19.-La última canción y me voy.

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Al día siguiente Zachary no asistió a clases, tampoco al siguiente, ni al siguiente.

Hallie se volvió un mártir esos días, continuaba castigada y la vida siempre era más lenta sin internet y celular. Y sin noticias de Zac, todo empeoraba.

¿Zachary estaba bien? ¿Y si había enfermado? ¿Y si estaba internado? ¿O su madre lo había encerrado? En el peor de los casos, Hallie pensaba que murió de un paro cardíaco. Y que nadie fue a su funeral por ser tan solitario.

Su mente divagaba de preocupación, no dejaba de imaginarse tonterías, por ello a las tardes decidió pasar discretamente por la calle de Zachary, no se atrevía a tocar, no concebiría la reacción de la ama de casa.

Pero no había señales de nada... No se veían luces prendidas, ningún ruido. Parecía una casa abandonada.

Maldijo en su mente que las tecnologías no ayudarán esta vez. Tenía que actuar a la antigua.

Al cuarto día cruzó los dedos y tocó el timbre cinco veces, esperó diez minutos. Definitivamente no había nadie adentro.

—¡Zachary!—se le ocurrió gritar. Tampoco se apreciaron ladridos.

Dio vueltas en el porche, ¿qué otra alternativa quedaba? Miró a su alrededor ¿Y si escalaba hacia una ventana abierta? Espera, era peligroso porque usaba falda y se rasparía las rodillas si caía.

Ahora que tenía más tiempo para alistarse se vestía mejor y también usaba maquillajes más elaborados, pero no era vanidad, se llamaba "no tengo nada que hacer sin internet".

De todos modos, todas las cerraduras estaban sujetas. Necesitaba otro plan. Y así llegó a dar a la casa de los Carter, vecinos de la familia Blackelee.

O estaban muy sordos o de plano no querían abrirle. Hallie se hubiera marchado si no fuera por la música a todo volumen, esperó el intervalo de silencio en la canción para tocar con más fuerza.

Fue ignorada, otra canción se reprodujo al mismo volumen. Entonces Hallie comenzó a cantar, casi gritar, la canción para llamar su atención de quién sea que escuchaba a Demi Lovato. 

Una ventana de arriba se abrió bruscamente y una linda chica más o menos de la edad de Samantha, como de catorce años, asomó la cabeza.

—¿Quién eres? ¿Sabías que estás en propiedad ajena?–frunció el ceño la chica—. Llamaré a la policía, diré que una loca está cantando a fuera de mi puerta y asusta.

—No hay necesidad, será rápido, solo quería preguntarte sobre tus vecinos los Blackelee—Hallie alzó la vista y juntó sus palmas en forma de súplica

—¿Y qué conmigo?

—Vives alado, seguro sabrás de ellos.

—De hecho no, son extraños y mis padres opinan que mantenga una distancia para evitarme problemas. Te recomiendo lo mismo—dio la impresión de que la charla había terminado, de nuevo subió el volumen de la música y bajó las persianas.

A Nicole le parecía raro que alguien preguntara por los raros. ¿Ya no eran tan raros? ¿Ella se volvió rara? ¿O la otra chica era rara?

Le explotaría la cabeza de tanto pensar. Mejor siguió con su música y se olvidó del asunto.

Al cabo de otra canción, escuchó los pasos de la rubia, ahora estaba bailando.

¿Contigo sin Internet? (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora