26-. Menos besos, más lectura.

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Cuando la batería del teléfono de Hallie se agotaba, le causaba cierta ansiedad no seguir compartiendo lo que encontraba en internet, no deseaba perderse de algo en tendencia. A veces se desorientaba cuando se alejaba de las redes sociales, volvía a entrar, y no entendía nada de lo que todo mundo estaba hablando.

Cuando el porcentaje de batería llegaba a cero sentía que no podía hacer nada sin su celular. Si tenía alguna duda de lo que fuese, de cualquier cosa, todo lo terminaba googleando.

¿Le daba hambre? ¿Tenía antojo de algo? Googleaba platillos fáciles de preparar para no gastar tanto tiempo en la cocina y así continuar en internet.

Últimamente le interesaba conocer datos curiosos de la historia, por ejemplo, acababa de obsesionarse con un tema de teorías conspirativas sobre el Titanic.

Pero también había periodos cuando usaba el internet para ver tutoriales de maquillaje complejos o para aprender algo fuera de lo común, o algo que le serviría más adelante, aunque eso incluía almacenar información innecesaria en la memoria del celular, o en la mente.

El peor de los casos era cuando invertía tiempo en tutoriales que estaba segura que no iba a hacer, y, aun así, decidía verlos.

A veces descubría nueva música y aquello implicaba ver los vídeos, entender el contexto de la letra, y terminaba por investigar todo sobre aquél nuevo artista; con quienes había salido, con quienes sembraba una amistad, con quienes del medio artístico no se llevaba. Revisaba entrevistas, leía en Wikipedia las biografías, se unía a grupos de fans, discutía con otras personas en internet sobre gustos y chismes. Era un mundo sin fin.

Pero detestaba la idea de usar el teléfono conectado a la luz eléctrica, resultaba incómodo cómo el artefacto cambiaba a una temperatura ardiente y llegaba a acalorar las yemas de los dedos, incluso la mano completa.

Según Zachary, era dañino para la salud, y para evitarlo, lo intentaba dejar reposar mientras se cargaba la batería, y para no caer en la tentación, optaba por apagar el celular con la intención de no seguir pensando en él, y dejar que este llegara al cien por ciento de batería más rápido.

Pensó que si lo esperaba mientras dormía, no sentiría aquella necesidad de tenerlo entre las manos. Eran alrededor de las dos de la mañana y no podía conciliar el sueño, los minutos se convertían en una eternidad. Cuando cerraba los ojos, imaginaba una pantalla brillante y a sus dedos deslizar para ver fotos y vídeos.

Volvió a pensar en Zachary, él le decía que usar el teléfono móvil al anochecer provocaba insomnio:

—La exposición a luz azul antes de dormir inhibe la producción de melatonina, hormona encargada de regular el ciclo del sueño que empieza a producirse dos horas antes—le había dicho una vez—. Pero lo más interesante es que el sueño no afecta cuando lees un libro.

Hallie frunció el ceño.

—Es mentira, me has dicho que trasnochas cuando lees un libro.

—Soy un lector que no tiene autocontrol cuando me engancha una historia—había dicho entre risas—, pero en serio, nuestro cerebro reacciona diferente a comparación de estar en internet. Leer es relajante, la mente se concentra en una única actividad, lo que ayuda, de cierta forma, a desconectar de las preocupaciones y problemas cotidianos.

—Pues me pasa lo mismo cuando estoy en las redes sociales—quiso defenderse Hallie.

—Mmmh—Zachary lo dudó un poco—, siempre te he visto estresada cuando estás en línea, sueles anhelar lo que otras personas tienen, y en el peor de los casos, te comparas con esas vidas perfectas.

¿Contigo sin Internet? (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora