15.- Alergia al Wi-Fi.

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Si a Hallie le pudieran conceder un deseo, pediría que Zachary fuera como su teléfono móvil, para que la acompañase a toda parte y mantuviera contacto con él. 

El domingo -que hace unos meses le parecía su día favorito- lo terminó por detestar, aquel día estaba entre la línea floja, lo suficientemente cerca para ver a Zachary y lo suficientemente lejos para impedírselo.

Como anhelaba que llegara el lunes, las horas transcurrían con lentitud, al igual que su señal de internet, una razón más para ponerse de malas, los mensajes entre su amiga Leila tardaban horas en recibirse, los vídeos de YouTube estaban en la más baja calidad y el sonido del televisor a todo volumen -puesto en el canal de deportes gracias a su tío- la aturdía.

Resopló y se hundió un poco más en sofá, por mero aburrimiento miró a sus padres e intentó charlar con ellos un rato.

Lo cierto es que no escuchaba lo que decían, sus pensamientos querían descifrar lo último que había dicho Zachary -una noche anterior- mediante la lata. Era difícil comunicarse a larga distancia, aunque tuvieran una hora determinada para hablar, ella debía trasladarse a la casa de Samantha para escuchar con claridad, y Zachary debía responderle desde la habitación de Dean para que la cuerda no se estirara sin romperse en el intento.

Era tan extraño gustar de alguien que nunca ha enviado mensajes de texto. ¿Cómo se suponía que mantendrían contacto los fines de semana? Por ello necesitaba el lunes a como diera lugar, no quería que se volviera una costumbre extrañarlo tan pronto.

En el almuerzo del esperado día, Hallie llevaba comida traída desde su casa,  para evitar perder tiempo comprándola en la cafetería  y así dedicarle por completo sus veinte minutos a Zachary.

Esperaba verlo como siempre, sentado en la mesa apartada de los demás, con su vista fijada en libros, sin embargo, no estaba ahí. ¿Dónde rayos se había metido?

Por suerte, podía localizarlo siguiendo la cuerda de su lata, cuyo listón fue complicado de hallar, procedía del salón de cómputo. ¡Qué locura! ¿Tan rápido superó la tecnofobia?

Abrió la puerta con ese chirrido irritante y lo encontró. Zachary estaba destrozando una computadora con la ayuda de un martillo.

Traía guantes y sujetaba el martillo con ambas manos, aplicaba una fuerza impresionante, como si su vida dependiera de ello, toda ira hacia las tecnologías que lo consumía por dentro, por fin la desprendía. Alocadamente, con sonrisas aterradoras, manos agitadas y sudor en la frente.

Hallie permanecía pegada a la puerta, estupefacta por ver la escena del crimen. «Que descanse en paz la pobre PC». Pensó dándole un minuto de silencio, a los treinta segundos reaccionó. No es normal adoptar esa actitud.

¿Zachary no percibía la presencia de Hallie? Seguía como si nada, golpeando el monitor con su pie.

— ¿Tienes una navaja o algo filoso? — dijo exhausto, también llevaba puesto un cubre bocas y esto le quitaba aliento.

— ¿Qué?—balbuceó ella, arrinconada todavía—¿Sa, sabías que estaba a, aquí?

Zachary soltó una risa y luego enderezó su espalda.

—Entraste como paranoica gritando "¡Por todos los Iphones en oferta! ¡Me caigo muerta!"

—Yo no dije eso—no estaba segura, quizá lo hizo inconsciente. A veces no controlaba sus pensamientos, a veces los decía en voz alta.

¿Contigo sin Internet? (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora