18. Sin conexión

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Recién estaba la señora Blackelee acomodando sus vasijas cuando Hallie bajó las escaleras a toda prisa. Escuchar que su hijo se desmayó provocó que dejara caer los platos. Nada podía ser más dramático.

Corrieron de nuevo a la habitación de Zachary e intentaron levantarlo y subirlo a la cama. El rostro del joven seguía pálido.

—¿Qué sucedió?—preguntó angustiada Stella y miró como loca la habitación para buscar evidencias.

Hallie agitó sus manos para ventilarse. No sabía cómo lidiar con un desmayo.

—¡Contesta! ¿Qué estaban haciendo?

—Nada, solo estábamos hablando—desvío la mirada.

—No me convence, deberíamos llevarlo al hospital. Ayúdame a cargarlo, yo la cabeza, tú los pies.

Hallie asintió pero a los pocos segundos lo soltó. Sacó su celular de sus bolsillos traseros y marcó al número de emergencias.

Todavía no entraba el primer tono cuando Stella Blackelee retrocedió soltando también el cuerpo de Zachary otra vez en el colchón.

—¡Ahora sé la razón!—replicó—¿No sabes que sufre tecnofobia?

—Sí y él también es consciente de que no puedo dejar mi celular—dijo sin pensar para concentrarse en la llamada.

—¿Qué?—el rostro de Stella se horrorizó.

—No me deja escuchar—hizo un ademán para guardar silencio. Estaba muerta por ser tan tonta.

Todavía te atreves...—bufó la mujer—. Fuera de mi casa.

Hallie bajó el celular y supo el terrible error que cometió. Ella también sufría tecnofobia ¿verdad?

—No, puedo explicarlo. Yo...

—Ya tuvimos mucho de ti—la interrumpió mirándola con desdén— ¿Te parece divertido molestar a personas con fobias extrañas? ¿Ya obtuviste lo que querías?

—No le haría daño a Zac, me gusta—soltó sin más tapujos—. Le juro que podemos hablar de esto más tarde, ¿pero no le parece más importante la salud de su hijo? Déjeme llamar, por favor.

—No hace falta, cuando se trata de estrés emocional o sustos, la persona cobra el conocimientos después de unos minutos—habló con brusquedad.

—¿Entonces qué hacemos?

—Dale su espacio—tosió—. Vete.

Hallie se alejó a una distancia considerable, y bajo el umbral de la puerta habló:

—Lo siento, sé que fue mi culpa—agachó la cabeza—. Pero siempre intento ayudarlo. Justo hoy le dije que en la capital de Blessingville hay estudios sobre la alergia al WiFi, le dije que podríamos ir. Siempre hay más alternativas...

—Alto—alzó su mano como si fuera una señal de stop—. Zachary está bien, no necesita nada.

—¿No quiere lo mejor para su hijo?—frunció el ceño—. Esto no es malo, es una oportunidad para seguir adelante.

¿Contigo sin Internet? (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora