Cita 25: Tokoyami Fumikage.

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El año había terminado, y para bien, pues habías conocido a gente maravillosa en el transcurso, y uno de ellos era Tokoyami. Con el chico todo había sido un poco lento, las salidas y encuentros no eran más que algo en plan de amigos, y era lo que más te gustaba y desagradaba al mismo tiempo. Querías algo más allá de una simple amistad, y esperabas que hoy todo cambiara. 

Año nuevo, vida nueva.

Escuchaste como tu madre te llamaba desde la planta baja, avisándote de que ya estaba afuera el chico. No esperaste más y antes de bajar por las escaleras, arreglaste un poco tu vestimenta y bajaste nerviosa. 

Al momento de pisar el primer piso, divisaste como Tokoyami hablaba con tu madre, aunque más hablaba ella que él.

—Me la cuidas —dijo tu madre al chico—, a veces es torpe y puede que se caiga un par de veces.

Tokoyami solo asentía a lo que decía tu madre, mientras seguramente aguantaba la ganas de reír por la cara que estabas poniendo. 

—No se preocupe —respondió mientras abrías la puerta principal y tratabas de jalar al chico para irse—. La cuidaré muy bien.

—Ya vayámonos —dijiste al cerrar al puerta, dejando con las palabras de despedida a tu madre en la boca.

Suspiraste cansada y le sonreíste al chico apenada, tu madre siempre que tenía la opción, te avergonzaba con cualquiera que fuese, hasta con desconocidos. 

—Lo siento por eso, estaba arriba arreglándome y te dejé solo con la loca de mi mamá.

—Es muy amable —respondió mientras caminaban a la estación más cercana. Tokoyami posó su vista en ti y te dió una sonrisa—. Te ves bien.

Te sonrojaste por esas simples palabras, pues te habías esmerado en tu vestimenta por él. Estabas vistiendo un Kimono, idea de tu madre para empezar el año con el pie derecho. Hubieras preferido un Yukata, pero el clima no estaba de tu parte como para ir muy ligera.

—Gracias.

Al ser el último día del año, varios templos abrían sus puertas y daban inicio al año con sus festivales. Tenías la gran ilusión de poder ir a alguno, pues nunca podías ir ya que tu familia prefería quedarse en casa. Pero tu sorpresa y felicidad llegó cuando Tokoyami te invitó a pasar el día en uno de los templos más reconocidos por la actividad que hacían justo a media noche: fuegos artificiales.

Después de llegar a la estación y tomar el tren que los llevaría al norte de la ciudad, donde se encontraba el gran templo, esperaron hasta llegar a la estación que les correspondía. El vagón iba medianamente lleno, pues era la hora pick y también la mayoría iba al mismo lugar que ustedes.

Estaban sentados uno al lado del otro conversando un poco de como les había ido este año.

—Yo creo que fue un buen año —dijo el chico mientras se levantaba de su puesto y se lo cedía a una anciana que recién entraba al vagón. Él se quedó parado al frente de ti, afirmándose del barandal del techo.

—¿Ah, sí? ¿por qué? 

—Conocer a alguien sin siquiera saber como es, es peligroso. Pero te pude conocer.

Te quedaste mirándolo sonrojada, estabas feliz por dentro pero no lo mostrarías, te lo guardarías hasta que estuvieras sola en tu habitación.

—Aw, que muchachito tan tierno. —Giraste tu rostro al escuchar el comentario de la anciana al lado tuyo—. Tienes mucha suerte, tu novio es un amor.

Lo único que hiciste fue reír de los nervios, trataste de negarlo pero la mujer estaba muy ocupada alabando al chico. Volteaste tu mirada solo para ver como Tokoyami se ponía incómodo de la situación. Se notaba que estaba nervioso, pues apartaba la mirada de la tuya.

Y así pasó el tiempo hasta que tuvieron que despedirse de la linda abuelita y bajar del vagón para llegar a su destino.

Caminaron unos minutos más hasta llegar a la entrada del templo. Estaba lleno, había multitudes de personas entrando para poder pedir sus deseo de año nuevo o llevar sus amuletos antiguos, como tú.

—Tokoyami, tengo que cambiar mis amuletos, ¿me acompañas?

—Seguro.

Asentiste y fueron directo a la sección donde tenían que botar los amuletos ya usados, para luego quemarlos. Sentías que este tipo de objetos eran un desperdicio, pero tu madre te pidió por favor que los cambiaras por ella.

Metiste los dos pequeños colgantes en el gran cajón de madera y te fuiste donde el chico, que se había quedado un par de metros alejado de allí.

—¡Listo! —dijiste cuando llegaste a su lado—, ¿qué hacemos ahora?

—Tenemos un par de horas antes de que sea la media noche, ¿quieres ir por algo de tomar?

—Seguro, muero de sed.

Asintió y te tomó de la mano para llevarte a los puesto. Lo bueno era que iban entrelazados y eso te hacía feliz; lo malo eran las filas largas que tuvieron que hacer para poder comprar un par de bebidas.

—Gracias —dijiste al chico cuando te pasó uno de los vasos de té que sostenía entre sus manos —,por fin.

Tokoyami asintió y empezaron a caminar por entre la gente, faltaba poco para que dieran las doce y las personas ya se estaban reuniendo entre familias, amigos o parejas, como ustedes.

Se apartaron de todo el tumulto, el chico te llevó a una pequeña colina. No estaban solos, pero estaba más despejado que en el centro del festival, y desde allí podían ver todo el panorama del templo y del cielo también.

Te abrazaste al sentir el viento correr fuerte, estaba frío. Y, aunque tenías otra capa de ropa abajo, el frió calaba tus huesos. Sentiste un peso encima de los hombros. Te giraste para ver como el chico apoyaba su campera y la colgaba en ti.

—Estabas tiritando —decía mientras se sentaba en el pastizal de la pequeña colina. Hiciste el mismo gesto que él y te sentaste a su lado—, le dije a tu madre que te cuidaría.

—No tienes porqué —respondiste—, ahora tendrás frío.

Empezaste a sacarte la campera para devolvérsela, pero las manos del chico te detuvieron, negando tu actuar. Se quedaron muy cerca uno del otro, y cada vez iban acercándose más.

Estaban a punto de concretar la distancia, pero un sonido de explosión y una luz los hizo sobresaltar. Miraste al cielo para presenciar como las reciente luces de colores aparecían y embellecían la noche.

—Empezaron los fuego artificiales —comentaste sin dejar de ver el espectáculo de colores—, eso significa que ya es año nuevo.

Te giraste hacia el chico, solo para encontrarte con su mirada calmada.

—Feliz año nuevo, [Nombre].

—Feliz año nuevo, Tokoyami.

Se abrazaron después de eso y se quedaron sentados allí mirando los fuegos artificiales, con la esperanza de que este año sea tan bueno como el anterior, y seguir juntos como amigos.

O más que eso.

Cita 25: ??/10

Citas a ciegas [One Shots | BNHA]Where stories live. Discover now