YouTube Girl |Louis Tomlinson|

Capítulo 42. "Un perro como árbol de Navidad":

P.O.V. ______:

Estaba mal de la cabeza, ya lo había aceptado.

¿Cómo podía preguntar una cosa así a un chico que apenas conocía por el teléfono de su mejor amigo? La verdad, mi vida ya no tenía sentido. Me había estado juntando con gente de diferentes categorías: famosos, multimillonarios e internacionalmente famosos. ¿Cómo había conseguido siquiera contactar con ellos? Dios, nada ya tenía sentido.

¿Cuánto tiempo había estado pensando sola? ¿Su puede pensar acompañada? ¿Estoy mal de la puta cabeza? Con esa ya sabía la respuesta.

-          ¿De verdad quieres hablar conmigo? –dijo con un atisbo de esperanza en su voz, definitivamente tenía que buscar una línea mejor-.

JO-DER. VIRGEN. SANTA.

¿Era enserio? ¿Me estaba preguntando eso a MÍ? ¿A la chica que tenía un poster gigante de ellos en el fondo del armario con cientos de otros artistas?

-          Claro, no tengo mucho que hacer, así que prefiero hablar contigo. –le dije, intentando que no notara el debate interno que tenía en mi mente-. ¿Cómo te encuentras? –le pregunté, de verdad quería saberlo-.

-          Pues mejor de lo que esperaba. Es decir, no esperaba encontrarme bien. Aunque, bien pensado, no estoy muy bien tampoco… -¿WTF? ¿Es que lo que decía tenía algún sentido? No-.

-          Pues espero que te mejores, no esperaba que te desmayaras la primera vez que nos viéramos. –dije sarcástica, de verdad pensaba eso-.

-          Ni yo me imaginaba desmayarme al entrar por esa puerta, pero son cosas que pasan. –dijo, ahora sí, un poco menos nervioso-.

-          Tienes razón. ¿Te pasan mucho estas cosas? Ya sabes, desmayarte sin previo aviso.

-          La verdad, es la segunda vez que me pasa esta semana, pero seguro que es por el estrés, se me pasará pronto. –dijo-.

-          ¿Dos veces? Tendrías que ir al médico, puede que tu cerebro ejerza demasiada presión en una zona y por eso te desmayes, ya sabes, por falta de sangre en el cerebro. –dije sin más, pero la verdad, saber un poco de medicina no era malo-.

Dios mío.

Aquí, señores y señoras, tienen a la Einstein de la ciudad, la única chica de diecisiete que le contaría eso a uno de sus ídolos. Bravo, la próxima vez me parece que le dictaría la tabla periódica de memoria… en verdad, me la sé de memoria…

Dios, ¿podía ser más imbécil?

-          Vale, la próxima vez que vaya se lo diré… -dijo, sentí como mis mejillas enrojecían, ¿Cómo le había podido soltar todo ese rollo?-.

-          Dios, perdona. Siempre digo cosas tontas. –dije riendo un poco incómoda-.

-          Si fueran tontas las entendería, no eres tonta, al contrario. –dijo, Dios, pensaba que me derretiría allí mismo-.

-          Gracias, una persona más que piensa que soy un cerebrito. –dije suspirando, con un tono de broma, claro-.

-          No he dicho eso. –dijo riendo-. Lo que pasa es que tergiversas las cosas. –dijo poniendo una voz rara, esta chico estaba muy mal, pero me gustaba eso-.

-          Dios, me acabas de conocer.  ¿Cómo puedes saber eso?

-          Tengo poderes ocultos. –dijo con tono serio, aunque yo me estaba petando de la risa-.