Cita 33: Monoma Neito.

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—¿Qué? ¿En serio?

—¿Acaso no quieres ir?

Te quedaste dudando ante la pregunta del chico. Su invitación era interesante, pero salir los dos solos fuera de la ciudad era un paso más en su "relación". Hace un par de meses que ya iban "conociéndose" gracias a la aplicación.

—Mmm... ¿El parque Nara? —susurraste pensativa, el chico asintió. Nunca antes habías ido, y tal vez era buen momento para ir y salir con él—. Está bien, creo.

—Excelente —dijo altanero—, igual ya sabía que no te ibas a negar.

Alzaste una ceja sin creer lo que dijo, aunque ya conocías esa faceta suya de idiota, creído e irritante. Te gustaba así.

Te diste media vuelta y te alejaste de él a pasos agigantados. Esperabas que te siguieran y se disculpara por ser tan él, pero paraste pensando que nunca se disculparía por eso, ni aunque su vida dependiera de eso.

El chico llegó a tu lado y envolvió su brazo en tu cuello, acercándose a tu rostro.

—Al final te quedaste —susurró riéndose.

Una más y se ganaría un golpe en las bolas. No, mejor dos.

ooo

Bajaste del tren bala estirándote. El viaje no fue largo pero habías tomado una pequeña siesta en el hombro del rubio. Sonreíste aliviada de que hayan llegado sanos y salvos.

—¡Me has dejado todo babeado!

Escuchaste como reclamaba el chico atrás tuyo mientras se bajaba del tren. Lo miraste unos segundos, te encogiste de hombros y avanzaste a la salido de la estación. Ahora tenían que tomar un taxi hasta el parque y podrían porfin darle de comer a los lindos ciervos.

Ya los dos juntos afuera tomaron uno y se dirigieron hasta el parque. Mientras ibas viendo por la ventanilla la ciudad, pues nunca antes habías ido.

—Woah, ¡Qué bonito! —Te tomaste la cara de la impresión al ver todos los ciervos tan libremente. Ya había llegado, y el taxi los había dejado en los límites del parque. Habían pocos ciervos, pero eran muy lindos.

A lo lejos divisaste una pequeña cabaña. Ya sabías que vendían comida para darle a los animales, además que en otras cabañas más adentro en el parque podías tomar té.

Fueron a comprar un poco de galletas especiales que comían los ciervos y fueron más al centro del parque, donde se concentraban mayor cantidad de animales.

—Toma pequeño —dijiste al ciervo bebé mientras le dabas la galleta en el hocico para que los más grandes no se lo quitaran—. Aww, ¡qué mono eres!

Estuviste fangirleando con él un poco más hasta que escuchaste como el rubio estaba discutiendo con los ciervos más grandes. Te quedaste mirándolo tratando de entender como era que razonaba con un animal.

—¡No te voy a dar nada! —gritó levantando la galleta para que ningún animal pudiera comer—. Si quieres algo, búscalo en otra parte.

Ibas a interferir en la pelea "animal idiota vs ciervo lindo" como le pusiste en tu mente, pero para tu buena suerte (o mala, dependiendo si eras el atacado) otro ciervo saltó sobre el chico desde atrás, haciendo que cayera al piso y todo el alimento se dispersara.

Una carcajada salió de ti al ver como el chico había quedado aplastado en el suelo y sucio por las pisadas de los animales.

—Te lo merecías por ser malo con ellos —dijiste mientras te acercabas a él y dejabas una galleta en la nuca. Un ciervo se la comió junto con un poco del cabello rubio de este—. Eso te pasa por ser tan pesado y una cotorra que pelea por todo.

El chico se levantó de vuelo del piso, mientras se limpiaba la ropa por toda la tierra. En un rápido movimiento te quitó las galletas que te quedaban y las tiró al suelo en venganza, pero no todas.

—¡Monoma idiota! ¡Por cosas asi nadie más te quiere! —gritaste ya harta de la situación y empezaste a golpearle, pero tu fuerza era la misma que la de un perezoso.

El chico se te quedó viendo, hasta que una sonrisa arrogante se reflejó en su rostro.

—¿Eh...? ¿"Nadie más" dices? —Empezó a caminar hasta ti, haciendo que retrocedieras un par de pasos—. ¿Y quién YA me quiere? ¿Tú?

Tragaste seco al verlo tan cerca, no le tenías miedo, pero la situación te estaba incomodando.

—No... —susurraste tratando de mirar a otro lado.

Seguías retrocediendo, hasta que chocaste con uno de los árboles del parque por no estar atenta a tu alrededor. Intentaste salir de allí, pero los brazos del chico se posicionaron a ambos lados de ti.

—¿No? —preguntó esperando que rectificaras tu respuesta anterior.

—No —dijiste rápidamente, hasta que la duda entró en ti—, ¿No?

La mano del rubio atrapó tus mejillas, quedando con boca de pato por el apriete de este. Se acercó a ti con intenciones obvias. No le importaba que hubieran más personas alrededor -aunque no eran más que tres turistas-.

—Shueltame. —Trataste de hablar pero era un poco doloroso.

Sus labios tocaron los tuyos por unos segundos, tenías tus manos en su pecho tratando de separarte pero la verdad es que no querías.

Estuvieron así hasta que de un jalón Monoma se separó de ti, no porque quisiera, si no porque se le había olvidado que guardo una de las galletas en el bolsillo, cosa que hizo que los ciervos empezaran comerse su pantalón y de paso le dieran un mordisco a su trasero.

Empezaste a escuchar los gritos de Neito por todo el parque y el como trataba de alejar a los ciervos. Te volviste a reír por eso, aunque era una risa nerviosa por lo que pasó segundos atrás.

Te mordiste el labio pensando en el beso. Monoma era un altanero idiota, pero besaba bien. Muy bien.

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Citas a ciegas [One Shots | BNHA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora