Capítulo 54. "Una réplica de mi corazón":

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P.O.V. ______:

Reconozco que no era El Palace, que, sinceramente, me hubiera quedado a vivir si hubiera podido.

Era un apartamento un poco más grande que la media, pero continuaba teniendo ese aire hogareño. Había un suelo de madera oscura y paredes blancas, todo un poco refinado, pero parecía un verdadero paraíso.

Tenía planeado no hacer nada especial con el apartamento, pero viendo el panorama que ése mostraba, no podía resistir la tentación de hacer alguna cosa especial con todo ese potencial. ¿Quién hubiera dicho que esta aventura despertaría mi instinto de decoradora de interiores? Wow, viva Londres y su poder místico.

Dejé las maletas tiradas en la entrada, no tenía muchas fuerzas como para cargar con ellas hasta llegar a la habitación que, en estos momentos, podría estar en cualquier rincón del lugar. No me preocupé mucho por la presencia de ese hombre que, a juzgar por su cara, todavía se estaría planteando mi edad mental. Sí, como la leí de la relatividad casi.

Caminé por el lugar, examinando cada silla, cada mesa (no es que el lugar pareciera una tienda de muebles, pero estaba en el comedor). Tenía un televisor de tamaño medio, un sofá aparentemente cómodo y una nevera que ya funcionaba, solo le faltaba la tonelada de comida que necesitaba para sobrevivir.

Fui abriendo las puertas que había en el pasillo, había cuatro, parecía todo muy esquemático en aquel lugar. Había un baño, una habitación de invitados (eso era lo que ponía en un extraño cartel que había en todas las puertas), un despacho/biblioteca y la habitación principal.

Entré con los ojos cerrados en la habitación en la que –supuestamente- tendría que dormir el próximo verano. Era un momento crucial en mi vida (sarcasmo).

Cuando por fin me digné a abrirlos, vi a una habitación que me sacó una sonrisa al instante. Tenía una cama en la mitad de la pared en la que se encontraba la puerta y, en la pared contraria, había unas ventadas que ocupaban casi toda la pared, dejando la habitación tremendamente iluminada. Perecía casi mágica con su color rojo, negro y plateado. Era rara esa combinación y, por eso razón, me encantaba.

-          Mamá, creo que te haré pintar mi habitación cuando vuelva… -susurré para mí misma. Era tal la impresión que no me importaba parecer una loca-.

-          Creo que mejor me marcho, mañana a las nueve tienes que estar en la compañía, si tienes problemas, puedes llamar a este número –dijo el hombre que me había acompañado todo ese tiempo, dejando una tarjeta sobre la mesita de noche. Solo oí la puerta cerrarse mientras comprobaba lo que era y lo que ponía ese trozo de papel y, eventualmente, guardando en la memoria de mi teléfono es número indicado-.

Ahora que me lo preguntaba… ¿Qué tipo de problemas podría tener para no poder caminar dos calles? Bien, aparte de estar enferma, no quería experimentar ni saber lo que me podría pasar. ¿Una manada de fans locas? ¿Un ataque terrorista? ¿Un atraco? ¿Estaba hablando en serio ese tipo o solo trataba asustarme? Mejor no comprobarlo y ser la buena chica a la que Dios le sonríe y guiña el ojo.

En ese momento recodé las maletas tiradas en la entrada. No tener a mamá cerca para recordarme cuando tenía que hacer las cosas sería algo duro. Ya la echaba de menos, a ella, a papá y a Eliot.

Juro que nunca lo hubiera dicho.

Me quedé toda la tarde metida en ese lugar. Había un guía de teléfonos en una mesa, así que, cuando tuve hambre, me dediqué a elegir un local para pedir comida. A la media hora me aburrí de ver tanto sushi junto (¿¡Quien necesitaba saber cincuenta sitios donde podías encontrarlo!?), así que decidí tomar el teléfono y marcar el número de la primera pizzería que encontrara. Sí, una buena cena en solitario.

Reconozco que pedir una pizza que llevaba la mitad de los ingredientes, no era una buena idea, pero a la hora de probar ese extraño experimento, también reconozco que fue una idea genial. Me encantó esa abominación.

Me dediqué todo lo que quedaba de día a hablar con todos, creo que mamá al final tendrá un ataque por lo que pagará de teléfono. Mis padres me hachaban de manos, eso era de esperar. Eliot había salido de fiesta con unos amigos, así que le pedí a Max que lo vigilara. Él, Max, me contó que echaba de menos mis locuras.

Los dos sentíamos que esos dos meses iban a ser demasiado largos.

¿Quién aguantaría mis locuras?

Jude habló conmigo el último, ya que era demasiado tarde como para llamar a alguien más, así que tuvimos una extraña conversación sobre sombreros. Sí, Max y él eran muy distintos. Jude y yo éramos casi iguales. Por eso me reconfortaba saber que no estaba loca completamente.

Me acosté en mi nueva cama, la que usaría los próximos dos meses. No dormí mucho esa noche, me pasé la mayor parte del tiempo mirando la estampa que tenía en la ventana. Er como tener la vista de todo Londres a mi disposición. Podía contemplar a las personas, diminutas, corriendo por las calles, seguramente llegando tarde a donde quiera que vayan. Aunque, por alguna razón, me impresionaba más la cantidad de luces encendidas que podía ver.

En cada planta de cada edificio, había una luz encendida.

Ese día no desperté escuchando el sonido de mi despertador, sino por el sonido de otro completamente diferente. Suspiré, parecía todo tan irreal que no me acostumbraba a la sensación.

Ese día, también, tuve casi una crisis por elegir la ropa que iba a llevar. Mi fuerte no era la moda, pero no tenía idea de lo que tenía que usar para mi primer día. ¿Algo clásico? ¿Algo rebelde? ¿Algo deportivo?

Dios, mi cabeza explotaría antes de poder decidir.

Bien, un atuendo casual, por esa razón me contrataron, ¿verdad? Por ser yo misma y no esconderme en estúpidos trajes. Camiseta un poco holgada negra y unos vaqueros, combinados con mis converse blancas. Un poco de maquillaje, para no parecer un completo zombi delante de todas esas personas y, de paso, me puse el colgante que entre Eliot, Max y Jude me habían regalado para mi decimoséptimo cumpleaños, consistía en un colgante de oro que tenía una corazón el medio que se podía abrir y, allí, había una fotografía de mi familia y amigos más cercanos.

También había un espacio en blanco en la otra parte del corazón, para poner una fotografía de alguien especial allí.

En ese momento tocaron al timbre y mis nervios no hicieron más que aumentar.

-          Dios, ayúdame y haz que no parezca una completa loca, por favor –pedí, apretando el corazón que tenía en la mano-.

YouTube Girl |Louis Tomlinson|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora