13.- El físico sí importa.

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Sin duda alguna, el lugar favorito de Zachary era la biblioteca, se sentía como niño en juguetería o salón de juegos. Disfrutaba la buena compañía de libros y delicadas piezas musicales, con el elusivo aroma a café.

Había invitado a Hallie mediante un boletín para fomentar la lectura a una tardeada del sábado 16 de noviembre.

Su mensaje estaba escrito a mano, con tinta negra en la esquina superior:

"Te imagino como la protagonista de mi historia, como la línea que quiero leer una y otra vez. No hay nada que me apeteciera más que verte ese día presente ¿Te espero ahí?

-Z."

En ese entonces, la chica asintió con una sonrisa dibujada en el rostro y terminó por leer el folleto, después lo guardó en su abrigo.

Cuando llegó el momento, encontró a Zac cerca de la estantería de madera, escogiendo el libro que narraría para los niños.

Recargada en la entrada al pasillo lo contempló, y no emitió algún ruido, le parecía fascinante observarlo de perfil con su mirada puesta en los libros, como si estuviese descubriendo un tesoro brillante.

El joven sacudió su cabello y alcanzó a ver una silueta, de modo que giró para apreciarla mejor.

—Viniste—saludó irguiendo la espalda—. Has llegado temprano.

—Lo sé—rió, luego chasqueó los dedos—, traje nuestro teléfono y materiales para que también puedan elaborarlo los niños.

—Fantástico—hizo un ademán para que lo siguiera. La condujo lejos de los pasillos por secciones literarias, hasta el pequeño espacio donde montaban obras de teatro con títeres.

El sitio de la biblioteca era reducido, de un solo piso y con pasillos estrechos. Por suerte contaba con un sitio dedicado a los estudios y una cafetería.

—¿Por qué tienen una cafetería adentro y no la usan?—susurró curiosa Hallie mientras acomodaba las sillas de infantes espectadores.

—Porque la cafebrería es exclusiva para días domingos, si lees el periódico mural de ahí—señaló desempolvando asientos—muestra las dinámicas de la semana, los sábados son días infantiles y los domingos para adolescentes o adultos que vienen en busca de un buen libro acompañándose con una taza de café.

—Entiendo, como los niños pueden ser descuidados prefieren restringir bebidas y más si es cafeína.

—Exacto—sonrío—. Los admiten a partir de los quince años en el club de lectura.

—¿Y qué día es el club?

—Los viernes—resopló Zac—. En efecto, mis fines de semana se definen en la biblioteca; club de lectura, cuenta cuentos y mi café.

—Así que es difícil sacarte de aquí una vez que entras—bromeó Hall—. Me pregunto si será lo mismo en la biblioteca escolar.

Zachary meneó la cabeza con gracia y respondió:

—Eso era antes de conocerte, ahora prefiero pasar mis horas libres contigo.

El corazón de Hallie se deleitó con tales palabras y cuando pudo formular una respuesta igual de linda, alguien los interrumpió.

—¡Mi querido, Zac!—exclamó la vieja bibliotecaria—. Terminé de leer el libro que me recomendaste, creí que el libro era quien me leía, imagínate cuan identificada me sentí.

—Suele pasar, y lo mejor es que puedes volver siempre a la mejor parte. No es como en la vida, donde sólo se convierte en un recuerdo, en las páginas se puede revivir el momento. ¿No es así?

¿Contigo sin Internet? (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora