Capítulo 53. "Adiós Manchester, hola Londres":

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P.O.V. ______:

Dos semanas después.

-          Mamá, te he dicho que estaré bien. –le dije por centésima vez a mi madre, la cual empezaba a estrangularme con el abrazo que me estaba dando-.

-          Dios, no puedo creer que mi pequeña se vaya a trabajar a Londres.

Rodé los ojos. Mis padres a veces eran un par de melodramáticos. En realidad, los vería en un par de semanas, pero parecía en ese momento que no nos veríamos hasta Navidad. ¿Vergonzoso, eh?

Sí, hacía más de una semana que había vuelto a mi adorado Manchester y ya me estaba marchando de nuevo. Había pasado la última semana haciendo lo imposible para partirme en dos trozos: un para estar con mi familia y otro para estar con mis amigos. ¿El resultado? Un par de sustos cada vez que cruzaba la calle para ir a algún lugar.

Creo que gasté muy bien mí tiempo. Había ido a un par de fiestas, así que mi lado rebelde se había calmado por un tiempo.

Mis padres, los que ahora mismo estaban por ponerse a llorar, habían sido muy estrictos a la hora de llamarlos cada hora. Pero no creo que lo hiciera, la verdad. Mi hermano, que no le gustaba que conviviera con cinco chicos (podemos decir que era porqué eran sexualmente activos, no creo que la razón fuera otra), hasta me había comprado un anillo para que no lo olvidara. Sí, a veces era un tontorrón.

Pero claro, un anillo con una forma de corazón en el centro era la cosa más bonita que él me había regalado, así que me puse a llorar. Sí, soy muy sensible a veces. Venga, soy una chica, está en mi ADN.

-          Mamá, nos están mirando. –le dije entre dientes. Ya había notado la mirada de un par de personas puesta en nosotras. Era vergonzoso-. Nos vemos en un par de semanas.

-          Pero te vas a Londres y, cuchiflín, eres mi pequeña. –dijo, una vez más, intentando estrangularme-.

-          No me llames esa cosa, de grima. –no podía haber escogido un apodo más patético que ese. Mi madre era como esas madres que salen en las películas y hacen pasar un mal rato a sus hijos llamándolos cosas inteligibles-.

-          Pero eres mi cuchiflín.

Nos separamos en ese momento. Tenía que embarcar ya si no quería perder mi vuelo, así que, como ya me había despedido de la decena de personas que estaban allí, me fui corriendo escaleras arriba, ya que tenía que ir por ese camino.

El trayecto en avión no fue muy malo. A excepción dela comida repulsiva que daban. Eso sí que era malo. ¿Cómo la gente se podía comer esa cosa? ¿Es que querían intoxicarse? Sí, claro que querían, para no tener que aguantar a su familia gritona.

En serio, había gente que no paraba de chillar, me daban ganas de meterles un calcetín sucio por la boca.

Pasé más de una hora allí metida, un poco sofocada, pero viva al fin y al cabo. Sí, ¿por qué tenía que quejarme si continuaba respirando, verdad? Ja, ja, ja. Me parto de la risa.

Bien, reconozco que me sentí un poco avergonzada de mí misma cuando aterrizó el avión. También reconozco que empezar a bailar en medio de un aeropuerto era una cosa bastante rara. Sobre todo si te ponías a gritar también. ¿Lo hice yo eso? Sí, lamentablemente. ¿Quién me podría culpar? Como si la felicidad no se me escapara por las orejas.

Supe que mis mejillas estaban rojas en el momento en el que vi que unas veinte personas miraban a l loca chica que estaba bailando como si hubiera una abeja a su alrededor. O sea, yo (a veces quiero darme contra un muro por las estupideces que suelo hacer frente a la gente).

Bien, no supe hacia donde tenía que ir en el momento en el que paré de hacerme la gilipollas delante del mundo. Sabía que me vendrían a buscar, ya que ni loca cogería un taxi en una ciudad que, sinceramente, había estado dos veces. A veces las chicas tenemos lógica, no como a veces nos pinta la gente…

-          ¿_______ Jaderson? –dijeron a mi espalda de la nada-.

Supongo que me caí del banco donde estaba sentada por culpa del susto que aquel hombre me había dado. Había estado veinte minutos sentada, esperando a que alguien me encontrara. Mierda, hablo como si estuviera buscando a mi mamá y, literalmente, mi madre estaba demasiado lejos como para venir a socorrerme.

-          Sí, soy yo. –le dije al hombre que tenía delante de mí mientras me quitaba la suciedad de las rodillas. Supongo que era lo que pasaba en un sitio como ese-. Me alegra no haber sido olvidada. –dije riendo, cogiendo mis dos maletas mientras el hombre me guiaba-.

-          Sentimos lo ocurrido, Londres es una ciudad muy concurrida.

-          Lo sé, tengo suerte de no tener coche, no sabría qué hacer con él. Tardaría media hora en aparcar o, literalmente, conducir diez manzanas -le dije, restándole importancia al asunto. No quería empezar mal en mi primer día-.

-          Lo que tiene de majestuosa, esta ciudad lo tiene de inoportuna. –dijo, mostrando una leve sonrisa-. Bien, ahora iremos al apartamento en el que te hospedaras. Creo que lo mejor será que hoy te instales y que mañana te enseñemos todo. –dijo, mirando su teléfono móvil algo nervioso-. La compañía está a dos calles, el centro a cuatro y las casas del grupo están a unos quince minutos caminando. Como puedes ver, todo está a tu alcance. –dijo, esta vez abriendo la puerta del maletero de una furgoneta negra que estaba aparcada en el exterior del aeropuerto, sí, aquí todo el mundo iba a una velocidad impresionante-.

Supongo que los veinte minutos en coche fueron algo aburridos para el hombre que me acompañaba. ¿Sarcasmo? Sí. Le hice poner la radio a un volumen considerablemente alto y, como si estuviera sola, empecé a cantar como una loca. Sé que las carcajadas de aquel hombre no eran precisamente para reírse conmigo… sino de mí.

¿Habría algo más divertido en este viaje? Dios, esperaba no tener un accidente por mi culpa.

YouTube Girl |Louis Tomlinson|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora