te levantaste y fuiste directo a la puerta, con la mirada del pecoso sobre ti. Abriste la puerta y antes de cerrar le dijiste al chico que lo esperarías afuera.

—No te demores...

ooo


—De nuevo, lo siento por todo.

—Es la octava vez que me pides perdón —recriminaste—, una vez más y me voy.

Izuku se asustó y movió la cabeza frenético, reíste internamente al verlo en ese estado.

Siguieron caminando por entre el centro comercial. Su plan principal era pasar por el centro a comprar las cosas que le faltaron al chico para su campamento, y tú comprar un par de cosillas, después de eso ir al cine y comer algo. Pero lamentablemente ya no alcanzaban a hacer todo, así que solo irían a comprar y lo demás lo dejarían para después. Estaba bien en el sentido de que así tendrían otra cita.

—¿Ya tienes todo? —preguntaste. Midoriya asintió y levantó las pocas bolsas que tenía en sus manos, lo suyo no era tanto, pero el tiempo se iba en buscar las cosas.

—Estoy listo. —Sonrió nervioso—. Espero que el campamento me ayude a mejorar.

—Sin duda alguna. —Le devolviste la sonrisa.

También ya habías comprado unas pocas cosas que necesitabas para tu club.

Siguieron caminando solo como hobbie, mirando por aquí por allá todo lo que se veía en las tiendas desde afuera.

Sin darte cuenta chocaste con el hombro de una persona, haciendo que se cayeran las cosas que llevabas de ese lado.

—¡Perdón! —escuchaste decir a la otra persona—. No me di cuenta, lo siento.

—No te preocupes, fue un accidente.

Te ibas a agachar para agarrar las cosas que se cayeron. Pero la persona, que era más bien un muchacho que parecía solo un poco más grande que tú, se te adelantó y empezó a recoger todo con rapidez. Te las pasó directa a tu mano con delicadeza.

—Aquí tienes —sonrió.

—Muchas gracias —Diste un movimiento con la cabeza como reverencia. Te ibas a ir, pero su llamado te detuvo.

—Oye, eh... —Te tomó del hombro, te giraste confundida—... déjame recompensar el mal momento.

Negaste con la cabeza, haciéndole entender que no era necesario. Miraste de reojo al peliverde, que estaba un par de pasos más alejado, con una seriedad extraña.

El chico a tu lado se dio cuenta de que estabas acompañada, así que se disculpó y se fue despidiéndose.

Te acercaste a Midoriya y le empujaste disimuladamente, pues no dejaba de ver al chico que se había ido.

—Si las miradas mataran... —susurraste.

Este se avergonzó y volvió a caminar a tu lado. Ya era hora de volver a casa, y un largo viaje de vuelta te esperaba.

—Perdón por eso, pero... —Empezó a hablar—... no me agradó. —Miró hacia otro lado.

Se le notaba la pequeña pizca de celos que el tipo le hizo sacar.

—Bueno, tampoco es como que le iba a decir que sí, pues estaba contigo —comentaste—. No te dejaría solo.

Midoriya volteó su rostro hacia ti, levantando la comisura de sus labios. Llevó todas sus bolsas a un lado y agarró tu mano.

—Te prometo que nunca más te dejaré esperando.

—Eso espero, o sino me lo pensaré en aceptar otras citas. —El chico abrió la boca sorprendido, y reíste por su reacción—. Que es broma. No te cambiaría por nada, Izuku.

Midoriya suspiró aliviado. Y así se fueron juntos hasta tu casa.

Cita 31: ??/10

Citas a ciegas [One Shots | BNHA]Where stories live. Discover now