Capítulo 57. "Torre Eiffel":

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P.O.V. ______:

Estaba claro que mi viaje no sería como yo lo esperaba.

Cuatro horas después de llegar al hotel ya lo tenía claro: no podría poner un pie fuera de ese edificio sin veinte guardaespaldas. Mi perfecto viaje sería estropeado por una masa de fans eufóricas. Wow, ni yo misma lo hubiera adivinado.

¡Por Dios, hasta tenía miedo de mirar por la ventana!

Bien, calma, tigre. Solo tenía tres días para disfrutar de esa ciudad, no quería perder las esperanzas tan pronto. Solo tenía que sobrevivir a unas cuantas chics histéricas, nada complicado. ¿Me disfrazaba o me infiltraba? Una difícil elección.

-          Vamos a ir al estudio, ¿te vienes? –me preguntó Lou, la estilista de pelo lila-.

-          Claro, me estoy quedando sorda aquí –respondí dedicándole una sonrisa de agradecimiento-.

Lou era una buena mujer, tenía a su hija con ella casi todo el tiempo, era una buena madre también. La primera vez que me encontré con ella, fue mi primer día. Me sorprendió un poco su personalidad, era algo extraña, pero nos llevábamos bien, al fin y al cabo. Lux, su hija, era un sol. Harry estaba siempre pendiente de ella, como si fuera su verdadera mamá, aunque eso me extrañaría (recordemos que es un hombre).

La pobre niña tenía a unas seis madres pendientes de ella las veinticuatro horas del día, sin duda era una mimada. Aunque una mimada con una sonrisa traviesa. Reconozco que hasta a mí me había derretido el corazón más de una vez, era imposible resistirse a su encanto natural.

Realidad. Bien, nos encontrábamos unas veinte personas en el estudio, revisando cada una de las pistas de audio que estaban haciendo, grabar una canción en un viaje era sumamente estresante, no podías relajarte ni un segundo, un solo fallo y tenías que repetir todo otra vez.

Dos horas más tarde ya habíamos acabado por hoy. Teníamos la mayor parte de la canción grabada y solo faltaban los últimos retoques para ser perfectas. Bien, solo faltaban otras cinco más para acabar el disco. Este trabajo nunca acababa.

-          Tenemos que decidirnos ya entre estas dos canciones, el disco tiene que estar acabado en dos semanas –oí decir a un hombre a mi derecha-.

-          ¿No estaban todas elegidas? –pregunté confundida, hacía más de tres semanas que ese trabajo había terminado-.

-          Sí, pero al repasar todas las canciones eliminadas encontramos un par para rellenar un hueco –respondió, tenía las partituras en la mano, así que las leí y, sin dudarlo, supe cuál era la elegida-.

-          They don’t know about us es perfecta.

-          Bueno, confiaré en tú criterio –me dijo, guardando las partituras, esta vez, por  separado-.

Este trabajo estaba hecho para mí. Aunque continuaba rezando para que no me equivocara, ya que las consecuencias serían equivalentes a la bomba atómica (es muy jodida esa cosa…).

Hicimos un pequeño tour por la ciudad, todavía no sabía nadie que habíamos dejado el estudio, así que todo estaba en orden. La Torre Eiffel fue lo más impresionante que vi en todo el día. Era una impresionante estructura que se alzaba ante nuestros ojos. Me sentí diminuta durante unos segundos…

A la hora de volver, mi emoción era palpable. Estaba dando saltitos en el coche, recibiendo la mirada de todos a mí alrededor. Sí, todo muy normal conmigo. No pudimos subir a la Torre Eiffel por motivos de seguridad, pero solo con verla con mis propios ojos ya era más que suficiente. ¡Era la Torre Eiffel!

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