Cita 17: Aoyama Yuga.

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El día estaba despejado, con el sol a tope y las personas caminando de aquí para allá. Y allí estabas tú, esperando la llegada de quién sería tu cita ese día. Te había pedido que lo esperaras dentro del centro comercial de su ciudad. 

Y como dijo él, estabas adentro del recinto en el primer piso sentada en uno de los sillones individuales que tenía el lugar. Estabas ansiosa, por lo que te había dicho él, era un extranjero proveniente de Francia.

Suspiraste de cansancio, llevabas esperando unos 20 minutos sentada. Cerraste los ojos y llevaste tu brazo al rostro para que te tapara de las luces del lugar. Pero no duró mucho así, hasta que te llamaron.

Bonjour, [Apellido] —habló una voz melodiosa.

Bajaste tu brazo y abriste los ojos, te tomó unos segundos adaptarte a la iluminación del lugar. Cuando por fin pudiste enfocar tu vista, te diste cuenta de que al frente tuyo se encontraba un rubio parado con una mano en la cadera y la otra en su frente, manteniendo una pose totalmente extravagante. Le miraste detenidamente, parecía tan deslumbrante. Su sonrisa característica se ensanchó cuando le tomaste atención.

—Ugh, que brillante. —Dejaste de estar desparramada en el sillón y te sentaste como era debidamente.

Merci —respondió a lo que dijiste, aunque lo que habías dicho se te salió sin querer. 

Frunciste el ceño, no estabas entendiendo nada de lo que decía, pero asentiste por si las dudas.

El chico dio un paso hacia atrás mientras te levantabas del asiento, te estiraste dando un gran bostezo y rascándote la cabeza.

—Para nada femenina —escuchaste decir al rubio. Posaste tu mirada en él y levantaste una ceja sin creer lo que dijo.

—¿Perdón? —Llevaste una mano a tu pecho en indignación.

—Te perdono —dijo con su característica sonrisa.

Pusiste una cara de pocos amigos, estabas a punto de empezar un asesinato, pero el rubio te tomó de la mano y te empezó a arrastrar para que caminaras. Y así, empezaron a pasear por el centro comercial. Tú siendo tironeada por él, y él todo deslumbrante mirando las tiendas.

—Creo que necesitas un cambio de look —habló mientras seguían paseando por entre la gente.

—¿Qué? ¿por qué? —preguntaste—. No lo necesito.

El chico paró de caminar y se giró para quedar frente a ti. Se quedó inspeccionándote de pies a cabeza, aunque no se notaba su verdadera expresión detrás de esa sonrisa, ya te dabas la idea de que estaba pensando en ese momento.

Al parecer un par de pantalones y una camiseta simple era el infierno para el amante de los volados y brillitos.  

—No sé nada de moda, ¿cómo voy a saber que comprar? —preguntaste soltando la mano del rubio y te cruzaste brazos.

—¡No te preocupes, Belle! —respondió mientras tomaba una pose divinamente extraña—, porque yo te ayudaré. —Arqueó un poco la espalda hacia atrás y te apuntó con los dos brazos, parecía un contorsionista profesional.

Levantaste la cabeza mirando al cielo, como si este fuese lo más importante del mundo.

—¡Porque yo te ayudaré! —repitió. 

Volteaste la mirada a la gente que pasaba por al lado de ustedes, suspiraste cansada.

—¡Porque yo te ayudar...!

—Si, ya entendí —dijiste mientras masajeabas el ceño que se te había formado. Empezaste a caminar, pasando por al lado del rubio que aún estaba en esa pose tan extraña. Te siguió con la mirada antes de ir rápidamente a tu lado, pues te estabas alejando de él.

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—¿Qué tal esto? ¿o esto? ¿o tal vez esto? —Empezó a decir el rubio mientras escogía varios atuendos y te los mostraba. Su alrededor parecía que brillaba, se sentía en su habitad natural—. ¿Esto me queda bien?

—Eh...

—Sí, me queda bien. —Se contestó. Hiciste una mueca de no entender nada y rodaste los ojos.

Bufaste cansada. Estabas sentada en una silla al lado del probador de hombres mientras mirabas como el chico se probaba diferentes prendas al frente del espejo. Mantenías los codos apoyados en tus piernas y tu cabeza en tus manos, viendo las diferentes poses que el chico hacía.

—Pensé que me ayudarías con eso de la moda —dijiste levantando la cabeza. El chico te miró con sus ojos azules y pestañeó un par de veces.

Antes de poder darte cuenta el chico te tomó de la mano, otra vez, y te jaló para que te levantaras. Fueron hacia la sección de mujeres de la tienda donde estaban y empezó a buscar ropa para ti.

Te posicionaste al frente del espejo que estaba pegado a una pared, mientras el rubio poniendo al frente de ti varios conjuntos.

—¿Este? —preguntó sosteniendo un vestido blanco. Le diste una mala cara.

—No, please

—Sí, este. —Asintió dejando a un lado la prenda de vestir.

—¿Tú no me escuchas? —Te giraste a él y le preguntaste.

—Lo único que puedo escuchar es mi faboleux voz.

El sonido retumbante de tu mano chocando tu rostro se pudo haber escuchado hasta la china, ¿en verdad está pasando esto? Te calmaste un poco, igualmente era divertido el chico.

—Eres un caso...

—Gracias —contestó.

—¡No te estaba alagando!

Y así pasaron un rato más entre poses, brillos y extravagancias.

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Después de terminar con las compras de ese día, más por parte de él que tuya, decidieron acabar la jornada con un par de bebidas calientes en una cafetería cercana, la noche estaba entrando y también el frío.

Dejaste la taza en la mesa y te acomodaste en tu asiento.

—¿Sabes dónde estuve ese día? —preguntó

—¿Dónde?

—Es un secreto. —Guiñó el ojo mientras tomaba de su vaso de café.

Te le quedaste mirando y parpadeaste un par de veces antes de romper en risas, a estas alturas ya no era extraño las pequeñas ocurrencias el rubio.

—Eres raro —comentaste—, pero a la vez intrigante.

El chico ensanchó su típica sonrisa ante ti, mientras un brillo natural salía de él.  

Lo único que podías decir sobre eso era: Pero que elegancia la de francia.

Cita 17: ??/10

Citas a ciegas [One Shots | BNHA]Where stories live. Discover now