40-. Datos agotados.

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No se había sentido así en años, Hallie no tenía ganas de dormir, no quería cerrar los ojos. Creía que a la noche le faltarían horas para disfrutar la pijamada con su mejor amiga.

Las mascarillas en sus rostros solo eran una señal de que el tiempo se pasaba volando. Sin saberlo, se habían excedido por varios minutos y con cierto ardor, tuvieron que despegarlas, unos cuantos gritos ahogados y risas las acompañaron en el proceso. Al menos, durante la sesión de fotos podían disimular el enrojecimiento usando filtro.

Leila y Laila actualizaron sus redes sociales colgando una foto de las tres con mascarilla, sentadas en el piso, comiendo helado. Todavía no tenían sala.

Hallie se quedó a mitad de camino, sus datos no le cargaban el internet, a veces, olvidaba apagarlos mientras usaba el wifi, por ende, se gastaba los datos antes de que su plan terminara.

Esta vez no era la excepción, lo que le faltaba. Estar sin Zac, y sin internet.

¿Podía pasar algo peor?

—Ibf—llamó Hallie—, ¿ya está instalado el internet en esta casa?

—Claro, ya sabes que papá acelera todos los procesos—recordó su poder—, lo que, si es que no hemos cambiado la clave, es la que viene por default en el instructivo del modem.

—¿Puedo ocupar tu wifi?

—No tienes que preguntar—cruzó los brazos Leila—. Lo mío es tuyo.

—Perfecto, ¿Cuándo me mudo? —bromeó Hall—. Les sobra un cuarto de huéspedes.

—Ese es de Lauren—puntualizó Laila.

—Como sea—prosiguió Leila—. Al fondo a la derecha está el despacho de papá, en su escritorio seguro está el modem.

—Gracias—Hallie se incorporó y deprisa, con los pies de puntillas, caminó en dirección hacia donde las rayitas del internet estaban rellenas al cien.

Una vez dentro, notó que ya estaban presentes algunas cajas de mudanza, aunque todavía no desempacaban las cosas del señor Miller, había algunas apiladas al fondo, otras sobre el escritorio, y la mayoría de papeles y gavetas en el piso, impidiendo el paso libre al lugar.

Hallie sintió que cruzaba hacia el escritorio jugando al piso es lava, saltaba cuando encontraba el espacio suficiente para sostenerle un pie, y luego estiraba el restante para avanzar más lejos.

Por suerte, el modem estaba a la vista, el único problema era al girarlo y tratar de escribir letras y números que no formaban palabras, entorpecían la escritura con mayúsculas y minúsculas juntas.

Tuvo que doblar la cabeza para descifrar la clave, le dolió el cuello y pensó que podía ser buena idea jalar un poco más del cable. Entonces, accidentalmente desconectó el módem y las luces parpadeantes dejaron de brillar.

—Carajo—resopló y en un intento por volver a conectarlo, antes que las chicas lo notaran con la película pausada por el acceso denegado a internet, el aparato se le resbaló de las manos.

Y cayó directamente a una caja en el piso, al menos, había amortiguado la caída y no tenían que reparar el aparato. Por fortuna.

Pero no agradeció aquella suerte, su vista se perdió entre los papeles que se hallaban dentro. Le llamó la atención que se trataban de periódicos viejos, las hojas amarillentas, arrugadas y desgastadas pudieron con su curiosidad, enseguida leyó el título que aparecía en primera plana.

Letras en grande y terroríficas.

Le hicieron perder el equilibro, sus manos temblaron y el iris de sus ojos desapareció tras la dilatación de sus pupilas cuando terminó de leer la oración: Incendio en la Iglesia Eloenai.

¿Contigo sin Internet? (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora