Especial 24: Hawks.

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Era tonto pensar que hace un par de horas estabas feliz de por fin tener una cita con quién pensabas era uno de los mejores pro héroes del país, que tendrías la posibilidad de entablar una conversación con él y decirle todo lo que alguna vez pensaste cuando lo conocieras; era un sueño hecho realidad. Realidad distorsionada al darte cuenta que llevabas más de media hora esperando a que el héroe alado se presentara.

Bajaste la cabeza sintiéndote una idiota por pensar que él iba a tener tiempo para cursilerías como lo era esta cita.

—Idiota fui, idiota soy, idiota seré. —Tus manos pasaron por tu rostro después de descalificarte. La única oportunidad arruinada por tus ilusiones. Dejaste soltar un pesado suspiro antes de levantarte de la banca en donde lo estabas esperando; ya no importaba seguir allí.

Agarraste tu bolso firmemente y empezaste a caminar en dirección a tu casa. Un pote de helado te estaría esperando para desahogar las penas.

El sonido vibrante de tu celular hizo que parases para contestar. Un número desconocido se podía apreciar en la pantalla. Te pareció extraño, pues nunca te llamaban otros números además de tu familia y amigos cercanos.

—¿Diga? —contestaste, era mejor que dejar que sonara. Ibas a seguir, pero la voz al otro lado de la línea te exaltó.

—¡No te muevas! —dijeron, escuchaste ese suave pero demandante grito. Te quedaste estática, como si esa frase te hiciera realmente no querer moverte—. ¡Alza los brazos!

—¿Qu...

De un segundo a otro el piso ya no estaba a tu alcance, el viento golpeaba tu cuerpo, y un par de brazos firmes te sujetaban como si de una princesa se tratase. El shock del momento no te dejó pensar hasta varios segundos después, al darte cuenta que en ese instante estabas sobrevolando varias recidenciales. Tu vista buscaba, indudablemente, al culpable de que ahora estuvieras volando a 80 metros sobre el nivel del mar, encontrándote con la cara de quién iba a ser tu cita ese día.

—¿Esperaste mucho por mí?

La pequeña risa que salió de su boca no hizo más que hacerte enojar; que viniera como si nada después de esperarlo por más de media hora no era gracioso para ti.

—¿Qué te pasa? ¡Bájame! —gritaste, tus zarandeos divertían al héroe—. ¡No te rías, suéltame!

—¿Seguro quieres que te suelte, preciosa?

Dejaste de moverte procesando lo que habías dicho. Miraste de reojo hacia abajo, dándote cuenta de la altura en la que estaban y provocan en ti un miedo extraño. Tu mueca de enojo se transformó en terror al mismo tiempo que te sujetabas del cuello del chico, escondiendo tu cabeza en su pecho para no ver abajo de ustedes.

Estuviste así por un largo tiempo, tiempo en el cuál el héroe no había hablado.

—¿A dónde me llevas? —preguntaste tratando de no apartar tu mirada de su pecho.

—Vaya, pensé que te habías tragado la lengua del miedo. —Su risa se volvió un quejido cuando le proporcionaste un golpe advirtiéndole—. ¿Te gustan los bolos?

—¿Bolos? —Conocías de ello, y ya habías podido ir con tu grupo de amigos, pero nunca lo imaginaste como una cita.

Poco a poco sentiste descender al héroe alado; la velocidad era menor y la distancia al suelo iba descendiendo. Rápidamente llegaron al piso. Hawks tocó tierra y guardó sus alas para no molestar a los transeúntes que caminaban por ahí. Al frente de ustedes se encontraba el recinto de bowling.

—Ey, —llamaste la atención del chico, que aún te mantenía entre sus brazos—, ya puedes bajarme.

Él simplemente sonrió y te dejó en el suelo con cuidado. Aunque no se te había olvidado que estuviste esperando por él, también querías pasar un rato agradable a su lado.

Entraron al establecimiento, y mientras esperabas a que el héroe pidiera un espacio para ustedes, fuiste a por algo de beber.

—Hawks está aquí. —Escuchaste decir a una de las empleadas del local de comidas—. Es tan guapo...

Tomaste la botella de agua de la máquina expendedora, y te giraste para ver como el chico era admirado por las personas a su alrededor. Sonreiste con solo ver como una simple persona podía alegrar a miles, incluída tú.

—Ten —dijiste pasándole una de las botellas de agua que habías comprado.

—Gracias —dijo, pasó su brazo por tus hombros y te guío hasta donde les tocaría jugar.

—¿Cuánto tiempo tenemos? —preguntaste. Ambos ya estaban sentados en los asientos de cuero de su sección.

—Media hora —dijo abriendo la botella y tomando un poco de esta—. Lamentablemente, tengo poco tiempo para estar contigo.

—¿Es por eso que has llegado tarde?

—En verdad, no debería estar acá, sino en Osaka para una entrevista —respondió a tu duda. Ahora te sentías un poco mal por hacerle posponer su trabajo—. Pero quería conocerte.

En ningún momento estuviste nerviosa o avergonzada, pero saber que él quería conocerte sí o sí te había hecho enrojecerse de lo apenada que estabas. Tapaste tu cara para que no viera como te encontrabas, pero su risa daba a entender que eras muy obvia como para ocultarlo.

—Eres tierna —dijo levantándose para tomar una de las pesadas bolas y dirigirse hasta la pista—, aunque me golpees cuando te sientes intimidada.

—No es así, no me intimido. —Tu voz se elevó un poco más para que él pudiera escuchar. Hawks hizo su jugada, botando todos los bolos, como era de esperarse de él.

—¿Ah, no?

El héroe regresó, pero no se sentó donde antes, que era al frente tuyo, sino que buscó sentarse a un lado tuyo, pasando su brazo entre tu espalda y el respaldo del sillón.

—¿Qué... haces? —preguntaste titubeando un poco al sentir la presencia dominante del héroe sobre ti.

—¿Y qué tal ahora? —susurró al haberse acercado más a ti, casi al punto de rozar sus narices. Tu corazón se aceleró, sintiendo el miedo de que el chico pudiese escuchar el palpitar de este por el fuerte sonido que hacía. Ibas a cortar toda distancia, pero él fue mucho más rápido y se separó de ti con una sonrisa coqueta—. Es tu turno de jugar.

Inhalaste al darte cuenta de la situación, reteniendo el aire en tus pulmones de la impresión. Ibas a golpearlo otra vez, pero su mano detuvo la tuya como si supiera que lo ibas a hacer.

—Terminemos el juego —dijo bajando tu brazo despacio y soltándolo—, luego te intimidaré más. Si eso quieres.

Lo miraste dudosa, pero luego reíste por su comportamiento. Aunque, en ningún momento le negaste nada.

Citas a ciegas [One Shots | BNHA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora