33. Hora de la verdad

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Lo primero que tienes que saber es que, esa noche sería la última vez que serían felices.

El día continuaba maravilloso, Zac había preparado una lista de cosas por hacer ahora que estaban apartados del mundo y las señales de teléfono móvil eran débiles o inexistentes. Organizó un picnic en el bosque y para llegar más rápido al sitio rentó una bicicleta tándem, Hallie subió en la parte de atrás, él dirigió el pedaleo y en cuestión de minutos ya estaban instalados en el área de picnic aspirando el pasto verde, húmedo y con distintos largos en las puntas.

Hallie se dedicó a contemplar la laguna mientras él acomodaba la manta y canasta cerca de la sombra de un árbol robusto, eran tan altos que podían reflejarse en el agua, añadiendo un toque más precioso al paisaje.

Arrojó piedritas para crear ondas y en su segundo lanzamiento apretó con fuerza la roca hasta descubrir que ya la había palpado antes

—Aguarda— se giró hacia Zac—. esta era la pista, ¿verdad?

—Así es—sacudió una manta que se había impregnado de pasto.

—¿Y la miel?

—En los aperitivos que estás por comer, mi receta especial de pan francés—le guiñó un ojo.

—En verdad lo estuviste planeando...

—Muy detalladamente—confesó.

—¿Desde hace cuánto?

Zac colocaba las copas de vino sobre la manta y reposó las manos sobre sus rodillas.

—Desde que adoptamos a pizza—reflexionó.

Las orejas y mejillas se le acaloraron de felicidad, amaba cada gesto romántico que tenía con ella. Y si aquel solo era el primer día de novios, no podía imaginarse cómo se sentiría ser amada por él cada día a su lado.

Entonces en una travesura de niños, corrió al lago para humedecerse las manos y después salpicarlas sobre el rostro Zac.

—Oye—sacudió su cabello para eliminar las gotas de agua.

Con el rostro empapado, y el cabello húmedo lucía irresistiblemente atractivo a sus ojos. Solo quería besarlo hasta fundirse en sus labios. Zachary notó las intenciones, y la atrajo hacia él, su cuerpo se amoldaba con el suyo, cruzaron miradas y...

—En las películas siempre que se van a besar, suena un teléfono—irrumpió el momento—, lo cool de esta situación es que eso nunca va a pasar.

—Hallie...

—¿Sí?

—Lo acabas de arruinar diciendo eso.

Arrugó el entrecejo.

—No creo—le plantó un beso jugoso, desesperado.

Pronto Zachary apretó su cintura y bajó los dedos a la curva de su cadera. Ella, perdida en el instante, no se percató de que solo lo hizo para cargarla y llevarla a sumergir en la laguna. Abrió la boca en respuesta al frío que le recorría la piel, pronto sintió que la ropa le pesaba y se ajustaba al molde de su cuerpo.

No se vale—tiritó, el agua estaba helada, pero con la compañía de Zachary podía resultar lo contrario.

Ella estaba encendida por dentro, aunque el espacio exterior no estuviera a su favor, no le impedía dejar de sentir. En especial cuando Zachary capturó su boca y las puntas de su cabello le causaba cosquillas en las mejillas.

Sentía cosquillas en su rostro, y adentro de su estómago.

El beso subió la temperatura de Hallie, y al temor a ser descubierta hundió el rostro en el cuello de Zachary, el olor natural de su piel le resultaba exquisito, y el sabor de su boca la dejaba refrescante, con ganas de más.

¿Contigo sin Internet? (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora